Algo se mueve
Puede que uno de los efectos no deseados de la Ley Org¨¢nica de Universidades (LOU) haya sido la rehabilitaci¨®n del movimiento estudiantil. Cuando todos lo d¨¢bamos ya por muerto, por una reliquia de otros tiempos, ha comenzado a resurgir de sus cenizas. Es lo que parece deducirse al menos de las multitudinarias manifestaciones en contra de la LOU. Aunque ya ten¨ªamos algunos indicios a este respecto a trav¨¦s de la amplia presencia juvenil en los movimientos antiglobalizaci¨®n. ?Estamos ante un mero espejismo, ante algo coyuntural provocado por la susodicha ley o es que vuelve el joven contestatario de otras ¨¦pocas?
Desde luego, ha pasado ya el tiempo suficiente como para que el p¨¦ndulo comenzara a girar en la direcci¨®n contraria y se empezara a notar una mayor implicaci¨®n juvenil en la pol¨ªtica y en el espacio p¨²blico en general. A este respecto, Alfred Hirschman formul¨® una ley seg¨²n la cual la historia moderna se mov¨ªa oscilando sucesivamente entre dos procesos distintos: politizaci¨®n y privatizaci¨®n. El tr¨¢nsito que conducir¨ªa de uno a otro ser¨ªa la frustraci¨®n y el desenga?o que se siente tras experimentar con intensidad cada uno de esos estadios. (Por cierto, la generaci¨®n de nuestra transici¨®n pol¨ªtica, con el brusco paso desde una amplia implicaci¨®n pol¨ªtica al famoso 'desencanto', encaja en este esquema como un guante). Hirschman no se refiere s¨®lo a los j¨®venes, claro est¨¢, pero ellos suelen ser siempre un magn¨ªfico sism¨®grafo capaz de detectar si hay o no alg¨²n rastro de cambio a la vista. Y la verdad es que llevamos ya cuatro lustros pr¨¢cticamente apartados de un aut¨¦ntico activismo pol¨ªtico y volcados sobre un consumo solitario y privatista. Parece llegado, pues, el momento de esperar alguna transformaci¨®n y todo parece indicar que algo se mueve en el mundo estudiantil y, en general, en el de las asociaciones juveniles. La dificultad estriba en saber interpretarlo.
Estos momentos hist¨®ricos no se prestan, en efecto, a f¨¢ciles analog¨ªas con otros per¨ªodos. Para empezar, la distinci¨®n p¨²blico/privado ya no es lo que era. Hoy la implicaci¨®n p¨²blica puede pasar perfectamente por un activismo en el 'tercer sector', que, como ocurre con las ONG, no est¨¢ estrictamente informado por la persecuci¨®n del beneficio econ¨®mico ni tampoco por una vinculaci¨®n p¨²blico-estatal en sentido estricto. Aqu¨ª se han refugiado en los ¨²ltimos a?os buena parte de las energ¨ªas juveniles que otrora iban a un activismo m¨¢s estrictamente pol¨ªtico. S¨®lo cuando las ONG, o muchas de ellas, al menos, han comenzado a desarrollar una l¨®gica burocr¨¢tica similar a las de cualquier otra organizaci¨®n es cuando muchos j¨®venes contestatarios han tomado conciencia de su efectiva integraci¨®n en el sistema. Pocos pueden enga?arse ya a este respecto. Pero hay m¨¢s. Naomi Klein, en su exitoso No Logo (Pa¨ªdos, 2001) pone el dedo en la llaga cuando observa la sibilina estrategia de marketing de algunas de las m¨¢s populares multinacionales. Consiste en desarrollar una exquisita sensibilidad para captar en todo momento por d¨®nde van las inquietudes y los nuevos ideales de los j¨®venes con el fin de asociarlos de inmediato a su marca. El producto es ahora secundario, lo importante es que la marca se identifique a un modo de vida con pegada en la juventud. El resultado es una continua y permanente banalizaci¨®n e integraci¨®n de todo cuanto pueda resultar atractivo para este sector de la poblaci¨®n. Los estilos de vida y las posiciones pol¨ªticas son fagocitadas as¨ª por el mercado y se convierten en una mercanc¨ªa m¨¢s.
Los partidos pol¨ªticos, por su parte, no ofrecen tampoco los suficientes est¨ªmulos de enganche para los verdaderamente inquietos. Y la opci¨®n, sobre todo en la izquierda, es generalmente entre una izquierda 'integrada' u otra 'pasada'. Ante esta situaci¨®n, que es percibida de un modo difuso y no totalmente consciente, no es de extra?ar que la espontaneidad contestataria se focalice sobre una presa tan golosa como la LOU. Aunque uno no entiende por qu¨¦ se movilizan s¨®lo contra la ministra y no contra el rector de turno. O por qu¨¦ s¨®lo acude a votar un 12 % de ellos cuando son convocados a la elecci¨®n de sus representantes.
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