Las dunas vuelven a El Saler
Playas, aves y arrozales a cuatro kil¨®metros de Valencia
Los pinos de la dehesa de El Saler (Valencia) crecen sobre la arena de las dunas, el agua dulce de la Albufera brota a pocos metros del mar, el arroz cumple su ciclo estacional entre el asfalto de las autopistas, y las aves zancudas se pasean de aqu¨ª para all¨¢, indiferentes a tanto trasiego humano por darse un chapuz¨®n. El parque natural de la Albufera, a cuatro kil¨®metros de Valencia, se extiende a lo largo y ancho de este conjunto imposible y maltratado, bello y ca¨®tico. Su encanto sobrevive a vertidos, incendios y a la mala planificaci¨®n urban¨ªstica; algunos desaguisados, aunque tarde, se consiguen enmendar. De Pinedo a las dem¨¢s playas de El Saler, las dunas han vuelto. Un plan de regeneraci¨®n del ecosistema ha devuelto a las dunas m¨®viles el lugar que les quit¨® el monstruoso paseo mar¨ªtimo construido en el franquismo.
El primer frente dunar ofrece al viajero un paso sobre senderos de madera entre campanillas de mar, euforbias, enebro marino y otros vegetales aut¨®ctonos. El conjunto re¨²ne unas 520 especies vegetales. La playa es kilom¨¦trica, ancha; plagada los domingos, desierta el resto, va perdiendo adeptos y ganando en hermosura conforme se avanza hacia el sur. La de El Saler, afeada por cubos de basura a rebosar. Las de Els Ferros, la Garrofera, la Malladeta, L'Alcat¨ª al Septentri¨®n, playas cada vez menos urbanizadas, m¨¢s asalvajadas y des¨¦rticas en las que el nudismo se afianza, hasta culminar en la de La Punta, una reserva acotada para las aves que no se respeta. Son aguas caprichosas, cristalinas o turbias seg¨²n abran o no las compuertas de la Albufera.
La visita no acaba en la playa, m¨¢s bien empieza. Por la ma?ana se puede pasear entre los pinos de la dehesa o visitar alguna de les mallades, peque?as depresiones entre las dunas que recogen el agua de lluvia, que con el tiempo se saliniza. Los arrozales rezuman la milenaria sabidur¨ªa de la morer¨ªa: venas, arterias y capilares, las acequias aseguran la inundaci¨®n primaveral de los campos.
Los colores del arrozal
Las casi 15.000 hect¨¢reas de cereal con el que se preparan docenas de arroces diferentes -desde la cl¨¢sica paella hasta el arr¨°s mel¨®s (caldoso)- mudan el color de abril a octubre. El sol invernal espejea en el marjal inundado; al llegar la siembra de primavera, y con los brotes ya crecidos del verano, la llanura se torna verde y cambia al amarillo con la cosecha del oto?o; por fin, la quema del rastrojo transforma el paisaje en tierra negra y humeante. S¨®lo altera la superficie la espalda doblada del maestro arrocero y los cientos de aves del parque, una zona de especial protecci¨®n para las aves, refugio de unas 250 especies y lugar de reproducci¨®n de 90: garzas, gaviotas, cig¨¹e?uelas, rapaces y patos. Dif¨ªcil, aunque no imposible, es ver uno de los extra?os calamones, o gall de canyar, como se le conoce en la zona, un ave recuperada por los esfuerzos del Centro de Protecci¨®n y Estudio del Medio Natural, ubicado en el parque.
Un paseo en barca permite acceder a les mates, islas de vegetaci¨®n en pleno lago, y conocer de cerca uno de los tantos t¨®picos de la regi¨®n, el de las ca?as y el barro. Aunque la Albufera est¨¢ bastante m¨¢s contaminada que cuando Blasco Ib¨¢?ez imagin¨® esa historia de amores ad¨²lteros (si en aquella ¨¦poca especies que viven en el lago, como la gambeta, un peque?o crust¨¢ceo, eran tan abundantes que se usaban como abono, ahora est¨¢n amenazadas de extinci¨®n), algo ha mejorado en los ¨²ltimos a?os. Al menos se pescan llobarros (lubinas) en el lago, un pez que s¨®lo puede vivir en aguas con cierto grado de limpieza, y anguilas, ingrediente imprescindible del all-i-pebre, el plato m¨¢s caracter¨ªstico de la zona; tambi¨¦n carpas y llisas (m¨²joles), algo menos exigentes con el entorno.
De estas islas, la mayor es la de El Palmar, a la que se accede por un desv¨ªo de la carretera de El Saler. A principios de siglo se convirti¨® en pen¨ªnsula a base de rellenar el marjal y levantar puentes. Sus habitantes, adem¨¢s de practicar la pesca tradicional en el lago, han convertido el pueblo en un gran restaurante con multitud de locales.
GU?A PR?CTICA
- Desde Valencia, por la autopista de El Saler. ?sta desemboca en la carretera Nazaret-Oliva, que discurre por dentro del parque. En ella, a la altura del kil¨®metro 13,5, est¨¢ el desv¨ªo hacia El Palmar, y unos metros m¨¢s all¨¢ hay un centro de informaci¨®n.
- Casa Mateu (961 62 02 70). Vicente Baldov¨ª, 17. El Palmar. All-i-pebre, llisa adobada, arroces. 2.000 pesetas. - Casa Carmina (961 83 02 54). Embarcadero, 4. El Saler. Buenos arroces a partir de 1.500 pesetas. - Casa Salvador (961 72 01 36). El Estany de Cullera, s/n. Cullera. Unas 4.500 pesetas. - Horchater¨ªa El Collado (963 91 62 77). Ercilla, 13. De las mejores de Valencia.
- Hostal Antigua Morellana (963 91 57 73). Calle en Bou, 2. Valencia. Situado junto al mercado Central y la Lonja. Habitaci¨®n doble, 6.000 pesetas. - Parador Nacional de Turismo de El Saler (961 61 11 86). Avenida de los Pinares, 151. El Saler. La doble, 21.500 pesetas.
- Centre d'informaci¨® Rac¨® de l'Olla. (961 62 73 45). Carretera de El Palmar, s/n.
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