Las palabras en la trinchera
Dir¨ªase que la guerra abre fuego cruzado sobre algunas palabras y que, en el fragor del uso diario, los periodistas avanzan o retroceden, tratando de lograr una posici¨®n firme en la trinchera.
En el II Congreso Internacional de la Lengua Espa?ola, que se clausur¨® el viernes en Valladolid, el director de este peri¨®dico, Jes¨²s Ceberio, advirti¨® de que, 'en la tarea diaria, los periodistas deben enfrentarse a problemas [de lenguaje] que no est¨¢n previstos' ni en los libros de estilo ni en los diccionarios.
As¨ª ocurri¨® con la palabra talib¨¢n. El peri¨®dico hab¨ªa decidido respetar el plural del past¨²n -dialecto persa- y escribir siempre talib¨¢n, que quiere decir los estudiantes.
La nueva edici¨®n del Libro de estilo de EL PA?S, que estar¨¢ en la calle en un par de meses, ten¨ªa previsto recogerla de esta forma, y as¨ª se cont¨® el pasado 23 de septiembre en esta columna para responder a varios lectores que planteaban dudas sobre el t¨¦rmino. El Defensor escribi¨® entonces que el criterio adoptado ser¨ªa 'discutido por m¨¢s de un lector'.
Desde entonces han ocurrido varias cosas: el nuevo Diccionario de la Lengua Espa?ola se present¨® en la Real Academia el d¨ªa 11 de octubre. En esta edici¨®n se recoge, por vez primera, la voz talib¨¢n, un adjetivo que se define como 'perteneciente o relativo a cierta milicia integrista musulmana' y, en una segunda acepci¨®n, como 'integrante de esta milicia'.
Pero alg¨²n lector remiti¨® al Defensor la respuesta del servicio de consultas de la Real Academia, y all¨ª se dice a quienes han preguntado por el t¨¦rmino tan de actualidad que 'es un adjetivo de una sola terminaci¨®n y, por consiguiente, un sustantivo com¨²n en cuanto al g¨¦nero', pero se a?ade que 'no hay raz¨®n para que esta palabra sea invariable en plural' y, despu¨¦s de otras explicaciones, concluye la Academia: 'Puestos a no respetar la morfolog¨ªa de la lengua original hasta sus ¨²ltimas consecuencias, lo m¨¢s razonable resulta acomodar este t¨¦rmino a la morfolog¨ªa del espa?ol, como comenzaron haciendo y siguen haciendo espont¨¢neamente los hablantes, y usar talib¨¢n para el singular y talibanes para el plural'.
Pero es que adem¨¢s, en la presentaci¨®n del Diccionario de la Academia, Fernando L¨¢zaro Carreter, al responder a la pregunta de una periodista afirm¨® con 'firmeza', seg¨²n se escribi¨® en este peri¨®dico al d¨ªa siguiente, que debe decirse talib¨¢n en singular y talibanes en plural.
L¨¢zaro Carreter nos aguijonea y nos ense?a con su dardo, cada mes, a movernos por los vericuetos del lenguaje, de manera que, ese mismo d¨ªa, la direcci¨®n del peri¨®dico decidi¨® cambiar de posici¨®n y advirti¨® a los redactores que adoptasen el plural talibanes, que hasta entonces s¨®lo se escrib¨ªa por algunos titubeos en los textos -de los que advirtieron al Defensor Pedro C¨¦sar Quintana, Enrique Sueiro y Mariano Pacheco- y nunca en los titulares.
L¨®gicamente, la previsi¨®n para el Libro de estilo tambi¨¦n ha variado y se modificar¨¢ de acuerdo con este nuevo criterio.
Pero no acaban aqu¨ª las refriegas de vocabulario que ha provocado el ataque terrorista a las Torres Gemelas y la guerra subsiguiente. De pronto se nos ha venido encima, con acoso diario y urgente, el ¨¢ntrax.
Es posible que los medios de comunicaci¨®n est¨¦n contribuyendo a engordar desmesuradamente la alarma que estos fen¨®menos provocan en sociedades con alto grado de bienestar, algo que en alguna ocasi¨®n se ha llamado aqu¨ª 'periodismo para ricos', pero, al margen de esta deriva, el asunto es que el anthrax, en ingl¨¦s, es lo que en espa?ol se llama carbunco, una enfermedad antigua y conocida entre nosotros, mientras que el carbuncle, en ingl¨¦s, es, para nosotros, ¨¢ntrax. Dos enfermedades muy distintas.
Antonio Moreno Alfaro tuvo la amabilidad de remitir al Defensor la explicaci¨®n de Antonio Zubiri, m¨¦dico dermat¨®logo, publicada en Heraldo de Arag¨®n, en la que se aclara que lo que en espa?ol se llama ¨¢ntrax es una acumulaci¨®n de for¨²nculos, que suele localizarse en el cogote o en la parte superior de la espalda, y que 'se cura bien y pronto con antibi¨®ticos'.
El anthrax anglosaj¨®n es nuestro carbunco, que, seg¨²n el mismo testimonio, es 'una enfermedad grave, virulenta, contagiosa y mort¨ªfera'.
?Qu¨¦ hacer entonces, despu¨¦s de que pr¨¢cticamente todos los peri¨®dicos han adoptado la forma ¨¢ntrax para referirse al carbunco?
El martes d¨ªa 16, en la secci¨®n de Salud, este peri¨®dico public¨® una doble p¨¢gina explicando con suficiente claridad la diferencia entre las denominaciones en ingl¨¦s y espa?ol de las respectivas enfermedades y en las informaciones se ha optado por recurrir a f¨®rmulas aclaratorias.
Sin embargo, se mantendr¨¢ la palabra ¨¢ntrax, ya que se ha extendido internacionalmente; la denominaci¨®n espa?ola era de uso muy restringido, casi en desuso fuera del ¨¢mbito de los especialistas y de alguna zona ganadera, y el Diccionario de la Academia recoge la expresi¨®n ¨¢ntrax maligno para remitir a la voz carbunco.
Una vez m¨¢s, la decisi¨®n es perfectamente discutible y, sin duda, generar¨¢ pol¨¦mica.
Seguimos en el ¨¢mbito cient¨ªfico, pero esta vez para hablar de una grave falta de rigor.
Claudia Conde se ha dirigido al Defensor para denunciar que el pasado domingo d¨ªa 14 se escribi¨® en el peri¨®dico un disparate sobre 'separaci¨®n de espermatozoides hembras (con dos cromosomas X) de los varones (con uno X m¨¢s uno Y)'.
La lectora tiene toda la raz¨®n. Sin entrar en precisiones ajenas a esta secci¨®n y seg¨²n la oportuna explicaci¨®n especializada, un espermatozoide nunca lleva dos cromosomas X, ni dos cromosomas Y, ni la suma de un X y un Y.
Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector por carta o correo electr¨®nico (defensor@elpais.es), o telefonearle al n¨²mero 91 337 78 36.
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