Prosperidad contra terrorismo
En la Carta Atl¨¢ntica, Franklin Roosevelt y Winston Churchill declararon que los objetivos de los aliados de la II Guerra Mundial inclu¨ªan conseguir 'el avance econ¨®mico y la seguridad social' para todo el mundo. Recientemente, el presidente George Bush se hizo eco de estos l¨ªderes al afirmar: 'Tambi¨¦n venceremos a los terroristas construyendo una prosperidad duradera que prometa m¨¢s oportunidades y una vida mejor para todos los pueblos del mundo'. Es un objetivo loable, pero para lograrlo hacen falta cambios significativos en la pol¨ªtica de los pa¨ªses ricos, sobre todo en la de Estados Unidos.
Para m¨¢s de 1.000 millones de personas, cada d¨ªa es una batalla por la supervivencia, y muchos no salen victoriosos. Millones de pobres perecen cada a?o. Las pruebas recibidas en mis dos a?os como presidente de la Comisi¨®n de Macroeconom¨ªa y Salud de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) evidencian p¨¦rdidas sorprendentes y evitables. Muchas muertes se deben a enfermedades que se pueden prevenir y tratar, como el sarampi¨®n, el paludismo, la tuberculosis y el sida. Para abordar estas situaciones hace falta m¨¢s dinero del que disponen los pa¨ªses m¨¢s pobres del mundo, donde el gasto sanitario anual gira en torno a los 11 d¨®lares por persona y a?o. Se necesitan al menos 33 d¨®lares por persona y a?o para garantizar unos servicios sanitarios m¨ªnimos.
Los pa¨ªses ricos deben comprometerse mediante una ayuda econ¨®mica proporcional con las necesidades de los pa¨ªses pobres
En lugar de facilitar los 20 d¨®lares anuales por persona que hacen falta para cubrir la diferencia, los pa¨ªses ricos s¨®lo aportan dos d¨®lares por persona. Cuando por ello muere un pobre, Estados Unidos y otros pa¨ªses ricos act¨²an como si este resultado fuera un acontecimiento 'natural' en lugar del producto de la negligencia pol¨ªtica.
Si cada uno de los pa¨ªses ricos aportara una d¨¦cima parte del 1% de sus ingresos nacionales (m¨¢s o menos un centavo de cada 10 d¨®lares ganados), se podr¨ªan utilizar 25.000 millones de d¨®lares al a?o para salvar las vidas de los pobres del mundo. Lamentablemente, los pa¨ªses ricos s¨®lo aportan 6.000 millones de d¨®lares al a?o, o una cuarta parte de los 25.000 millones de d¨®lares que se necesitan. La Comisi¨®n de la OMS calcul¨® que se podr¨ªan salvar ocho millones de personas cada a?o con un esfuerzo financiado adecuadamente.
Aunque Estados Unidos es el donante m¨¢s agarrado del mundo desarrollado, los ¨²ltimos sondeos de opini¨®n indican que los estadounidenses tienen la falsa creencia de que su naci¨®n es la m¨¢s generosa de todas. Calculan que Estados Unidos gasta el 20% de su presupuesto federal en ayuda exterior. ?En realidad, EE UU s¨®lo destina la mitad del 1%! Cuando la ayuda se mide en t¨¦rminos de proporci¨®n del PIB, Estados Unidos figura como el ¨²ltimo de los pa¨ªses ricos. Muchos pa¨ªses europeos aportan proporcionalmente 10 veces m¨¢s.
El presidente Bush ha dicho que 'el comercio puede vencer la pobreza y la desesperaci¨®n'. Pero no basta s¨®lo con el comercio. No puede salvar a los que mueren de enfermedades: s¨®lo la ayuda econ¨®mica a tal efecto puede conseguirlo. Aunque el comercio beneficia a los pobres si los mercados desarrollados se abren para que el pobre pueda vender lo que produce, cuando las enfermedades hacen estragos es pr¨¢cticamente imposible conseguir crecer gracias a las exportaciones.
Otro argumento contra la taca?er¨ªa de Estados Unidos es que tiene como consecuencia un coste muy alto para su seguridad. El empobrecimiento contribuye al 'fracaso del Estado', que es el t¨¦rmino t¨¦cnico para el colapso pol¨ªtico, el terrorismo financiado por el Estado y los golpes militares. Cuando tiene lugar el 'fracaso del Estado', normalmente viene seguido de costosas intervenciones militares. A los pa¨ªses ricos les ir¨ªa mejor si trabajaran para cortar de ra¨ªz las crisis y las ca¨ªdas.
El presidente Bush ha iniciado un debate mundial sobre la promoci¨®n de la prosperidad universal. Los l¨ªderes mundiales deber¨ªan recordarle que los ricos deben comprometerse con la ayuda econ¨®mica a un nivel proporcional con las necesidades de los pobres, y que se deben abrir los mercados para permitir a los pobres abrirse camino hacia una mayor prosperidad a trav¨¦s de las exportaciones. Mientras no se den estos pasos, el mundo seguir¨¢ siendo peligroso y estando dividido, los pobres sufrir¨¢n y morir¨¢n innecesariamente, y la inestabilidad seguir¨¢ reinando.
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