Las c¨¢rceles se llenan de mujeres
A simple vista, parece un error. Pero una pesquisa m¨¢s profunda no cambia el resultado. Hay que rendirse ante la evidencia: la tasa de mujeres en las c¨¢rceles espa?olas (9,1%) respecto al total de presos, hombres y mujeres, es la m¨¢s alta de los pa¨ªses comunitarios, exceptuando Portugal (9,7%). Con 4.083 encarceladas, y aqu¨ª es donde la insistencia en las comprobaciones no ha hecho m¨¢s que confirmar la realidad, Espa?a supera la tasa de Turqu¨ªa (4,5%). La encuesta publicada en diciembre de 2000 por el bolet¨ªn del Consejo de Europa sobre poblaci¨®n en las instituciones penitenciarias refleja unas proporciones en la Uni¨®n Europea que oscilan entre el 2,8%, en Irlanda, y el 6,8%, en Noruega.
Seg¨²n Elisabet Almeda, 'en Espa?a tenemos muy pocas alternativas a las c¨¢rceles. Llevamos veinte a?os de retraso. La mujer no delinque m¨¢s, la meten m¨¢s en la c¨¢rcel'
Seg¨²n el Defensor del Pueblo, las instalaciones de las reclusas son peores que las de los presos, y es casi imposible optar a la formaci¨®n educativa, ocupacional o profesional
El reclusi¨®n de las mujeres en las c¨¢rceles espa?olas experiment¨® un crecimiento sin precedentes en los ochenta. De cerca de 500 presas se pas¨® a casi 4.000 en 1994. Para aquellos que defienden la teor¨ªa de que la delincuencia y encarcelamiento femeninos han crecido en relaci¨®n directa con su emancipaci¨®n, estudiosos de la sociolog¨ªa del delito aportan una lista de motivos bien distintos, entre ellos, las f¨®rmulas adoptadas para la tipificaci¨®n de los delitos y el hecho de que el C¨®digo Penal espa?ol fije los tiempos de reclusi¨®n, a diferencia de otros pa¨ªses donde la jurisprudencia permite una mayor flexibilidad a los jueces.
La mayor¨ªa de las mujeres que delinquen hoy en Espa?a lo hacen por tr¨¢fico de drogas a peque?a escala, un delito contra la salud p¨²blica castigado por el C¨®digo Penal con mayor dureza que el que va contra la propiedad, incluso con violencia, ejercido principalmente por el hombre.
El art¨ªculo 368 del C¨®digo desvela que el cultivo, elaboraci¨®n o tr¨¢fico destinados al consumo ilegal de drogas recibir¨¢ un castigo de entre tres y nueve a?os de prisi¨®n. El 235 castiga el robo con fuerza con uno a tres a?os; el cometido en una casa habitada, con dos a cinco a?os, y el ejercido con violencia recibe una pena de dos a cinco a?os. 'La fotograf¨ªa final es que la mujer que se dedica m¨¢s al peque?o tr¨¢fico de drogas est¨¢ m¨¢s tiempo en la c¨¢rcel', resalta Elisabet Almeda, profesora de sociolog¨ªa de la Universidad Pompeu Fabra, de Barcelona, autora del estudio Pasado y presente de las c¨¢rceles de mujeres en Espa?a.
Una mula (el que transporta droga) que lleve 400 gramos de coca¨ªna puede cumplir mayor condena que el que deja a otra persona intencionalmente ciega o el que pone una bomba que no estalla en un establecimiento p¨²blico.
Si se compara con otros pa¨ªses de la UE, como Holanda (tasa de mujeres en las c¨¢rceles del 5%), Francia (4%) o Alemania (4,4%), Espa?a viaja en el furg¨®n de cola en cuanto a prestaciones del llamado Estado del bienestar. 'Faltan servicios sociales potentes preventivos de la delincuencia', explica Elisabet Almeda. A esto se a?ade que en pa¨ªses europeos m¨¢s avanzados canalizan a las mujeres hacia los servicios sociales, en vez de enviarlas a la sombra. 'En Espa?a tenemos muy pocas alternativas a las c¨¢rceles. Llevamos veinte a?os de retraso. La mujer en Espa?a no es m¨¢s delincuente, sino que la meten m¨¢s en la c¨¢rcel', apunta la profesora Almeda. En Italia, donde la tasa de mujeres presas es del 3,8%, existen la libertad a prueba, la reconciliaci¨®n v¨ªctima / delincuente, los trabajos en la comunidad, el arresto domiciliario y las granjas p¨²blicas de rehabilitaci¨®n para el caso de las drogas.
Dentro de los sectores m¨¢s vulnerables, la mujer es todav¨ªa m¨¢s vulnerable, y la gitana, a¨²n m¨¢s. Representando un 1,4% de la poblaci¨®n espa?ola, una de cada cuatro reclusas en las c¨¢rceles es gitana, seg¨²n datos de la abogada especialista en derecho penal, Mar¨ªa Naredo, autora del estudio, Mujeres gitanas y sistema penal. Naredo previene contra la identificaci¨®n de lo gitano con lo criminal, recordando al escritor Mark Twain, cuyas historias de Tom Sawyer describ¨ªan a la perfecci¨®n las vicisitudes de los injustamente tratados: 'No conozco ning¨²n grupo que sea criminal por naturaleza, con la posible excepci¨®n de la clase pol¨ªtica'. Frente a la teor¨ªa de la feminizaci¨®n de la delincuencia, estas expertas hablan del aumento de la criminalizaci¨®n de la pobreza.
Que el C¨®digo Penal espa?ol, a diferencia de otros pa¨ªses europeos, fije el tipo y duraci¨®n de castigo e impida recurrir a una casu¨ªstica m¨¢s humanitaria no eximi¨® al titular del Juzgado de lo Penal n¨²mero 3 de Barcelona, Santiago Vidal, someter a cr¨ªtica algunos de sus art¨ªculos en una sentencia por condena de una mujer bosnia, detenida por haber intentado robar una cartera a un turista. A tal acto, hurto en grado de tentativa, correspond¨ªa una multa de 90.000 pesetas; el magistrado subray¨® que la acusada era una persona sin medios, y 'el absurdo del mandato judicial que obliga a la justicia a sancionar con una pena pecuniaria este tipo de conductas antijur¨ªdicas'.
Tras las rejas
Despu¨¦s de una visita a varias c¨¢rceles y m¨®dulos penitenciarios para mujeres en 1997, el defensor del pueblo, Fernando ?lvarez de Miranda, denunci¨® la desigualdad entre reclusos y reclusas, ya que la gran mayor¨ªa de las c¨¢rceles espa?olas est¨¢n pensadas para los hombres. Cuando empez¨® a crecer el n¨²mero de presas, hasta un 800% desde los a?os ochenta, las instituciones penitenciarias optaron por ir haciendo hueco para ellas en las c¨¢rceles de hombres.
La denuncia de ?lvarez de Miranda describ¨ªa el escaso espacio y las peores instalaciones que padec¨ªan las reclusas y apuntaba que se hac¨ªa pr¨¢cticamente imposible para ellas optar a la formaci¨®n ocupacional, educativa o profesional. 'La inadecuaci¨®n estructural de estos departamentos implica, de hecho, un menor acceso de las mujeres a las actividades del centro o su participaci¨®n en talleres', destac¨®.
En definitiva, las mujeres que habitan tras las rejas espa?olas est¨¢n sometidas a largas jornadas de pasividad: de la celda al patio y del patio a la celda. Al margen de los malos tratos y los abusos sexuales, que rara vez son denunciados formalmente, 'lo m¨¢s duro de la prisi¨®n es precisamente eso: la inactividad', declara Margarita Aguilera, abogada de la ONG Asociaci¨®n de Colaboradores con las Presas (Acope).
El Parlamento Europeo debatir¨¢ en noviembre el tema 'Mujeres y Fundamentalismo'
DESPU?S DE UN A?O de trabajo, la comisi¨®n de Derechos de la Mujer e Igualdad de Oportunidades del Parlamento Europeo aprob¨® el pasado 16 de octubre un proyecto de informe sobre las mujeres y el fundamentalismo, que se debatir¨¢ en el pleno del 12 de noviembre. Tras se?alar como rasgo caracter¨ªstico del fundamentalismo, que tiene origen en el cristianismo, la sumisi¨®n extrema a los dogmas de fe que 'prevalec¨ªan por encima de las leyes del Estado de Derecho' y que en la actualidad 'existen variantes en diferentes religiones, desde el cristianismo al islamismo, el budismo o el hinduismo', el documento considera que puede 'convertirse en una amenaza o una ofensa para la paz, las libertades y los derechos humanos'. Tambi¨¦n constata que son las mujeres 'las principales v¨ªctimas de los fundamentalismos religiosos', que en muchos casos llegan a 'esclavizarlas y generan violencia familiar, social y estatal,' produci¨¦ndose a¨²n hoy impunemente situaciones de cr¨ªmenes de honor, lapidaciones, mutilaciones genitales, raptos, violaciones, matrimonios forzados, venta de mujeres, castigos f¨ªsicos y ps¨ªquicos, etc¨¦tera. Expresa adem¨¢s serias reservas hacia las ideolog¨ªas regresivas y observa que existe un considerable n¨²mero de normativas y derecho consuetudinario que relegan a las mujeres y las subordinan a los varones, como los c¨®digos de familia de pa¨ªses isl¨¢micos, que equiparan 'a la mujer al rango de subser humano', y como la sharia, la ley isl¨¢mica que es aplicable a todos los aspectos de la vida. Finalmente, el informe hace una serie de recomendaciones a los Gobiernos de la UE , entre otras, pol¨ªticas que reduzcan las influencias fundamentalistas, redes de recopilaci¨®n de datos, la elaboraci¨®n de un programa informativo y formativo, sobre todo para las inmigrantes, e insta al consejo a que condene firmemente la opresi¨®n y discriminaci¨®n de los talibanes.
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