Subyacer
Parece ser que, adem¨¢s de la inflaci¨®n aparente aunque real, hay otra que deber¨ªa preocuparnos mucho m¨¢s porque es tambi¨¦n real pero subyacente, o sea, que yace debajo y, por lo tanto, es, adem¨¢s de real, amenazante. Les dir¨¦ que hace un mont¨®n de tiempo que esta prenda se siente amenazada por lo subyacente, y no s¨®lo en el cap¨ªtulo de la econom¨ªa.
Por ejemplo, cuando los nuestros entran en Kabul y me hacen llorar de emoci¨®n las im¨¢genes de mujeres sin velo que sonr¨ªen, y de hombres jubilosos que vuelven a escuchar m¨²sica; entonces lo subyacente entra en acci¨®n, e incluso aflora, y est¨¢ esa secuencia del talib¨¢n arrastrado y asesinado, con los pantalones ca¨ªdos y los genitales cubiertos de sangre. Se acab¨® la emoci¨®n, o empieza otra: el temblor ante la barbarie subyacente activada por nuestros mecanismos civilizadores.
Por ejemplo, cuando leo que Colin Powell prepara un nuevo plan de paz para Oriente Pr¨®ximo y pienso que ojal¨¢; pero lo subyacente me recuerda que, seg¨²n Amnist¨ªa Internacional, en las ¨²ltimas semanas (desde que Bush dijo que los palestinos merecen un Estado propio) se ha duplicado el n¨²mero de palestinos muertos por israel¨ªes, mientras que la cifra de bajas israel¨ªes ha descendido considerablemente. Subyacente es tambi¨¦n, sin duda, el hecho ejemplar de que el Ej¨¦rcito israel¨ª se haya negado a juzgar a los soldados que, en julio pasado, mataron a tiros a un muchacho palestino de 11 a?os que estaba jugando al f¨²tbol en Rafah, al sur de Gaza.
Hay otras ocasiones en que lo subyacente resulta tan palmario que no hay necesidad de ponerse en guardia porque a una le chirr¨ªan los molares al primer impacto. Esa instant¨¢nea de Aznar tomando en sus brazos a Berlusconi para colocarlo bien en la fotograf¨ªa oficial de la cumbre de ambos Twin Peaks en Granada: ni siquiera hace falta leer lo que han dicho para comprender que aqu¨ª el peligro est¨¢ en lo evidente.
Con todo, debo admitir que a veces lo subyacente constituye una agradable sorpresa, y una merecida lecci¨®n de humildad. Qui¨¦n iba a decirme a m¨ª, que me envici¨¦ comprando en Loewe para llegar a ser como Pilar Valiente, que bajo su fina apariencia subyac¨ªa alguien que compraba sus pisos y jaguares en un todo a cien.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.