?Por qu¨¦ fallan las bombas 'inteligentes'?
Mal tiempo, interferencias electr¨®nicas y, sobre todo, errores humanos explican los fracasos del bombardeo de precisi¨®n
?Es posible acabar con la Mafia bombardeando Sicilia? ?Se puede destruir la red de Bin Laden con raids a¨¦reos sobre Afganist¨¢n? ?Fue la campa?a a¨¦rea de 1999 la que puso fin al r¨¦gimen de Milosevic? A estas preguntas, que pueden generar un debate interminable, el Pent¨¢gono ha respondido de momento con una soluci¨®n parcial: s¨ª, si se emplean armas de precisi¨®n, las llamadas bombas inteligentes -guiadas por l¨¢ser o por sat¨¦lite-, que, consideradas por muchos como una contradicci¨®n de t¨¦rminos, han cambiado sin duda la naturaleza de la guerra a¨¦rea.
Las bombas inteligentes reducen como nunca antes en la historia el n¨²mero de bajas civiles -recuerden sus cr¨ªticos los miles de muertos de los bombardeos de Dresde o Tokio en la II Guerra Mundial - y disminuyen considerablemente el n¨²mero de aparatos y de toneladas de bombas necesario para destruir un objetivo. Pero no son infalibles. Adem¨¢s del margen de error inherente a cualquier arma, su complejidad t¨¦cnica y el no menos prolijo proceso de selecci¨®n de objetivos puede entra?ar errores electr¨®nicos, mec¨¢nicos y humanos.
- Bautizo de fuego en el Golfo. Aunque EE UU dispon¨ªa ya de la tecnolog¨ªa para fabricar armas guiadas por l¨¢ser en 1965, cuando comienza la escalada de su implicaci¨®n militar en Vietnam, las bombas inteligentes son estrenadas en la guerra con Irak en 1991. En aquella campa?a s¨®lo representaron el 9% del total de bombas arrojadas. Este porcentaje subi¨® al 70% en los bombardeos aliados que pusieron fin a la guerra de Bosnia en septiembre de 1995, y fueron claramente las protagonistas de la campa?a de Kosovo en 1999.
- Matar poco cuesta mucho. El Pent¨¢gono no ha ofrecido a¨²n cifras sobre el coste de la operaci¨®n de la actual campa?a en Afganist¨¢n, pero, seg¨²n datos del Departamento de Defensa de EE UU de este a?o, las bombas inteligentes que se est¨¢n empleando cuestan entre los 21.200 y los 245.000 d¨®lares (entre casi cuatro y m¨¢s de 40 millones de pesetas) frente a los 600 d¨®lares (unas 100.000 pesetas) que cuesta una bomba convencional de un B-52.
- Fallos t¨¦cnicos. Las bombas o misiles guiados por l¨¢ser tienen una probabilidad de error de 10 metros a la redonda del objetivo, similar al de las guiadas por sat¨¦lite. Pero pueden desviarse de sus objetivos por diferentes y variadas causas. La primera y m¨¢s simple es que sean disparadas prematuramente por un fallo mec¨¢nico, y la m¨¢s com¨²n, por el mal tiempo. Las bombas guiadas por l¨¢ser pueden verse afectadas por la niebla, el humo, polvo denso o lluvia fuerte, condiciones que interrumpen moment¨¢neamente la se?al de l¨¢ser que marca el objetivo.
Las guiadas por sat¨¦lite no se ven tan influidas por esas circunstancias, pero pueden verse afectadas por interferencias electr¨®nicas de otros aparatos o por p¨¦rdida de contacto con los sat¨¦lites.
- Errores humanos. Pero estas armas con sistema de navegaci¨®n GPS (Global Satellite Positioning) pueden ser proclives al error humano, al exigir una informaci¨®n exacta sobre el objetivo a bombardear -el ejemplo m¨¢s sonado fue el de la Embajada china en Belgrado en mayo de 1999- y una delicada puesta en pr¨¢ctica.
Simplificando, una bomba inteligente de esta clase incorpora un sistema de guiado con informaci¨®n del objetivo. Esta informaci¨®n es el resultado de un complicado cruce de los datos que env¨ªan los sat¨¦lites en tiempo real y con la que se establecen una serie de coordenadas preprogramadas. Pero en ese momento interviene un miembro de tripulaci¨®n que antes o durante el vuelo tiene que convertir un mapa en cifras para marcar el objetivo. Errores n¨²mericos de este tipo, seg¨²n ha reconocido el Pent¨¢gono, son la causa de que una bomba cayera en un barrio de chabolas de Kabul el pasado d¨ªa 12 a kil¨®metro y medio de su objetivo, que era un helic¨®ptero, matando a cuatro personas, o que otra destruyese un asilo militar en Herat el domingo pasado.
El bombardeo de precisi¨®n ha cambiado la estrategia al contemplar los objetivos como parte de una red y ser perfecto, para lo que ya en 1999 brit¨¢nicos y norteamericanos llamaban, objetivos compinches, es decir, aquellos que m¨¢s duelen a los mafiosos.
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