Consulta en el PNV
El Estatuto de Gernika ha cumplido su misi¨®n con honor, pero ha dejado de ser un punto de encuentro entre los vascos, por lo que se necesita un nuevo consenso situado m¨¢s all¨¢ de esa norma, seg¨²n defendi¨® ayer el lehendakari en el pleno sobre autogobierno celebrado en el Parlamento de Vitoria. Las bases de ese nuevo consenso que propuso vienen a ser un resumen del programa m¨¢ximo nacionalista, o tal vez una media entre ese programa y el de Batasuna: reconocimiento de Euskal Herria como sujeto pol¨ªtico, derecho de autodeterminaci¨®n, relaci¨®n con el Pa¨ªs Vasco franc¨¦s, m¨¢s competencias, relaci¨®n directa con las instituciones europeas. Es decir, un consenso nacionalista al que son invitados a adherirse los no nacionalistas.
El lehendakari dijo que no hab¨ªa que mezclar violencia con autogobierno. Parec¨ªa una autocr¨ªtica por haber pretendido (en Lizarra) hacer pagar a los no nacionalistas un precio para apaciguar a ETA. Ahora se pretende lo mismo a cambio de nada: que todos asuman el programa nacionalista, porque Ibarretxe interpreta que el Estatuto ya no es punto de encuentro. Es una profec¨ªa autocumplida. Las elecciones no ponen de manifiesto que la sociedad sea hoy m¨¢s nacionalista que hace 15 a?os, pero es evidente que, si el lehendakari que gobierna en nombre del Estatuto lo considera insuficiente para las aspiraciones vascas, su legitimidad se ver¨¢ afectada. Por eso resulta sorprendente que sea el propio Ibarretxe quien se pregunte por qu¨¦ el Estatuto 'no ha servido para ensanchar los consensos b¨¢sicos que ten¨ªamos en 1979'. La idea de romper un consenso del 85% para atraer al 15% que qued¨® fuera ha resultado desastrosa; con el agravante de que tampoco ha servido para atraer a esa minor¨ªa, como ayer volvi¨® a poner de manifiesto Otegi.
Algunos nacionalistas indicaron hace tiempo la incoherencia de reclamar a la vez, y con gran ¨¦nfasis, el cumplimiento ¨ªntegro del Estatuto y su superaci¨®n. Ahora se ve que lo importante no era la reclamaci¨®n, sino el ¨¦nfasis: se trata de dramatizar la relaci¨®n con el Gobierno central a fin de justificar la ruptura. Es un dramatismo artificial, porque, incluso si la interpretraci¨®n nacionalista fuera correcta, lo que queda por transferir es algo que no afecta a lo esencial del autogobierno. Las encuestas reflejan desde hace a?os que el llamado 'cumplimiento ¨ªntegro del Estatuto' es la menor de las preocupaciones de los ciudadanos.
Deducir de las divergencias existentes sobre competencias que se est¨¢ 'negando la existencia del pueblo vasco', como lleg¨® a decir Ibarretxe, es una exageraci¨®n radical y s¨®lo se explica si se est¨¢n buscando argumentos para romper la baraja. La v¨ªa estatutaria es un mecanismo para integrar en el Estado a comunidades con personalidad diferenciada. No tiene sentido reivindicar el Estatuto como v¨ªa para salirse de ese Estado. Ibarretxe propuso 'un gran pacto de Estado' para 'dar respuesta a las demandas de autogobierno y de la capacidad para decidir el futuro que tiene el pueblo vasco como expresi¨®n de su nacionalidad'. Un pacto de Estado para que se le reconozca el derecho a romper el Estado. No tiene mucho sentido.
S¨ª lo tendr¨ªa la adaptaci¨®n del Estatuto a las nuevas condiciones creadas por la integraci¨®n europea, que ha afectado a la distribuci¨®n competencial entre los tres niveles (europeo, espa?ol, auton¨®mico). Ser¨ªa l¨®gico, por ello, establecer mecanismos de representaci¨®n de los intereses territoriales en las instituciones europeas. Pero esa cuesti¨®n es inseparable de la lealtad constitucional. Lo que no es posible es exigir presencia en una instituci¨®n que agrupa a Estados y a la vez reclamar el reconocimiento de que 'el Pueblo vasco no es una parte subordinada del Estado', como tambi¨¦n dijo ayer Ibarretxe para justificar su planteamiento autodeterminista.
El mensaje es confuso: si no se satisfacen las aspiraciones nacionalistas, habr¨¢ llegado el momento de consultar a la poblaci¨®n. Pero no sobre la independencia, sino sobre el derecho a ser consultada sobre si desea la independencia. Vuelve a confundirse a la comunidad nacionalista con la poblaci¨®n vasca. Se sabe perfectamente que el 40% que vota a PP y PSOE es contrario a la independencia y favorable a la autonom¨ªa, y que el 10%-15% que suele votar a HB es independentista. Lo que plantea problemas es ese otro 40%-45% de electores que votan PNV-EA y entre los que hay independentistas y autonomistas. Es en su propio partido donde deber¨ªa realizar una consulta Ibarretxe. Si no lo hace es porque ello dividir¨ªa a sus seguidores, lo que pondr¨ªa en peligro su mayor¨ªa. Pero eso no le da derecho a desplazar el problema al conjunto de la poblaci¨®n y a desestabilizar el Estado auton¨®mico al grito de '?Qu¨¦ hay de malo en ello?'.
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