Zidane y el escudero pelirrojo
El franc¨¦s sacia, ayudado por McManaman, su obsesi¨®n de ganar el cl¨¢sico y salda la pol¨¦mica sobre su adaptaci¨®n
Zidane fue el Llanero Solitario y McManaman su amigo, el indio Toro. El media punta franc¨¦s tiene sus propios m¨¦todos y habla m¨¢s bien poco con sus compa?eros. Su cable a tierra, m¨¢s que Makelele, es el ex extremo pelirrojo del Liverpool. Escudero del media punta, he aqu¨ª una de las m¨²ltiples funciones del ingl¨¦s durante el partido de ayer: traducir el lirismo de Zidane en un arma efectiva. Pasarle la mano por los hombros, darle palabras de ¨¢nimo, cubrirle las espaldas en defensa y devolverle las paredes como ¨¦l quiere. Hacer el un-dos, como dicen en Marsella. El tuya-m¨ªa de toda la vida, que a Zidane le gusta tanto y que nadie entre los titulares del Madrid aprovech¨® tanto como McManaman en el duelo de ayer.
Se sigui¨® estirando en el partido; estaba preocupado y cabizbajo, se tocaba las sienes
McManaman no es un virtuoso y a su estado f¨ªsico le faltan varios herbores. Pero ayer se conect¨® como nadie con el mejor jugador del mundo. En lo t¨¦cnico y en lo t¨¢ctico. Porque Del Bosque, que le tiene entre sus preferidos, a los 15 minutos del partido le orden¨® que se olvidara de la banda izquierda y se colocara m¨¢s en el medio, a la izquierda de Makelele en el doble pivote. Exactamente por detr¨¢s de Zidane cuando el Madrid perd¨ªa el bal¨®n, y proyect¨¢ndose por la banda cuando lo recuperaba. Marcando a Gabri o a Kluivert cuando el Bar?a atacaba, y enganchando jugadas cuando el Madrid ganaba la posesi¨®n.
Desde el calentamiento Zidane proyect¨® su halo particular. Recto como una tabla, los hombros echados hacia atr¨¢s, no toc¨® el bal¨®n cuando todos sus compa?eros lo hicieron, sino que prefiri¨® insistir en las carreras cortas y los estiramientos. Estir¨® los m¨²sculos de su cuello, de sus piernas, de su espalda. Mientras sus compa?eros formaban parejas para ejercitar controles y pases, ¨¦l segu¨ªa calentando y forzando la flexibilidad de su fibra. Por estirarse, el franc¨¦s se sigui¨® estirando cuando comenz¨® el partido, mientras esperaba un centro o cuando el ¨¢rbitro pitaba una falta. Estaba preocupado y cabizbajo. Se tocaba las sienes.
Al comenzar el partido a Zidane le hicieron faltas Overmars, Gabri, Puyol... Empez¨® jugando junto a Makelele en el medio centro, y le llev¨® varios minutos pisar el campo contrario. Despu¨¦s del primer cuarto, Ra¨²l rob¨® un bal¨®n en la medular, se lo dio a McManaman, y ¨¦ste conect¨® con Zidane y Figo. El centro del portugu¨¦s, rematado por McManaman, casi termina en gol. Minutos despu¨¦s, Zidane coge la pelota, enga?a a Xabi, gana dos metros y mete un pase medido al carril del once. Por all¨ª apareci¨® el ingl¨¦s, libre de la marca de Puyol, y meti¨® un centro que termin¨® cabeceando Morientes con la colaboraci¨®n de Ra¨²l. Fue el gol.
El tanto de la victoria resolvi¨® en la comuni¨®n del Bernab¨¦u toda la angustia de Zidane, que se hab¨ªa concentrado en un aislamiento pertinaz para preparar el duelo. 'Este partido es muy importante para m¨ª', hab¨ªa dicho. Quer¨ªa poner fin a las sospechas que, tras su llegada, lo se?alaban como el causante del desequilibrio t¨¢ctico del equipo. Era consciente de que el rumor se hab¨ªa extendido en el propio vestuario y nada mejor que el partido de ayer para solucionar una situaci¨®n inc¨®moda, establecerse en el equipo y ganarse el aprecio definitivo del p¨²blico. En el segundo gol particip¨® para desatascar a Makelele, metido entre tres defensas azulgrana, ganar unos metros con un regate, y devolverle el bal¨®n para el gol de Figo, otro que ten¨ªa una deuda pendiente.
Tras el pitido final, Zidane se dirigi¨® al bal¨®n, lo sostuvo entre sus manos y dio por cumplida la misi¨®n lanz¨¢ndolo de una patada a la grada.
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