'Las condiciones para vivir normalmente la homosexualidad a¨²n son muy adversas'
I?igo Lamarca (San Sebasti¨¢n, 1959) preside, desde su creaci¨®n en octubre de 1997, Gehitu, una de las principales asociaciones de gays y lesbianas del Pa¨ªs Vasco.
Pregunta. ?Conocen el borrador de la ley de parejas anunciado el pasado jueves?
Respuesta. Todav¨ªa no, pero recoge en buena medida la proposici¨®n de ley que IU ya present¨® la legislatura pasada sobre uniones estables. Aunque formalmente no se nos ha hecho llegar, su contenido, al ser b¨¢sicamente el de aquel texto, s¨ª lo conocemos.
P. ?Y responde a la petici¨®n que le hicieron al lehendakari de que no fuese 'cualquier ley'?
R. S¨ª, porque nuestra demanda es que en todos los ¨¢mbitos la equiparaci¨®n sea plena seg¨²n las competencias de cada administraci¨®n. Este borrador reconocer¨ªa la plena equiparaci¨®n entre parejas homosexuales y heterosexuales. As¨ª, con la reserva de no conocerlo formalmente, hacemos una valoraci¨®n positiva.
'Invocar el derecho a la igualdad ser¨ªa suficiente para que las parejas 'gays' pudieran optar a la adopci¨®n'
'Todos los profesores, todas las asignaturas, han de hablar con absoluta naturalidad del amor homosexual'
P. El punto m¨¢s pol¨¦mico del texto es la posibilidad de que las parejas homosexuales adopten ni?os. ?C¨®mo la defiende?
R. Nuestra demanda se basa en el pleno reconocimiento del derecho a la igualdad. S¨®lo con invocarlo ser¨ªa suficiente para que las parejas de gays y lesbianas pudieran optar a la adopci¨®n. Pero, adem¨¢s, la adopci¨®n, y en eso coincidimos con quienes se muestran reacios a esa posibilidad, es un derecho del ni?o para que tenga condiciones de desarrollo lo m¨¢s favorables posibles. Lo que pedimos es que los hogares homosexuales puedan tener esa posibilidad. Luego, l¨®gicamente la Administraci¨®n deber¨¢ valorar la idoneidad de aquellas parejas de gays y lesbianas que la soliciten y si ofrecen condiciones mejores a los ni?os. Es absolutamente razonable que un ni?o que est¨¢ en un orfanato chino, por poner un ejemplo extremo, va a tener condiciones sustancialmente mejores en hogares homosexuales que en su lugar de origen.
P. Pero lo mismo se puede decir de las familias heterosexuales. Ese argumento no justifica por s¨ª solo su planteamiento.
R. No, efectivamente. Es un contraargumento frente al ¨²nico que se nos opone: que el ni?o necesita el referente de un padre o madre o que la sociedad no est¨¢ madura para reconocer a las familias de gays y lesbianas y esos ni?os van a sentirse discriminados. Los ni?os africanos o chinos que adoptan familias heterosexuales tambi¨¦n por su color de piel pueden tener un plus de discriminaci¨®n. La gran hipocres¨ªa es que la ley reconoce la adopci¨®n a personas individualmente, de forma que existen familias monoparentales con ni?os adoptados en que tampoco hay el referente padre y madre. Hoy muchas lesbianas est¨¢n adoptando individualmente y existen ya hogares donde hay ni?os con dos madres, y tambi¨¦n dos padres en menos casos. Hablando de derechos del ni?o, el ordenamiento legal debe regular esa situaci¨®n.
P. ?Temen que el PP recurra esta ley ante el Constitucional como ha hecho con la navarra?
R. S¨ª, muy probablemente.
P. ?C¨®mo van los registros municipales de parejas de hecho?
R. Nuestra valoraci¨®n es positiva, aunque algunos datos muestran que el porcentaje de parejas homosexuales inscritas es muy peque?o. Los efectos jur¨ªdicos y econ¨®micos de la inscripci¨®n son muy escasos y las condiciones sociales para vivir la homosexualidad en normalidad son todav¨ªa muy adversas, lo que produce que la mayor¨ªa de homosexuales vivan sus relaciones en cierta clandestinidad. No les compensa asumir el coste de inscribirse en un registro semip¨²blico cuando sus consecuencias son escasas.
P. ?C¨®mo observan la actitud social sobre la homosexualidad?
R. Nos asiste la raz¨®n. Nuestras demandas est¨¢n s¨®lidamente fundamentadas en principios que son el sost¨¦n del Estado de Derecho y el sistema de convivencia que nos hemos dado. Hablamos, sobre todo, del derecho a la dignidad, incluso m¨¢s importante que la igualdad. La evoluci¨®n de la sociedad est¨¢ llevando a que el debate del reconocimiento de la orientaci¨®n sexual est¨¦ sobre la mesa en todos los pa¨ªses democr¨¢ticos. Frente a las razones que aportamos nos encontramos s¨®lo con prejuicios.
P. ?En Euskadi tambi¨¦n?
R. Tambi¨¦n, pero no creemos que la sociedad vasca sea m¨¢s conservadora que la de los pa¨ªses de su entorno.
P. ?Han topado con la Iglesia vasca?
R. De momento, no, pero ahora va a ser la hora de la verdad. En cuanto el Gobierno apruebe el proyecto de ley de parejas mucho nos tememos que la Iglesia vasca, pese a que seguramente su planteamiento sea m¨¢s abierto, reaccione negativamente.
P. ?Qu¨¦ cree necesario que cambie en los contenidos educativos respecto a los homosexuales?
R. Damos much¨ªsima importancia a que la educaci¨®n, que desgraciadamente est¨¢ basada en valores que contemplan la heterosexualidad como ¨²nico modo de realizarse en el amor, cambie radicalmente. Es muy importante que los libros de texto, cuando hablen de parejas, recojan im¨¢genes de dos chicos o dos chicas, y no s¨®lo de chico y chica; que cuando se hable sobre familia no sea exclusivamente de la relaci¨®n hombre-mujer, sino que existen familias tambi¨¦n de dos mujeres o dos hombres. No consideramos suficiente que se hable en una asignatura de sexolog¨ªa sobre homosexualidad, que es mucho m¨¢s que sexualidad. Estamos hablando de la realizaci¨®n personal en el terreno del amor. Ha de ser una cuesti¨®n transversal en toda la educaci¨®n. Todos los profesores, todas las asignaturas, han de recoger y hablar con absoluta naturalidad del amor homosexual.
P. ?Es suficiente la tolerancia?
R. Hay que ir m¨¢s all¨¢. La tolerancia parte de una premisa que sit¨²a al que tolera en una posici¨®n de cierta superioridad moral. La sociedad a¨²n no ha asumido en sus valores profundos que la homosexualidad es tan natural, tan leg¨ªtima, como la heterosexualidad.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.