En el nombre de un dios
Maurice B¨¦jart (Marsella, 1927) ha firmado las p¨¢ginas m¨¢s reveladoras de la biblia de la danza en el siglo XX -sin olvidar a Balanchine, Graham o Forsythe-. Hablar de B¨¦jart es hablar de un genio. Sus cuatro obras presentadas por el Ballet de V¨ªctor Ullate y la Comunidad de Madrid forman parte de la historia de este arte, desde el vuelo encendido en rojo de El p¨¢jaro de fuego (1970) hasta el perfume sensual de las Siete danzas griegas (1983). Estas coreograf¨ªas y el resto de su creaci¨®n parten de dos principios fundamentales: el impulso vital y la expresi¨®n de libertad. B¨¦jart ha sido fiel a ellos durante medio siglo.
'Me dan miedo mis obras cuando las he vuelto a ver bailadas despu¨¦s de dos o tres a?os', declar¨® en una ocasi¨®n.
V¨ªctor Ullate Ballet. Comunidad de Madrid
El p¨¢jaro de fuego (B¨¦jart / Stravinski). Bhakti III (B¨¦jart / M¨²sica hind¨²). Webern opus 5 (B¨¦jart / Webern). Siete danzas griegas (B¨¦jart / Theodorakis). Sinf¨®nica de Madrid. Director: Nir Kabaretti. Teatro Real, 21 de noviembre.
Se equivoc¨®. Sus creaciones han traspasado la barrera espaciotiempo. El p¨¢jaro de fuego evoca a un f¨¦nix surgido de las cenizas -met¨¢fora revolucionaria de todos los que caen y tienen fuerza para levantarse-. Bhakti III (1968) representa una exaltaci¨®n de la juventud y la pureza, de lo espiritual y lo terrenal. Las Siete danzas griegas son un derroche de sensualidad. Su visi¨®n del mundo nunca envejecer¨¢. ?Por qu¨¦?
Porque el B¨¦jart creador apuesta por la vida. Impregna sus obras de energ¨ªa y aliento con el buen uso del virtuosismo, el desarrollo de las puntas, la potencia de salto, la impecable din¨¢mica o la evoluci¨®n geometr¨ªa-espacio. Y porque el B¨¦jart hombre abandera la libertad. Su tesis coreogr¨¢fica, siempre original y moderna, hija de todas las ¨¦pocas, le compromete moralmente con el ser humano y sus circunstancias. Todo lo impregna de humanismo -¨¦l, hombre de una cultura multidisciplinar e hijo del fil¨®sofo Gaston Berger- con el dominio del gesto, la exposici¨®n de las emociones o su poso intelectual. B¨¦jart, adem¨¢s, proyecta esta apuesta con una fuerza comunicativa arrolladora.
?C¨®mo afront¨® el Ballet de la Comunidad de Madrid este reto? Ullate, pupilo de B¨¦jart durante 14 a?os, ha reconocido que 'los deseos de B¨¦jart son ley; as¨ª lo sientes en la mirada con la que puede hacer de ti algo grande o reducirte al m¨¢s espantoso de los rid¨ªculos' (El Pa¨ªs de las Tentaciones, 1995). Quiz¨¢ el artista necesite a diario la mirada azul del maestro B¨¦jart para entrar en su universo. Y s¨®lo as¨ª, de su mano, puede proyectar su mundo.
Los bailarines
A los bailarines de Ullate y Eduardo Lao (director art¨ªstico) les falt¨® fluidez para manejar un lenguaje tan ajeno y fuerza psicol¨®gica para comunicar su mensaje. Esta compa?¨ªa ha perdido sus mejores bastiones en los ¨²ltimos a?os. Y se resiente. Los nombres de Mar¨ªa Jim¨¦nez, Ruth Maroto, Tamara Rojo, Luc¨ªa Lacarra, Igor Yebra, ?ngel Corella, Joaqu¨ªn de Luz o Jes¨²s Pastor (bailarines premiados nacional e internacionalmente y solicitados por las grandes compa?¨ªas) protagonizaron la edad de oro de esta formaci¨®n fundada en 1988. Le dieron tir¨®n y fuste. Pero el Ballet de V¨ªctor Ullate y la Comunidad de Madrid carece del empuje de anta?o. Hoy es una compa?¨ªa discreta. Insegura en El p¨¢jaro de fuego (sin la fuerza del virtuosismo, sin su proyecci¨®n moral) y entregada e ilusionada en las Siete danzas griegas (el mejor momento de la actuaci¨®n).
La garra de Rut Mir¨® en Bhakti III; la personalidad art¨ªstica de Trinidad Sevillano, con sus dudas e inseguridades, pero siempre enriquecedora, en Webern opus 5, y el excelente paso a dos de Pilar Nevado y Fernando Carri¨®n en las Siete danzas griegas dejaron un buen sabor de boca a los espectadores. El director Nir Kabaretti dirigi¨® la Sinf¨®nica de Madrid en una brillante ejecuci¨®n de El p¨¢jaro de fuego, de Stravinski.
B¨¦jart siempre tendr¨¢ algo que decir. Como todos los dioses.
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