?Por qu¨¦ en Irlanda s¨ª y aqu¨ª no?
Cada vez que la soluci¨®n negociada se abre paso en un rinc¨®n del planeta, el conjunto del nacionalismo vasco, muy particularmente el violento, saluda la iniciativa con alborozo y escudri?a los t¨¦rminos del posible acuerdo en busca de un paralelismo, generalmente imposible. Si la equiparaci¨®n no da m¨¢s de s¨ª, aunque se retuerza, y si el desenlace en ciernes no se acomoda tampoco a los prop¨®sitos dom¨¦sticos, siempre queda el elogio voluntarista e interesado de la disposici¨®n al di¨¢logo mostrada por los Gobiernos implicados y el consiguiente reproche al Ejecutivo espa?ol.
En esta b¨²squeda incesante de un referente exterior, un modelo internacional que legitime el 'conflicto vasco', el nacionalismo ha puesto sus ojos en las conversaciones de Oslo con los palestinos, en el proceso de Quebec y hasta en el ejemplo surafricano, pero donde tradicionalmente se ha mirado al espejo, por razones de proximidad e identificaci¨®n hist¨®rica, ha sido en el caso irland¨¦s. La pregunta que los medios vascos exponen estos d¨ªas: '?Por qu¨¦ en Irlanda s¨ª y aqu¨ª no?' fue ya lanzada a?os atr¨¢s en las manifestaciones de HB y posteriormente amortiguada y reconducida desde la direcci¨®n mancomunada de KAS en cuanto se supo que el IRA parec¨ªa dispuesta a mantener indefinidamente la tregua y a negociar el abandono de las armas. El paralelismo s¨®lo se hace inc¨®modo en la medida en que interpela directamente a ETA. Ya en los a?os ochenta, algunos de los representantes de ETA y de sus brazos pol¨ªticos volv¨ªan del viaje por la verde rep¨²blica con la rara sensaci¨®n de que sus hermanos europeos del Sinn Fein y del IRA les invitaban m¨¢s a la reflexi¨®n que a la huida hacia delante. 'Ya quisi¨¦ramos una autonom¨ªa como la vuestra, nosotros estamos bloqueados en el callej¨®n'. Mensajes de este tenor se entreveraban en las privilegiadas relaciones pol¨ªticas y log¨ªsticas que las dos organizaciones terroristas han mantenido a lo largo de los a?os. Pese a los alardes propagand¨ªsticos, el proceso irland¨¦s lleva tiempo pill¨¢ndole a ETA a contrapi¨¦. Sin ir m¨¢s lejos, en el Zutabe (¨®rgano interno de la organizaci¨®n terrorista) de junio ¨²ltimo se sostiene que el IRA no tiene porqu¨¦ entregar sus armas, porque no ha firmado ning¨²n acuerdo. 'El IRA no va a perder ning¨²n soldado, por tanto no tiene porqu¨¦ entregar sus armas ?Acaso el ej¨¦rcito brit¨¢nico tiene que hacer decomiso de sus armas?', se apunta con evidentes dosis de fatuidad.
Conviene dudar de la idea de que ETA vaya a verse atacada por una especie de miedo esc¨¦nico a encontrarse pr¨¢cticamente sola en Europa
El acuerdo irland¨¦s despoja a Lizarra de contenido y no deja al nacionalismo vasco m¨¢s elemento anal¨®gico que la pura metodolog¨ªa para el di¨¢logo
El Sinn Fein y el IRA les invitaban a la reflexi¨®n: 'Ya quisi¨¦ramos una autonom¨ªa como la vuestra, nosotros estamos bloqueados en un callej¨®n sin salida'
Blair y Aznar
Ahora, tras el anuncio de que el IRA est¨¢ destruyendo sus arsenales, el socorrido argumento del mundo de ETA es refugiarse en el pacto de Lizarra, contraponer a Blair con Aznar y destacar que la eliminaci¨®n del armamento se produce como consecuencia de un largo proceso iniciado con la asunci¨®n del derecho de autodeterminaci¨®n incluido en la Declaraci¨®n de Downing Street de 1993 y en los Acuerdos de Stormont de 1998.
Se obvia que el reconocimiento de la autodeterminaci¨®n irlandesa est¨¢ condicionado al derecho a la autodeterminaci¨®n de los unionistas norirlandeses, mayoritarios en el Ulster, que la soluci¨®n acordada implica gobiernos mixtos de unionistas y republicanos para gestionar una autonom¨ªa muy inferior a la vasca, que la filosof¨ªa que lo inspira no es una soberan¨ªa asentada sobre la territorialidad, sino una autonom¨ªa centrada en los derechos personales de los ciudadanos. Nada que ver con el soberanismo de Lizarra, presentado en su d¨ªa como fiel reflejo del modelo irland¨¦s, nada que ver con la construcci¨®n de un nuevo cuadro institucional que vac¨ªe y sustituya a las actuales instituciones auton¨®micas, con la marginaci¨®n pol¨ªtica de los vascos no nacionalistas, con la din¨¢mica de hechos consumados que no reserva otra funci¨®n al Gobierno central que la aprobaci¨®n de lo acordado por la mayor¨ªa nacionalista. Por el contrario, el acuerdo irland¨¦s despoja a Lizarra de contenido y no deja al nacionalismo vasco m¨¢s elemento anal¨®gico que la pura metodolog¨ªa para el di¨¢logo, el juego del procedimiento que despliega actualmente el grupo mediador Elkarri, firmante de Lizarra.
George Mitchel, el senador estadounidense mediador en el caso irland¨¦s, ya ha dicho que el procedimiento, con ser importante, no puede suplir la falta de voluntad de las partes. Es ah¨ª donde est¨¢ el problema. Se puede pensar que la retirada del IRA debe incidir a medio plazo en la trayectoria de ETA, pero conviene dudar de la idea de que la organizaci¨®n terrorista vasca vaya a verse atacada por una especie de miedo esc¨¦nico a encontrarse pr¨¢cticamente sola en Europa, sin el concurso de los en un tiempo considerados 'hermanos mayores'. Si el narcisismo del nacionalismo vasco alcanza cotas poco habituales, el ego terrorista, perfectamente alimentado por sus medios propios, ha sido educado en estas d¨¦cadas en la convicci¨®n de que puede echar mano de la salida negociadora en cuanto lo desee.
El problema m¨¢s dif¨ªcil
El desenlace irland¨¦s acredita el retraso de ETA en la b¨²squeda de una salida, pero no despeja para nada el problema de su voluntad, su desapego absoluto por el sufrimiento ajeno, su fe sectaria en la victoria final que, cree, le expurgar¨¢ de toda culpa.
Hay quien piensa que el problema de ETA es el m¨¢s dif¨ªcil de resolver de toda Europa porque, al contrario que el irland¨¦s, surgido de la marginaci¨®n de una comunidad y desarrollado sobre un terreno b¨¦lico de toma y daca, 'yo asesino y me asesinan', el caso vasco carece del 'principio de realidad' y los agravios pertenecen m¨¢s bien al universo imaginario, excepci¨®n hecha del par¨¦ntesis de los GAL.
El profesor en Antropolog¨ªa Social de la Universidad Vasca, Pablo M¨¦ndez, sostiene, por ejemplo, que el problema vasco es de tipo psicosom¨¢tico y que, en consecuencia, los s¨ªntomas de esas lesiones, reales en la medida de que se perciben como tales, apuntan 'a un origen distinto al que manifiestamente aparece como causa del dolor'. Alude as¨ª a la necesidad nacionalista de reinterpretar la historia, a la persistencia de la violencia como basamento para recrear la existencia de un conflicto bipolar entre vascos y espa?oles.
El problema tambi¨¦n es que, una vez alcanzado un grado de autonom¨ªa tan desarrollado, no parecen quedar reivindicaciones de peso que puedan satisfacer a ETA sin atentar contra los principios y derechos democr¨¢ticos. Como se ha visto en Irlanda, despu¨¦s de que los oradores del Sinn Fein aseguraran que no se entregar¨ªa a los ingleses 'ni una bala', al final siempre llega el momento de hacer de la necesidad virtud y de aterrizar en la realidad. En el caso vasco hay dudas m¨¢s que razonables tanto de la voluntad como de la madurez de la organizaci¨®n terrorista, dudas que alimentan el temor de que ETA s¨®lo podr¨¢ alcanzar el principio de realidad cuando su capacidad militar y pol¨ªtica queden seriamente neutralizadas.
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