A?oranza del teatro
Consecuencia del A?o Verdi, o de que Valencia se va preparando con cautela a la apertura de su nuevo teatro de ?pera, o simplemente olfato en los criterios de programaci¨®n, lo cierto que Lorin Maazel recal¨® en el Palau con sus efectivos b¨¢varos para dirigir una obra tan poco frecuentada en nuestro pa¨ªs como Luisa Miller, de Verdi, y lo hizo en la misma semana en que Riccardo Muti desembarcaba en el Liceo de Barcelona con Macbeth y los conjuntos estables de La Scala. Cuesti¨®n territorial. Si Madrid tiene su redentor en Barenboim y Barcelona en Muti, Valencia no ha querido quedarse atr¨¢s y, a la espera de que Metha se haga cargo de un minifestival veraniego, de momento ha consagrado a Maazel como su patriarca l¨ªrico. No est¨¢ mal la elecci¨®n y mucho menos la trilog¨ªa de grandes santones invitados de la batuta.
Luisa Miller
De Verdi. Versi¨®n de concierto. Direcci¨®n musical: Lorin Maazel. Coro y orquesta de la Radio de Baviera. Con Barbara Frittoli, Vincenzo La Scola, L¨¢szl¨® Polg¨¢r y Francesca Franci. Palau de la M¨²sica, Valencia, 10 de noviembre.
En este momento de definici¨®n oper¨ªstica espa?ola la presencia de Maazel en Valencia tiene mucho m¨¦rito. La gira M¨²nich-Mil¨¢n-Valencia con esta Luisa Miller ven¨ªa adem¨¢s precedida de una fuerte pol¨¦mica, pues los cantantes se han negado a representarla debido, en su criterio, a excesos del director de escena. No alcanza a Valencia esta negativa, ya que desde el principio se anunci¨® que aqu¨ª se trataba de una versi¨®n de concierto, pero el tema puede traer cola en la pol¨¦mica de qui¨¦n manda en el ¨®pera, si los cantantes, el director musical o los responsables teatrales.
Curiosamente, lo que m¨¢s se ech¨® de menos en Valencia fueron los valores teatrales. Por una parte, Luisa Miller no es una ¨®pera familiar para el espectador espa?ol (adem¨¢s no se sobretitul¨®) y por otra, tampoco los cantantes adoptaron una postura de semiescenificaci¨®n como a veces se hace en estos casos. Lo cierto es que estuvieron como pasmarotes con la fuerza de sus voces como ¨²nico recurso y, as¨ª, deslumbr¨® la mordiente, misterio, musicalidad de Barbara Fritoli, o caus¨® gran impacto el poder¨ªo vocal de L¨¢szl¨® Polg¨¢r, e incluso se apreci¨® la l¨ªnea musical verdiana aunque quiz¨¢ un poco endeble de La Scola, pero en conjunto aquello no acababa de despertar las emociones que son inherentes al g¨¦nero l¨ªrico.
Maazel no consigui¨® que el perfeccionismo de su direcci¨®n, la pulcritud t¨¦cnica de los acompa?amientos o la exquisita elaboraci¨®n sinf¨®nica desembocase en una explosi¨®n de sentimientos. La orquesta, impecable, era un mecanismo de relojer¨ªa pero le faltaba ese chispazo de pasi¨®n que requiere esta ¨®pera que supone, en cierto modo, el giro de Verdi desde los planteamientos pol¨ªticos a las cuestiones sociales. Magn¨ªfico el coro b¨¢varo, aunque tambi¨¦n sin desmelenamientos.
Todo ello no quita m¨¦ritos a la iniciativa del Palau. Un inmenso director como Maazel ha dirigido ¨®pera en Espa?a. ?sta es la noticia y el acontecimiento. La versi¨®n de Luisa Miller fue impoluta musicalmente, pero las esencias del melodrama quedaron aparcadas para otra ocasi¨®n.
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