Dos d¨ªas comiendo hierba en el frente
El prisionero s¨®lo se diferencia de los milicianos en que no lleva un Kal¨¢shnikov al hombro. El mismo shalwar kamiz sucio y arrugado, la misma barba poblada, el mismo aspecto somnoliento y aparente libertad de movimientos. 'Le capturamos hace ocho d¨ªas, estaba escondido en una casa y llevaba dos d¨ªas comiendo hierba porque no quedaba nada m¨¢s', le presenta el comandante del puesto, Aziz Ahmad.
'No fue decisi¨®n m¨ªa unirme a los talibanes; nos reclutaron por la fuerza, si no lo hac¨ªamos, ten¨ªamos que pagar dinero y mi familia no ten¨ªa suficiente', explica Hashim Suleimanheil en la terraza del antiguo palacio real de Istalef, un edificio destripado que sirve hoy de puesto a un destacamento de la Alianza del Norte. Hashim tiene 22 a?os y, hasta que le reclutaron los talibanes hace un mes en su provincia natal de Helmand, se ganaba la vida trapicheando con el vecino Ir¨¢n, muy cerca de cuya frontera viv¨ªa. 'Iba a Zahedan y revend¨ªa cupones de comida', explica sin entrar en detalles.
'Casi no tuve ocasi¨®n de luchar, s¨®lo llevaba ocho d¨ªas en esta zona y cinco antes en otro lugar cuando cayeron nuestras posiciones', asegura antes de repetir que le forzaron a unirse a ellos. 'No s¨¦ si mat¨¦ a alguien', responde nervioso, 'en el campo de batalla cada uno lucha por su vida, aunque yo s¨®lo estuve una noche en el frente'.
Escondido en una casa
Al d¨ªa siguiente llegaron los hombres de la Alianza del Norte. 'Me escond¨ª en una casa y ya no s¨¦ qu¨¦ fue del resto; estuve all¨ª agazapado hasta que me encontraron cuatro d¨ªas m¨¢s tarde', recuerda. 'No s¨¦ cu¨¢ntos hombres m¨¢s fueron reclutados, pero estoy seguro de que bastantes m¨¢s', declara. Recuerda el nombre de su jefe, el comandante Rashi, que tambi¨¦n era de Helmand. Sin embargo, dice desconocer si quienes le daban las ¨®rdenes eran talibanes afganos o se trataba de extranjeros.
El joven suena sincero y, aunque el sol de invierno quita dramatismo a sus palabras, sus ojos tristes dicen m¨¢s de lo que puede expresar. A Hashim le gustar¨ªa volver a su pueblo y convertirse en agricultor. De momento, se contenta con el trato que est¨¢ recibiendo de sus captores. 'Tem¨ª que me ejecutaran; como prisionero ?qu¨¦ otra cosa puedes esperar?', inquiere resignado.
Asegura que ni siquiera le encierran bajo llave y que puede pasear por el recinto. Comparte rancho y pulgas con los milicianos. 'A¨²n no he escrito a mi familia, pero me han dicho que pod¨ªa hacerlo', admite sin mostrar excesivo inter¨¦s.
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