Un tanto patriota
Uno es un tanto patriota. Dig¨¢moslo de este modo por estar con los tiempos. Pero, m¨¢s bien, para estar con uno mismo, que, al fin y a la postre, es lo que cuenta, no se enga?e: ¨²nico sujeto de derechos, dice la doctrina. Ni 'pueblo', ni 'religi¨®n', ni 'solidaridad'; si usted est¨¢ consigo mismo, los dem¨¢s saldr¨¢n ganando, empezando por usted, claro (¨¦tica liberal, a lo Stuart Mill; aunque, p¨®ngasele sordina). Pero digo s¨®lo 'un tanto' porque es lo que uno siente: un sano escepticismo. Y digo 'patriota' (ahora se dice 'republicano') porque tambi¨¦n debo serlo, aunque no s¨¦ muy bien en qu¨¦ sentido. Me siento, o me s¨¦, de aqu¨ª; pero tambi¨¦n de all¨ª. S¨¦ que el hombre no es un ¨¢ngel asexuado, un ser celestial; es eso, hombre (homme adem¨¢s de citoyen, dir¨ªa Rousseau). De aqu¨ª y de all¨¢, hijo de ¨¦ste y habitante de tal lugar, tuerto y cojo. O rubio, o moreno. 'Y vio Dios lo que hab¨ªa hecho, y todo estaba bien'. Para que vean que tambi¨¦n Dios se equivocaba, como la paloma.
Un tanto patriota, pues. ?De qu¨¦ tipo?. Desde luego, siempre aborreciendo aquello de '?Todo por la Patria!'. O, tambi¨¦n, 'mort pour la patrie' y todas esas zarandajas. Tampoco le gusta a uno aqu¨ª lo de patriotismo republicano o constitucional, tras haber hecho de la Constituci¨®n una cuesti¨®n de nacionalismo (tambi¨¦n de eso; no se enga?en). Se es republicano, como Aza?a, o, de otro modo, como miembro activo de la comunidad, al modo de la libertad para los antiguos, hoy reformulada.
Uno se siente m¨¢s bien con aquel patriotismo de los ilustrados del XVIII que buscaban hacer algo por su terru?o. O, tambi¨¦n, con el patriotismo constitucional de Habermas, hecho contra el propio nacionalismo de Alemania. Una radical defensa de una articulaci¨®n de la naci¨®n (alemana) en base al derecho y la libertad (la constituci¨®n) y contra apelaciones territoriales, culturales, raciales o de cualquier otro tipo.
Algo as¨ª. Uno quiere que le vayan las cosas bien a su paisito. Y, como cree que ¨¦ste es un sentimiento bastante generalizado, pues lo expone. A ver qui¨¦n es el guapo que quiere que las cosas nos vayan mal. Que se atreva a decirlo. Nadie lo hace. Pero hay quien nos perjudica claramente. (No mencionar a ETA. Es punto y aparte.). Por ejemplo, sin ir m¨¢s lejos, el ilustr¨ªsimo se?or lehendakari de este pa¨ªs nuestro. Esa es la realidad. Cuatro a?os de incertidumbre por delante, cuatro a?os de objetivos desenfocados, cuatro de alimentar 'esperanzas vanas', que es alimentar, a la postre, a la bestia con doncellas cada quince d¨ªas para que no asalte la aldea. Los empresarios ya se ponen nerviosos y el pa¨ªs pierde oportunidades (?irreversiblemente?).
Por eso, y por algo m¨¢s que comentar¨¦, quisiera destacar el art¨ªculo publicado el pasado lunes en El Correo por el ex diputado general de Alava Emilio Guevara, La elecci¨®n del lehendakari. Porque es claro, l¨²cido, y porque, a pesar de ser una cr¨ªtica, escribe en positivo: 'Apostar inequ¨ªvocamente por el Estatuto de Gernika, como sistema estable de autonom¨ªa, supone renunciar a la utop¨ªa, pero nos permite construir una naci¨®n y una sociedad de ciudadanos, y nos da la legitimidad y la fuerza suficientes para reclamar el cumplimiento ¨ªntegro de ese Estatuto'. Siempre cre¨ª que Emilio Guevara -padre del Estatuto, no se olvide, y de la LTH- era el m¨¢s l¨²cido heredero del fuerismo del XIX. Y lo sigo creyendo. Aqu¨¦llos eran unos canallas conservadores y unos tiranos con sus gobernados -Guevara no, ?por Dios!; fue el primer diputado general dem¨®crata-, pero, en lo que toca al pa¨ªs, conectaban con aquel patriotismo de terru?o de los ilustrados del XVIII. Tambi¨¦n Guevara, que es adem¨¢s civilista.
Claro que dicen que est¨¢ excluido de la comunidad del PNV, con expediente incluido. Eso le deja irremisiblemente fuera. ?Qu¨¦ hacer para que la sensatez entre en nuestro Gobierno? ?Ser¨¢n las diputaciones? ?Dir¨¢ algo Rom¨¢n Sudupe? Rabanera, claro, hace lo que puede. Pero no cuenta. No es por dar ideas, pero recuerdo el bienio 1983-84 en que los diputados generales (primero Guevara) se lo pusieron complicado a Garaikoetxea. S¨¦ que el PNV teme precisamente eso. Pero, ?y al resto, qu¨¦ esperanza nos queda? 'Dios quiera que el lehendakari Ibarretxe est¨¦ a la altura de las circunstancias y elija bien', termina Guevara. No lo creo. Quiera Dios que esa cultura del patriotismo anide de nuevo en el PNV.
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