Dos preguntas ociosas
EL PRESIDENTE DEL PNV propuso hace ocho d¨ªas, ante una asamblea de las juventudes de su partido (EGI), la eventual celebraci¨®n de una consulta para que 'el pueblo vasco diga formalmente que ETA debe desaparecer'. Esta vez, la iniciativa de Arzalluz no fue criticada ¨²nicamente por la oposici¨®n en el Parlamento de Vitoria; tambi¨¦n el consejero que representa a Izquierda Unida en el Gobierno de Ibarretxe descart¨® la propuesta con el argumento de que la sociedad vasca ya se ha expresado 'suficientemente' sobre el asunto. En efecto, s¨®lo los votantes de Euskal Herritarrok (un 10% del recuento total el 13-M) quedar¨ªan excluidos -seguramente no en su totalidad- del rechazo a ETA del 90% restante del electorado; un reciente sondeo del Gobierno de Vitoria reduce todav¨ªa m¨¢s el porcentaje de ciudadanos vascos -un 6%- que se declaran c¨®mplices morales de los terroristas.
Las peticiones y s¨²plicas dirigidas a ETA por los actuales dirigentes del PNV para que 'deje de matar' han tenido como ¨²nica respuesta la perpetraci¨®n de nuevos atentados; no faltan indicios de que esas quejumbrosas exhortaciones fueron interpretadas por los terroristas como un s¨ªntoma de la debilidad de sus adversarios: tambi¨¦n la sugerencia de Arzalluz podr¨ªa producir ese efecto perverso. Para algunos pol¨ªticos y periodistas, la propuesta del presidente del PNV probar¨ªa que el prolongado ejercicio del poder (sea al frente de un Gobierno o de un partido) termina por aislar de la realidad a sus titulares: la iniciativa, sin embargo, no es fruto de motivaciones psicopatol¨®gicas, sino que desempe?a el papel de cimbel en la cacer¨ªa de una segunda consulta.
Porque la enigm¨¢tica referencia de Arzalluz a la posibilidad de que Euskadi hable con voz propia en Europa 'dentro de diez o quince a?os' hace pensar que su propuesta de confiar a las urnas la condena de ETA busca una coartada legitimadora para someter tambi¨¦n a consulta popular otra pregunta ociosa: el refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n es la amenazante espada de Damocles mantenida en vilo por el PNV sobre la pac¨ªfica cohesi¨®n del Pa¨ªs Vasco con el presumible objetivo de mejorar su capacidad negociadora para reformar el estatuto y de retener los votos radicales.
La Constituci¨®n no reconoce a las comunidades aut¨®nomas el derecho de autodeterminaci¨®n, atribuye al presidente del Gobierno -previa autorizaci¨®n de las Cortes-la facultad de convocar referendos consultivos (art¨ªculo 92.2) y reserva al Estado la competencia exclusiva de autorizar 'la convocatoria de consultas populares por v¨ªa del refer¨¦ndum' (art¨ªculo 149.1.32). Aun despojada de su condici¨®n de derecho y formulada como simple aspiraci¨®n pol¨ªtica, la exigencia de una consulta popular para que la sociedad vasca decida 'libre y democr¨¢ticamente su propio futuro' (Ibarretxe dixit) es a la vez desestabilizadora y superflua. El 13-M, PP y PSOE (opuestos a la independencia) sumaron el 41% de los sufragios, e Izquierda Unida (defensora de la autodeterminaci¨®n, pero no de la secesi¨®n) reuni¨® el 5,5%. En el campo nacionalista, los votantes de Euskal Herritarrok siguen las consignas de ETA, que rechaza la independencia por separado del Pa¨ªs Vasco, considera a Euskal Herria 'un jarr¨®n fracturado en tres partes' (Euskadi, Navarra y los territorios ultrapirenaicos bajo soberan¨ªa francesa) y subordina la fantasmal autodeterminaci¨®n del futuro Estado vasco transfronterizo unificado a la previa limpieza ¨¦tnica de la poblaci¨®n y del censo. Quedar¨ªa, as¨ª pues, el 42,7% de los votantes de PNV y EA como te¨®rico sost¨¦n para la autodeterminaci¨®n democr¨¢tica de Euskadi; resulta muy improbable, sin embargo, que todos o una mayor¨ªa significativa de esos electores prefieran la independencia a la autonom¨ªa. En esa perspectiva, las apelaciones a la autodeterminaci¨®n (aunque sea mediante los eufemismos utilizados por el lehendakari durante el debate del pasado jueves en el Parlamento de Vitoria) implican tensiones para el Pa¨ªs Vasco tan peligrosas como costosas.
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