El hermano mellizo de Rivaldo
Hizo un gol y se movi¨® de un lado a otro intentando colaborar en el juego colectivo. Dispar¨® cuatro veces contra la porter¨ªa venezolana. En ocho o nueve oportunidades realiz¨® pases largos, pero sin mucho efecto. Ha sido, junto al ¨ªdolo Romario, el m¨¢ximo goleador brasile?o en las eliminatorias. Pero ni de lejos Rivaldo ha ofrecido con Brasil el f¨²tbol que suele ofrecer con el Barcelona.
Se dice que existen en Brasil 170 millones de especialistas en f¨²tbol y casi 80 millones de economistas. En esos dos temas sobran an¨¢lisis y opiniones. Pues el desempe?o de Rivaldo en los partidos oficiales y amistosos de la selecci¨®n a lo largo de los ¨²ltimos 12 meses es objeto de muchos intentos de explicaci¨®n que no llegan a conclusi¨®n alguna. Se dice, por ejemplo, que en el Bar?a juega en su posici¨®n natural, de atacante veloz; que el resto del equipo azulgrana es mucho mas armonioso que la siempre desorientada selecci¨®n brasile?a, y que sus compa?eros del mediocampo en adelante son de alta calidad. Los defensores de esa tesis critican duramente a los t¨¦cnicos de la selecci¨®n -de Luxemburgo a Scolari, pasando por los fugaces y confusos Candinho y Le?o- por insistir en mantener a Rivaldo como armador y no como atacante.
Pero, aun respet¨¢ndose esa l¨ªnea de raciocinio, no se llega a una soluci¨®n. Contra la d¨¦bil Venezuela, Rivaldo tuvo a su lado a atacantes eficaces y veloces. La fragilidad del adversario era suficiente como para que luciese en el campo como lo hace semanalmente en el Bar?a.
Hay un evidente malestar de la hinchada en relaci¨®n con el jugador. Se le acusa de detener demasiado la pelota, intentando jugadas individuales sin conclusi¨®n alguna. Se dice que cruza el Atl¨¢ntico para cumplir sus obligaciones, pero dejando su arte al embarcar en Espa?a. Fue abucheado varias veces y lleg¨® a amenazar con abandonar la selecci¨®n. Los entrenadores, sin excepci¨®n, le consideran fundamental. Pero Rivaldo no les da la raz¨®n.
Contra Venezuela jug¨® con zapatillas negras en vez de las blancas habituales. Ese detalle fortaleci¨® mucho una de las versiones de los analistas sobre su mediocre f¨²tbol: la que asegura que a Rivaldo no le gustan los viajes largos. Por eso cada vez que tiene que jugar con Brasil manda en su lugar al hermano mellizo. Y ¨¦ste juega bien, pero sin el brillo estelar del hermano famoso. Esta vez el mellizo se olvid¨® en Barcelona de las zapatillas blancas de Rivaldo. Esa peque?a falta le denunci¨®.
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