Adi¨®s a 'Diario 16'
Gigante y extra?o. ?se es el t¨ªtulo que le ha puesto a su reciente libro sobre Gustavo Adolfo B¨¦cquer el escritor Luis Garc¨ªa Montero, quien, para esclarecer la vida y la obra del autor de las Rimas, ha tenido que alternar los m¨¦todos del poeta con los del profesor universitario y el detective. Diario 16 nunca fue un peri¨®dico gigante, pero s¨ª muy extra?o, tan extra?o como su accidentada e interminable agon¨ªa, que acab¨® ayer y que durante los ¨²ltimos diez a?os lo convirti¨® en una especie de publicaci¨®n fantasma, un grito sin eco que le hac¨ªa a uno acordarse, cuando lo hojeaba, de una de las rimas de B¨¦cquer: 'porque no brota sangre de la herida, / porque el muerto est¨¢ en pie'.
Diario 16 ha durado 25 a?os y su historia de ¨¦xitos y fracasos est¨¢ repartida en las sucesivas sedes que tuvo en Madrid: primero, en la calle del Padre Dami¨¢n; luego, en la de San Romualdo; despu¨¦s, en la calle Albasanz; m¨¢s adelante, en un edificio de la carretera de La Coru?a, colindante con la urbanizaci¨®n La Florida... ?Qu¨¦ ha cambiado en ese tiempo? Muchas cosas y nada. En la portada del primer n¨²mero, el 18 de octubre de 1976, se le¨ªa este titular: El etarra Argala, detenido en Francia. En la portada del ¨²ltimo se lee: Detenidos dos etarras tras hacer estallar un coche bomba en Madrid.
Durante casi una d¨¦cada, vivida entre el sorprendente edificio gris de San Romualdo, por cuyo interior lleno de rampas circulaban a todo gas los autom¨®viles y las furgonetas, someti¨¦ndote al peligro surrealista de ser atropellado en la tercera o cuarta planta; el edificio inteligente -as¨ª es como lo llamaban sus constructores- de Albasanz, tan inteligente que los cristales de espejo de las ventanas estaban colocados al rev¨¦s, de forma que t¨² no ve¨ªas la calle, pero desde la calle s¨ª que te ve¨ªan a ti, y, finalmente, el enorme edificio de la carretera de La Coru?a, donde una vez encontr¨¦ a dos redactores jefes jugando a pedirse los coches de la autopista, uno los rojos y otro los negros, a ver qui¨¦n llegaba primero a diez; durante esa d¨¦cada, en esos tres edificios de Diario 16 ocurrieron algunas de las cosas m¨¢s incre¨ªbles, a veces esperp¨¦nticas, que han ocurrido nunca en esta ciudad.
Por ejemplo: estabas en el momento culminante del cierre, esa hora en la que los peri¨®dicos parecen ollas llenas de piedras y puestas al fuego, y una secretaria te avisaba de que el director quer¨ªa verte. Cuando entrabas a su despacho, el director de turno -esto lo digo en sentido literal- enchufaba un casete, sub¨ªa el volumen hasta hacer temblar los muebles y t¨² o¨ªas unos alaridos terribles. Entonces, el director te dec¨ªa: 'Son los lobos de mi pueblo. ?A que a¨²llan de narices?'.
O te tocaba trabajar en una secci¨®n donde el redactor jefe se dedicaba a enviarse a s¨ª mismo a cualquier festival, entrevista o congreso que se celebrara en una localidad pintoresca de Espa?a o del extranjero y, cuando acababa el sarao, se daba diez d¨ªas de vacaciones porque estaba agotado y, seg¨²n su criterio, en M¨¢laga, Londres o Venecia hab¨ªa acumulado d¨ªas de libranza y fiestas de guardar. El mejor amigo de ese redactor jefe era un director adjunto que en una ocasi¨®n, al morir en Madrid el pintor Francis Bacon y entrar yo en la sala de juntas para dar la noticia, me contest¨®: 'Muy bien, pues si se ha muerto el Bacon, ma?ana todos los desayunos a media asta'. Al d¨ªa siguiente s¨®lo se public¨® una columna del suceso.
Pero hab¨ªa grandes periodistas en Diario 16, gente de la que algunos j¨®venes aprendimos el amor a un oficio que tiene mucho de rom¨¢ntico para quienes no ven en ¨¦l una mera profesi¨®n, sino una forma de luchar por la libertad, la cultura y la verdad, un modo de aclarar las cosas y quitarle la m¨¢scara a los mentirosos. Hay muchas razones detr¨¢s del hundimiento de Diario 16, hay luchas econ¨®micas y pol¨ªticas, traiciones, negligencias, ruindades y, al final, gente siniestra, de ¨¦sa que s¨®lo va a los sitios a meter la cuchara y salir corriendo. Pero, en el fondo, el fin empez¨® cuando Diario 16 quiso dejar de ser un peri¨®dico rom¨¢ntico para convertirse en un peri¨®dico austero. ?se no era su sitio. Hoy, por primera vez en 25 a?os, Diario 16, que empez¨® y acab¨® siendo, b¨¢sicamente, un peri¨®dico de Madrid, ya no est¨¢ en los quioscos. Pero seguir¨¢ estando en la historia de este pa¨ªs, por cuya justicia lucharon, sobreponi¨¦ndose a vagos y caraduras, muchos de sus profesionales.
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