IVAM, SA
Pretende el Gobierno italiano privatizar los museos de aquel pa¨ªs, lo que me parece una idea extraordinaria. En todo caso, lamento que esta propuesta no haya partido del Gobierno valenciano. Nos hubiera situado en el primer plano de la actualidad, proporcion¨¢ndonos una fama mucho mayor que, pongo por caso, la tan tra¨ªda Bienal de Valencia. ?Toda la prensa occidental tendr¨ªa, en estos momentos, los ojos vueltos hacia nosotros! ?Por fin, ser¨ªamos pioneros en un proyecto internacional!
Pero, a¨²n estamos a tiempo. Nuestra Comunidad posee museos excelentes por cuya gesti¨®n muchas empresas pagar¨ªan rentas importantes. Un IVAM en manos privadas se convertir¨ªa en un gran foco de atracci¨®n y proporcionar¨ªa cuantiosos ingresos. Estas pesetas vendr¨ªan muy bien para nuestra Hacienda P¨²blica, que atraviesa horas bajas. Para el Gobierno, la operaci¨®n es sencilla. Dispone de experiencia suficiente en campos como la sanidad o la ense?anza para acometer con ¨¦xito las privatizaciones.
Desde luego, la idea tiene sus detractores. Los directores del Moma, del Prado, del Louvre y de alg¨²n otro museo se oponen a ella y han pedido la apertura de un gran debate internacional sobre el asunto. No creo que deba considerarse la propuesta de estos se?ores. A fin de cuentas, son parte interesada. Yo, sinceramente, no veo aqu¨ª nada que debatir. Si vivimos en un sistema capitalista, que a todos nos parece excelente, ?por qu¨¦ habr¨ªamos de crear excepciones seg¨²n convenga a unos y a otros? Naturalmente que deben privatizarse los museos, y cuanto antes.
De hecho, la privatizaci¨®n de los museos ya ven¨ªa acometi¨¦ndose desde hace alg¨²n tiempo, sin que nadie protestara. Primero, se cedieron las cafeter¨ªas a empresas particulares: mejoraron los desayunos y el servicio result¨® m¨¢s diligente. Despu¨¦s, se abrieron librer¨ªas donde uno encontraba libros de arte rar¨ªsimos, dedicados a artistas de los que jam¨¢s hab¨ªa o¨ªdo hablar. La idea se extendi¨® con rapidez, dado su ¨¦xito, y el paso siguiente consisti¨® en la apertura de tiendas donde pueden adquirirse toda clase de objetos imaginables: llaveros, teteras, pa?uelos, juegos de caf¨¦, pendientes, collares, carteles, camisetas y un inacabable etc¨¦tera que hace la delicia de los visitantes. Hoy en d¨ªa, algunas de estas tiendas resultan mucho m¨¢s interesantes que los museos que las albergan. La prueba es que siempre las encuentra usted atestadas de gente.
El ministro de Cultura italiano ha advertido que la direcci¨®n art¨ªstica de los museos no se entregar¨¢, en ning¨²n caso, a las nuevas empresas. En mi opini¨®n, es un error que tendr¨¢ graves efectos y que, en el caso de realizarse estas privatizaciones en nuestra Comunidad, sugiero evitar. Si se decide privatizar un museo, debe hacerse con todas sus consecuencias. Dividir la instituci¨®n en dos ¨¢reas independientes provocar¨¢ conflictos y comprometer¨¢ el ¨¦xito de la empresa. No nos enga?emos: hoy el arte es un negocio y, ?qui¨¦n mejor que quienes lo dirigen para comprar, vender, organizar exposiciones de uno u otro artista o movimiento? El mercado guiar¨¢ sus pasos y el p¨²blico obtendr¨¢ aquello que desea. No seamos pacatos: sigamos la estela de los Guggenheim.
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