Cultura religiosa y cultura pol¨ªtica
Quiz¨¢ no estemos en el mejor momento para hablar de conexiones amables entre la religi¨®n y la pol¨ªtica. O tal vez s¨ª. Tal vez sea ¨¦ste el momento de llamar la atenci¨®n sobre el hecho de que las religiones no tienen ni por qu¨¦ ser fundamentalistas ni un estorbo al proceso pol¨ªtico de las sociedades abiertas. Rafael D¨ªaz Salazar lleva a?os dedicado al empe?o de mostrar -mejor, recordar- que nuestra pol¨ªtica m¨¢s progresista tiene ra¨ªces cristianas. El cristianismo, en efecto, no s¨®lo no ha estado ausente del pensamiento socialista, sino que, por el contrario, tuvo una influencia decisiva en la cultura de izquierdas europea.
Las quejas cada vez m¨¢s frecuentes por la p¨¦rdida de nuestra memoria hist¨®rica deber¨ªan extenderse tambi¨¦n a esa relaci¨®n indiscutible entre el cristianismo militante y emancipador y el desarrollo del socialismo. Que los valores b¨¢sicos del cristianismo y del socialismo son los mismos nadie lo discute. No es raro, pues, que la misi¨®n evang¨¦lica de liberaci¨®n convergiera con el radicalismo, en especial a partir de la segunda mitad del siglo XX. Da cuenta de ello la Doctrina Social de la Iglesia, cr¨ªtica tanto del colectivismo marxista como del capitalismo liberal. Son, por otra parte, asociaciones como la Hermandad Obrera de Acci¨®n Cat¨®lica (HOAC) o la Juventud Obrera Cristiana (JOC), las que impulsan en Espa?a la cultura obrera y el movimiento sindical. S¨®lo la tendencia tan nuestra a renunciar en bloque al pasado por lo que pudo tener de malo y desechable, nos lleva a ignorar e incluso a despreciar los m¨®viles religiosos que dieron y pueden seguir produciendo frutos positivos.
NUEVO SOCIALISMO Y CRISTIANOS DE IZQUIERDA
Rafael D¨ªaz Salazar HOAC. Madrid, 2001 318 p¨¢ginas. 2.600 pesetas
El pasado del socialismo es deudor del cristianismo, y tambi¨¦n lo ser¨¢ el futuro del socialismo, sostiene D¨ªaz Salazar. De hecho, la cr¨ªtica cristiana al proyecto econ¨®mico neoliberal, a menudo m¨¢s efusiva y menos vacilante que la cr¨ªtica laica, ha causado ya una cierta apertura de los partidos socialistas al mundo cristiano. Que los movimientos sociales se nutren mayormente de antiguas comunidades confesionales es una evidencia y una muestra de la capacidad de la militancia cristiana de situarse donde m¨¢s falta hace y de atender a los nuevos problemas sociales. Seguramente por ello, los socialismos europeos han empezado a aceptar la 'aportaci¨®n cultural cristiana' como una identidad enriquecedora de la pol¨ªtica partidista demasiado encerrada en s¨ª misma. Entre otras cosas, las formas innovadoras de cultura religiosa pueden aportar ideas sobre la creaci¨®n de una moral ciudadana que sostenga la nueva pol¨ªtica socialista. La privatizaci¨®n de la religi¨®n tiene, en nuestro mundo, una larga historia, a¨²n inconclusa, a la que no se trata de renunciar. Pero privatizar la fe no implica rechazar el potencial liberador de una doctrina basada en la idea de la fraternidad universal.
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