No lo ocultes m¨¢s, mujer
El recuento estad¨ªstico de la violencia de g¨¦nero este a?o sigue siendo una letan¨ªa de tragedias que hace saltar todas las alarmas. Cada semana muere una persona, a veces dos, a manos de su pareja sentimental. Seg¨²n los datos de las organizaciones de mujeres que se ocupan del problema, en septiembre pasado ya eran 55 las espa?olas que han perdido la vida en 2001 a causa de lo que eufem¨ªsticamente se conoce como violencia de g¨¦nero y que no pocas l¨ªderes femeninas ya llaman sin tapujos terrorismo de g¨¦nero.
En los doce meses de 2000 fueron asesinadas en sus hogares 72 mujeres, y otras 77 el a?o anterior. Adem¨¢s, de enero a agosto pasados, 16.194 mujeres hab¨ªan sobrevivido a las palizas de sus compa?eros y se atrevieron a denunciar el atropello en alguna comisar¨ªa de polic¨ªa. Raro atrevimiento, lleno de coraje y sentido c¨ªvico, pues el propio gobierno de los jueces, el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), en un estudio titulado Problem¨¢tica jur¨ªdica derivada de la violencia dom¨¦stica, reconoce que 'aproximadamente en el 50% de los supuestos en que se presenta denuncia' el macho agresor sale absuelto y libre para proseguir, y probablemente arreciar, sus maltratos hasta provocar, en muchas ocasiones ya famosas, la muerte de su pareja.
El Poder Judicial reconoce que en el 50% de los juicios los maltratadores salen absueltos, con gran riesgo para la mujer que tuvo el coraje de denunciar
55 espa?olas han perdido la vida este a?o, hasta septiembre, a causa de lo que eufem¨ªsticamente se conoce como 'violencia de g¨¦nero'
El primer plan de choque del Gobierno prest¨® atenci¨®n a 141.586 mujeres en 918 centros para maltratadas, pero no logr¨® reducir el n¨²mero de asesinatos
La consecuencia l¨®gica de esa impunidad criminal es que s¨®lo se denuncian 'entre el 5% y el 10% de las agresiones que realmente tienen lugar en el seno de la familia', a?ade el gobierno judicial. A pesar de esa circunstancia, el a?o pasado las comisar¨ªas tramitaron 22.385 denuncias, 1.185 m¨¢s que en 1999.
'Desamparo e impunidad'
'Constituye un hecho objetivamente constatable en la actualidad la sensaci¨®n de desamparo que padecen las v¨ªctimas de este tipo de delitos y, paralelamente, la de impunidad que acompa?a a los autores de este tipo de agresiones', sentencia el CGPJ. Y pone en la balanza de la verg¨¹enza los motivos de ese desamparo judicial: el reducido n¨²mero de sentencias condenatorias que se dictan en relaci¨®n con el n¨²mero real de agresiones, y la ya t¨®pica tardanza de los magistrados en resolver las denuncias que est¨¢n obligados a sustanciar.
Y eso porque algunos jueces -como gran parte de la socie-dad- estaban hasta ahora acostumbrados a despachar como un asunto interno y privado -es decir, como cosas de familia- las escasas denuncias de violencia contra una mujer en su hogar, a manos del marido, del padre, de los hermanos, e incluso del amo en el caso de empleadas dom¨¦sticas.
S¨®lo el esc¨¢ndalo de las muertes y la presi¨®n de las organizaciones feministas han dado una vuelta radical a esa tendencia de mirar para otro lado. Hoy nadie con sentido com¨²n duda de que se trata de una cuesti¨®n de derechos humanos y pol¨ªticos. Y tampoco se discute que esa violencia de g¨¦nero tiene sus ra¨ªces en la discriminaci¨®n, y a su vez la refuerza. Por eso, las dirigentes de las organizaciones feministas se declaran en pie de guerra contra una lacra social que no tiene fin. Hoy celebran en toda Espa?a, con cientos de actos y decenas de manifestaciones, el D¨ªa Internacional contra la Violencia hacia la Mujer, instituido en 1981.
'Estamos desbordadas', asegura Consuelo Abril, presidenta de la Comisi¨®n Nacional de Malos Tratos. Desbordadas por la tarea y hartas de decepciones y recelos, pero convencidas de que la presi¨®n no debe ceder. La fren¨¦tica actividad de Consuelo Abril es un ejemplo de lo que esta semana han desplegado sus compa?eras de trinchera: acababa de llegar de Sevilla y viaj¨® al d¨ªa siguiente hacia Bilbao, con un d¨ªa de descanso en la batalla para atender su despacho profesional en Madrid.
918 centros de acogida
Sin este voluntarioso ej¨¦rcito de combate contra los maltratadores, que agrupa ya a tres centenares de organizaciones y ha logrado la habilitaci¨®n de 918 centros de acogida para maltratadas en toda Espa?a, nada ser¨ªa igual en la ofensiva del Estado democr¨¢tico contra una violencia que Miguel Lorente Acosta considera 'estructural'. 'Esta situaci¨®n ha estado presente siempre en la sociedad, y ha llegado hasta nuestros d¨ªas de manera pr¨¢cticamente invariable en su esencia', dice este forense y profesor de Medicina Legal en la Universidad de Granada.
Lorente acaba de publicar un libro demoledor, Mi marido me pega lo normal, y sostiene que la sociedad ya ha reaccionado 'para apartar de la vida p¨²blica unos hechos que ser¨ªan, desde cualquier punto de vista, inadmisibles e inaceptables: la utilizaci¨®n de la violencia por parte del hombre sobre la mujer como un mecanismo de control y para perpetuar una sitaci¨®n desigual en la que la mujer est¨¢ sometida a los mandatos masculinos'.
Lo malo es que los sentimientos machistas y de dominaci¨®n, en el caso del hombre, y el paralelo sentimiento de sumisi¨®n y culpa que padecen muchas mujeres tienen ra¨ªces profundas y extendidas. Un estudio realizado por la Comisi¨®n Europea en los 15 pa¨ªses de la UE indica que el 46% de los ciudadanos europeos todav¨ªa piensa que la violencia dom¨¦stica se debe a la actitud provocativa de la mujer. Ni siquiera Simone de Beauvoir, en su ya cl¨¢sico libro sobre el segundo sexo, pudo imaginar tal grado de incomprensi¨®n y desamparo, o la tragedia, el horror y el sinvivir diario de casi dos millones de mujeres vejadas y maltratadas en Espa?a cada a?o, e incluso apaleadas, estranguladas, quemadas vivas, acuchilladas o precipitadas por la ventana.
M¨¢s datos terribles: el 90% de los casos de maltrato pasan desapercibidos para la sociedad -aunque es seguro que los vecinos los conocen-; un alto porcentaje de los suicidios de mujeres se registra entre las que han estado sometidas a una situaci¨®n de maltrato (entre el 20% y el 40% del total); y, como si se estuviera hablando de cifras de manifestantes universitarios, siempre existe una gran diferencia entre los datos de v¨ªctimas que ofrece el Ministerio del Interior y las cifras que facilitan las asociaciones de mujeres sumergidas d¨ªa a d¨ªa en el problema. Manuel Lorente ha echado cuentas y le sale esta macabra discrepancia: seg¨²n los datos ministeriales, en los ¨²ltimos cuatro a?os, la media anual de mujeres asesinadas es de 39, y seg¨²n las asociaciones, esa cifra se eleva hasta 73 v¨ªctimas por a?o.
Las causas de estas gruesas diferencias son diversas -inadecuada recogida de datos, la muerte diferida de algunas mujeres brutalmente agredidas por sus parejas, que Interior en ocasiones no contabiliza hasta que se produzca una decisi¨®n judi-cial-, pero no deben despistar sobre la magnitud del problema: ambas partes coinciden, en cambio, en el n¨²mero de denuncias por maltrato que se presentan anualmente y, tambi¨¦n, en que las cifras no paran de crecer a?o tras a?o. Hasta agosto de 2001, el incremento es del 6,8%, seg¨²n Interior, y las asociaciones de mujeres no discuten el c¨¢lculo, pero s¨ª lo juzgan como indicio seguro del fracaso de las medidas legales y judiciales adoptadas hasta ahora.
'Mal y de manera insuficiente'
'Tenemos ya la suficiente acumulaci¨®n de experiencias, en el terreno legal, judicial, policial, social, sanitario y educativo, para expresar claramente que este fen¨®meno se est¨¢ abordando mal y de manera insuficiente', sostiene la ex senadora Ana Mar¨ªa Ruiz Tagle, presidenta del Consejo Social de la Universidad de Sevilla. En su opini¨®n, 'a la mujer se la maltrata por el solo hecho de ser mujer, como una forma de ejercer el absoluto control sobre ella, ya sea en el mundo privado o en el p¨²blico'.
La respuesta al problema exige lo que Ruiz Tagle llama Ley Integral sobre la Violencia de G¨¦nero como mejor camino, en un Estado de derecho, para poner orden en este 'conflicto de intereses' que atenta contra 'valores constitucionales'.
En la misma direcci¨®n apunta Consuelo Abril. 'Me parece una aut¨¦ntica verg¨¹enza que no se haga una ley integral que coordine todas las medidas. Es algo que existe en 44 pa¨ªses', afirma la presidenta de la Comisi¨®n Nacional de Malos Tratos, despu¨¦s de sentenciar como 'parche para el desaguisado' el II Plan contra la Violencia Dom¨¦stica, lanzado a bombo y platillo por el Gobierno en mayo pasado.
La idea de estas expertas es que se avanzar¨¢ poco sin una ley integral que sancione estas conductas antijur¨ªdicas, que proteja a las v¨ªctimas, que garantice su total seguridad y que consagre el rechazo social que toda conducta delictiva supone de atentado a la convivencia pac¨ªfica y democr¨¢tica.
La necesidad de radicales cambios legislativos le parece a Enriqueta Chicano, presidenta de la Federaci¨®n de Mujeres Progresistas, un primer paso, pero debe haber otros que afecten incluso a los 'discursos al uso' y a los medios de comunicaci¨®n, que 'suelen presentar la violencia contra las mujeres como un virus que infecta a ciertas partes de la sociedad, pero nunca cuestionan la estructura social como portadora de la enfermedad'. Al 'basta ya a la impunidad' proclamado por Ruiz Tagle para advertir de que 'la sociedad espa?ola siente que es atacada y agredida en su propia esencia por este otro terrorismo que se cobra cada semana una nueva v¨ªctima', Chicano a?ade la idea de 'tolerancia cero' contra este tipo de violentos, y en todos los frentes. Las tres han aportado sus ideas a una propuesta que la Secretar¨ªa de Igualdad del PSOE, que lidera Micaela Navarro, ha presentado en sociedad con el t¨ªtulo Una respuesta global frente a la violencia hacia las mujeres.
Frente a esas propuestas, el Gobierno y el PP contraponen el II Plan de choque con la promesa de reforzar, en el tiempo de su vigencia (2001-2004), algunas medidas legislativas ya tomadas. Respecto al balance del primer plan, ejecutado entre 1998 y 2000 con un presupuesto de 8.004 millones de pesetas, se sabe que prest¨® atenci¨®n a 141.586 mujeres en 918 centros para maltratadas, pero que, en cambio, no logr¨® reducir el n¨²mero de asesinatos (nueve m¨¢s) ni el de denuncias (3.000 m¨¢s). Otro dato para la cr¨ªtica es que, frente a la aparatosidad medi¨¢tica de la presentaci¨®n, a cargo del ministro de Trabajo y Asuntos Sociales, Juan Carlos Aparicio, el dinero destinado al segundo plan ofrece una subida a la baja, es decir, aumenta de 8.004 millones a 13.072 millones, pero en lugar de una vigencia de dos a?os, como el primer plan, tendr¨¢ que atender necesidades para cuatro ejercicios.
Como un bocadillo
A medio camino de esas dos posiciones (la triunfalista oficial y la muy cr¨ªtica de las organizaciones de mujeres y de los partidos de la izquierda), el profesor Manuel Lorente, quiz¨¢ el hombre que m¨¢s ha estudiado el tema en Espa?a, advierte de que 'el problema contin¨²a' y de que, 'aunque se haya podido modificar en algunas de sus manifestaciones, la esencia sigue siendo la misma'. 'La violencia contra la mujer, y la violencia en general, ha de comerse como un bocadillo. Necesitamos una tapa superior dada por las medidas coactivas y punitivas de la ley, pero tambi¨¦n una tapa inferior formada por medidas preventivas. Sin alguna de ellas, el contenido caer¨¢, por arriba o por abajo, y al final el problema persistir¨¢', dice.
Lo que reclama Lorente, volando alto, es que hay que ir al origen de las causas: romper la idea, consciente o subconsciente, del hombre que aporta estabilidad, control, seguridad y orden en el hogar, mientras la mujer 'debe ofrecer obediencia y sumisi¨®n', los mismos criterios que se les pide que aporten unos y otras a la sociedad. 'La soluci¨®n pasa, sin lugar a dudas, por el derribo o la modificaci¨®n de la estrucura que protege y da cobertura a este tipo de conductas y actitudes', concluye.
'No es un enfermo, es un machista'
NO HAY MALTRATADORES de mujeres en el bajo infierno de Dante, donde hasta las ramas de los ¨¢rboles sangran cuando se rompen. Tampoco los hall¨® Woody Allen, que en Desmontando a Harry descubre, en cambio, entre los atormentados al carpintero que invent¨® los muebles de metacrilato. Esta absurda moral, en artistas tan sensibles, tiene una explicaci¨®n: los atroces relatos sobre la muerte de una mujer a manos de su pareja son literatura moderna. Hermosas y car¨ªsimas publicaciones oficiales, libros y pel¨ªculas de ¨¦xito, discos y conciertos, manifiestos y conferencias , incluso l¨¢grimas de cocodrilo en las revistas del coraz¨®n. La lucha contra la violencia de g¨¦nero est¨¢ de moda, pero tambi¨¦n repleta de t¨®picos y de presunciones equivocadas. Si no estuvi¨¦ramos ante una matanza interminable, que horroriza ya los corazones de los hombres, cabr¨ªa parodiar a Thomas de Quincey, el brillante autor de El asesinato considerado como una de las bellas artes, y sospechar que algunos -y algunas- analizan la cuesti¨®n como si se tratara de estatuas o pretendieran crear una sociedad de peritos en el asesinato. Como en la estructura dram¨¢tica de Hamlet, la muerte de una mujer a manos de su pareja es siempre una tragedia dentro de otra tragedia, con a?os de sufrimiento silencioso no s¨®lo de la maltratada, sino de su entorno familiar. Y en medio, tambi¨¦n casi siempre, los hijos de la pareja rota. 'Detr¨¢s de una mujer maltratada hay siempre un ni?o apaleado', dicen los expertos. Y en muchas ocasiones, muerto. Cada a?o, una docena de chiquillos fallecen como efecto colateral de esa tragedia inmensa. Otro t¨®pico, interesado para predicadores del pensamiento ¨²nico, es que el maltratador de mujeres es, al fin y al cabo, un bicho raro: enfermo, alcoh¨®lico, desarraigado, drogadicto o pobre. Pues no. Entre los maltratadores hay personas de todas las clases sociales y de todas las profesiones: jueces, ricos empresarios, m¨¦dicos o empleados de correos. Que nadie se enga?e: los maltratadores no son unos desequilibrados. Por volver a una frase del libro Mi marido me pega lo normal, de Lorente, el maltratador 'no es un enfermo, es un machista'.
'Me matas y a¨²n beso tu pu?al'
EL GOLPE QUE M?S duele es el que no se da, pero qu¨¦ mazazo peor contra la igualdad de sexos que esa literatura b¨ªblica o cl¨¢sica que legitima el machismo y la violencia de g¨¦nero, que presenta a la mujer como un ser inferior, peligroso -la Eva b¨ªblica, por cuya culpa, dicen los curas, el hombre fue expulsado del para¨ªso y est¨¢ condenado a morir- y tornadizo. 'La mujer est¨¢ sujeta a las leyes de la naturaleza y es esclava por las leyes de las circunstancias. La mujer est¨¢ sujeta al hombre por su debilidad f¨ªsica y mental', escribi¨® Tom¨¢s de Aquino, del que beben cada d¨ªa algunos eclesi¨¢sticos para sus catequesis prematrimoniales. Tampoco se qued¨® corto Rousseau en pleno siglo de la Ilustraci¨®n: 'La mujer est¨¢ hecha para obedecer al hombre, la mujer debe aprender a sufrir injusticias y a aguantar tiran¨ªas de un esposo cruel sin protestar. La docilidad de una esposa har¨¢ a menudo que el esposo no sea tan bruto y entre en raz¨®n'. No es extra?o que Voltaire mortificara con tanta agresividad al autor de Las confesiones, remordido, ya viejo, por haber vejado a la joven que le dio un hijo perdido en el hospicio. Te mato porque eres m¨ªa. 'M¨ªa. Para amarte o para romperte', dice la canci¨®n de Clara Montes que ilustra la pel¨ªcula S¨®lo m¨ªa, triunfante en las taquillas ahora mismo. 'Me llamo tuya', pon¨ªa en boca de Cordelia el gran revoltoso intelectual que fue Soren Kierkeggard en El diario de un seductor. 'Me matas y a¨²n beso tu pu?al', canta el tango famoso. 'Esclava te entrego, cu¨ªdala. Due?o te doy, obedece'. El machismo -y su deriva violenta- encuentra esa legitimaci¨®n en gran parte de las religiones, en la historia y en las costumbres, que las leyes no se atreven a desautorizar. S¨ªmbolos: la mujer marginada del reino por ley s¨¢lica y del humilde sacerdocio en la Iglesia. La mujer espa?ola que no pudo votar hasta 1933 y que hasta 1975 no pod¨ªa abrir cuentas en un banco sin licencia del marido ni obtener el pasaporte. Ese talibanismo pervivi¨® en Europa hasta bien entrado el siglo XX, pomposamente llamado el siglo de las mujeres quiz¨¢ porque Carlos Marx, a?os antes, hab¨ªa advertido de que 'el progreso social se mide por la posici¨®n que ocupa la mujer en una determinada sociedad'.
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