No hay vuelta a Oslo
?ste es otro momento crucial en el caprichoso proceso de paz de Oriente Pr¨®ximo. La nueva realidad pol¨ªtica que ha emergido tras el 11 de septiembre ha cambiado radicalmente la din¨¢mica del conflicto entre palestinos e israel¨ªes. Estados Unidos percibe, por primera vez, un inter¨¦s inmediato y directo en resolver el conflicto, o por lo menos en reducir al m¨ªnimo su capacidad de entorpecer los esfuerzos de la 'coalici¨®n' antiterrorista. Bush ha manifestado su apoyo a un Estado palestino al lado de Israel, y el Gobierno estadounidense parece estar en disposici¨®n de presentar un plan de gran alcance para Oriente Pr¨®ximo.
Al acumularse las presiones para que Israel y los palestinos vuelvan a la mesa de negociaciones, hay que tener mucho cuidado para no volver al callej¨®n sin salida del proceso de Oslo. Dicho de manera sencilla, no basta con 'volver a las negociaciones'. Si de las negociaciones no surge un Estado palestino viable y aut¨¦nticamente soberano, el conflicto no se resolver¨¢ y volver¨¢ a estallar la violencia. Para que tengan ¨¦xito las renovadas negociaciones deber¨¢n incluir los siguientes elementos, que faltaron en Oslo:
Si de las negociaciones no surge un Estado palestino viable y aut¨¦nticamente soberano, el conflicto no se resolver¨¢
Una conexi¨®n directa entre las negociaciones y las realidades sobre el terreno. Oslo fue formulado de tal forma que se pospusieran los 'temas dif¨ªciles' (l¨¦ase: los temas m¨¢s cruciales para los palestinos) hasta las etapas finales de las negociaciones, que nunca llegaron a producirse. Jerusal¨¦n, fronteras, agua, asentamientos, la suerte de los refugiados y los acuerdos de seguridad. Todos estos temas (excepto el ¨²ltimo, que era importante b¨¢sicamente para Israel) fueron pospuestos durante los siete a?os de las negociaciones.
Aunque el art¨ªculo IV de la Declaraci¨®n de Principios habla de preservar la 'integridad' de Gaza y Cisjordania durante las negociaciones, eso no impidi¨® que Israel crease hechos sobre el terreno absolutamente perjudiciales para las conversaciones. Desde la firma de los Acuerdos de Oslo, en septiembre de 1993, hasta el colapso de las negociaciones, en febrero de 2001, Israel ha duplicado con creces su poblaci¨®n de colonos, hasta llegar a los 400.000, y ha a?adido docenas de nuevos asentamientos -incluso ciudades enteras- mientras proclamaba ante el mundo que en realidad los hab¨ªa 'congelado'. Tras convertir la fuerza de trabajo palestina en mano de obra temporal completamente dependiente del mercado de trabajo israel¨ª, impuso un 'cierre' que mantuvo a la mayor¨ªa de los palestinos fuera de Israel y condujo a una pobreza generalizada.
Aunque los negociadores palestinos alegaron que necesitaban que su gente sintiera de forma real las ventajas del proceso de paz, la familia media palestina gana hoy menos de la cuarta parte de lo que ganaba cuando se firmaron los citados acuerdos de Oslo. Los territorios han sido divididos en cientos de islas diminutas sin libertad de movimientos entre unas y otras, y pr¨¢cticamente todos los palestinos viven en situaci¨®n de asedio. Israel controla todos los suministros de agua de Gaza y Cisjordania. Israel est¨¢ construyendo fren¨¦ticamente en el Este palestino de Jerusal¨¦n para impedir cualquier divisi¨®n -ni siquiera un reparto equitativo- de la ciudad. Y se niega a abordar el tema de los refugiados de forma coherente.
El nuevo marco para las negociaciones tendr¨¢ que integrar negociaciones para una soluci¨®n pol¨ªtica a partir de la situaci¨®n real sobre el terreno. Si Israel logra -como probablemente haya hecho ya- crear hechos irreversibles que le permitan controlar y dominar los territorios palestinos para siempre, las negociaciones basadas en el principio de los dos Estados no son m¨¢s que una receta para el apartheid.
Referencia al derecho internacional y a los derechos humanos. En Oslo se dejaron a un lado pr¨¢cticamente todos los elementos de protecci¨®n y de influencia que ten¨ªan los palestinos, entre ellos las Convenciones de Ginebra y la mayor¨ªa de las resoluciones de la ONU, en favor de unas negociaciones aceleradas en las que Israel ten¨ªa una enorme ventaja. La Cuarta Convenci¨®n de Ginebra, por ejemplo, proh¨ªbe a cualquier potencia ocupante construir asentamientos en el territorio conquistado. Si el derecho internacional hubiera sido una de las bases de Oslo, los palestinos podr¨ªan haber exigido que los asentamientos -todos los asentamientos, incluso los de Jerusal¨¦n Este- fueran desmantelados. Sin embargo, Israel y Estados Unidos insistieron en que todo fuera negociable, y en que se suspendiera el derecho internacional porque la adhesi¨®n a ¨¦ste podr¨ªa 'entorpecer' las negociaciones. Estados Unidos lleg¨® incluso a reclasificar las zonas palestinas de 'ocupadas' a 'en litigio'. Al hacerlo as¨ª, dej¨® a los palestinos en el aire.
Cualquier nuevo marco de negociaciones, pues, habr¨¢ de tomar en consideraci¨®n el derecho internacional, los derechos humanos y las resoluciones de la ONU. S¨®lo as¨ª se podr¨¢ crear un terreno de juego nivelado que permita a unos palestinos m¨¢s d¨¦biles negociar con un Israel m¨¢s fuerte.
Desmantelamiento de la matriz de control. Israel presenta como 'generosa' su oferta de renunciar al 95% de los territorios ocupados, y acusa a Arafat de desperdiciar una 'oportunidad hist¨®rica'. Esto pretende ocultar el hecho de que los palestinos ya renunciaron en Oslo a su reclamaci¨®n sobre el 78% de la Palestina del Mandato cuando reconocieron a Israel. Si el objeto de las negociaciones es un Estado palestino viable al lado de Israel, el tema fundamental es de control, no s¨®lo de territorio. El estrat¨¦gico 5% que Israel tiene en mente le permitir¨ªa mantener tres de sus cuatro bloques principales de asentamientos en los que habitan m¨¢s del 90% de sus colonos, y as¨ª crear un 'Gran Jerusal¨¦n' dominado por Israel y seguir controlando los movimientos en toda el ¨¢rea. A no ser que los temas de control, viabilidad y soberan¨ªa se conviertan en elementos formales de las negociaciones, el resultado ser¨¢ un mini-Estado palestino dependiente y no viable.
Refugiados. Aproximadamente, el 70% de los palestinos son refugiados. No es posible ninguna soluci¨®n al conflicto que no aborde sus derechos, necesidades y quejas. Israel debe admitir su papel activo en la creaci¨®n del problema de los refugiados y reconocer su derecho al retorno. ?sta es una condici¨®n previa para las negociaciones sobre la actualizaci¨®n de ese derecho.
El diminuto Estado palestino que surja tiene que poseer un territorio coherente, ser econ¨®micamente viable, aut¨¦nticamente soberano y estar libre de controles israel¨ªes. Depende de la comunidad internacional el que se garantice un nuevo marco de negociaciones que pueda dar como resultado una paz justa y duradera entre ambas partes.
Jeff Halper es catedr¨¢tico de Antropolog¨ªa de la Universidad Ben Gurion y coordinador del Comit¨¦ Israel¨ª Contra la Demolici¨®n de Casas (ICAHD).
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