La vigencia de la salud p¨²blica
La sociedad occidental actual ha alcanzado niveles de calidad de vida, salud y bienestar que no pod¨ªan ser imaginados hace tan siquiera 100 a?os. Ni la supervivencia ni la alimentaci¨®n son un problema b¨¢sico. Pr¨¢cticamente ya no fallecen ni?os ni tampoco parturientas, y la educaci¨®n y los medios de desarrollo personal nunca han estado tan extendidos. La muerte es algo alejado, los ancianos agonizan en los hospitales, en los conflictos no mueren soldados occidentales, y en las Torres Gemelas no vimos v¨ªctimas. Casi parecemos inmortales.
Esto nos ha llevado a tener una sensaci¨®n de seguridad que ha motivado la dificultad de asumir que la vida, a pesar de todo, sigue teniendo riesgos, y situaciones como una intoxicaci¨®n masiva por un producto qu¨ªmico no identificado, o un brote de legionelosis no se conciben como posibles. Los casos de ¨¢ntrax en EE UU nos sumen en un estado de confusi¨®n poco relacionado con la dimensi¨®n real del problema, y la idea de que podemos conseguir un riesgo cero para nuestras vidas est¨¢ tan difundida que muchos pol¨ªticos se creen en la obligaci¨®n de garantizarlo.
La idea del 'riesgo cero' es tan com¨²n que muchos pol¨ªticos se creen obligados a garantizarlo
Los profesionales que trabajamos en salud p¨²blica convivimos de cerca con esta contradicci¨®n. La globalizaci¨®n de los procesos industriales y de la comunicaci¨®n hacen que peri¨®dicamente nos veamos sacudidos por situaciones de crisis que pueden afectar a un n¨²mero elevado de personas sin respetar fronteras geogr¨¢ficas. En estos casos, las noticias y con ellas la alarma se difunden, en tan s¨®lo unos minutos, a todo el planeta. Hemos asistido a la crisis de las vacas locas, la contaminaci¨®n por dioxinas, los brotes de legionela, etc¨¦tera, calificadas como inadmisibles por nuestra sociedad de riesgo cero, lo que aboca a algunos de nuestros dirigentes a obviarlas mientras no han saltado a los medios de comunicaci¨®n, y a intentar hacerlas desaparecer cuando son p¨²blicas, con medidas puntuales a veces tan excesivas como inoperantes.
Queremos que los edificios se construyan con criterios y materiales que eviten los incendios, pero sabemos a ciencia cierta que ¨¦stos se seguir¨¢n produciendo y nadie duda de la necesidad de disponer de cuerpos de bomberos bien entrenados. Tampoco cunde el p¨¢nico en la ciudad cuando se produce un incendio, y a ninguno de nuestros alcaldes se le ocurre dirigir las operaciones de extinci¨®n.
En salud p¨²blica tampoco se podr¨¢ evitar que se sigan produciendo situaciones de crisis, porque la vida tiene componentes de azar que no podemos controlar. Por ello los profesionales de la salud p¨²blica trabajamos para detectar precozmente aquellos episodios que pueden tener impacto sobre la salud de los ciudadanos, para establecer medidas encaminadas a solucionarlos con rapidez. Controlamos el medio ambiente monitorizando las emisiones que se producen al aire, al agua, etc¨¦tera. Inspeccionamos las industrias para conocer qu¨¦ procesos realizan y c¨®mo se llevan a cabo. Vigilamos permanentemente las enfermedades para detectar cualquier cambio en su tendencia que nos permita prever situaciones de crisis. Pero si se produce una alerta o un brote epid¨¦mico, como los bomberos, tenemos que intervenir.
Sin embargo, no ser¨¢ posible ofrecer salud p¨²blica de calidad mientras s¨®lo se le dedique el 0,7% (iron¨ªas del destino) del presupuesto que se gasta en sanidad. Ni mientras en una comunidad como la de Madrid haya un m¨¦dico especialista de hospital por cada 516 habitantes frente a un profesional de salud p¨²blica por cada 25.000 habitantes. Probablemente, es necesario que los ciudadanos sigan reclamando mejor salud p¨²blica para todos, pero adem¨¢s nuestros dirigentes tendr¨¢n que aprender que la resoluci¨®n de las crisis de salud p¨²blica, como la de los incendios, es t¨¦cnica.
La labor pol¨ªtica, econ¨®mica, legislativa y social que puede contribuir a evitarlas es previa o posterior a la propia crisis. Los profesionales de la salud p¨²blica tambi¨¦n tenemos una tarea, la de defender un trabajo t¨¦cnico y profesional y protestar cuando se producen intromisiones pol¨ªticas, como lo har¨ªan los bomberos si se enviara a los se?ores diputados a apagar incendios.
Karoline Fern¨¢ndez de la Hoz y Pedro Arias son m¨¦dicos epidemi¨®logos de la Consejer¨ªa de Sanidad de la Comunidad de Madrid.
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