El Madrid avanza a toda m¨¢quina

El Madrid comienza a establecer diferencias donde debe. Pas¨® por Vallecas y se llev¨® la victoria sin mayores dificultades, con la contundencia de los equipos engrasados. No le falt¨® su habitual punto de dejadez, error que permiti¨® al Rayo hacerse alguna ilusi¨®n en medio de la derrota, pero algo ha cambiado en el Madrid: venci¨® en uno de esos partidos que sol¨ªa perder antes de que su entrenador encontrara la alineaci¨®n perfecta. Por encima de algunas distracciones marc¨® exactamente la diferencia que le separa del Rayo. Y hasta se encontr¨® con dos buenas noticias: Morientes ha recuperado su alma de delantero centro y Figo apunt¨® progresos sobre sus partidos anteriores. Pareci¨® m¨¢s ligero, m¨¢s suelto, m¨¢s picante. Con casi todas las piezas en orden, al Madrid le ha bastado apenas un mes para salir de una crisis sin apenas precedentes en su historia y regresar al primer vag¨®n del campeonato.

M¨¢s que partido hubo una sucesi¨®n de ocasiones en las dos ¨¢reas. Por cada tres del Madrid llegaba una del Rayo. Incluso en este aspecto se observ¨® la diferencia entre los equipos: el Rayo no aprovech¨® ninguna. A falta de juego, su plan pasaba por llegar con la m¨¢xima rapidez al ¨¢rea de Casillas, sin atender al f¨²tbol en el medio campo. Las reducidas dimensiones de Vallecas invitan a prescindir de la elaboraci¨®n en favor del juego largo. De eso hablaba la alineaci¨®n del Rayo, con Bolic y Bolo, dos delanteros centro a la antigua, y otros dos especialistas para cruzar balones al ¨¢rea. Eran Baljic y M¨ªchel, dos zurdos que le pegan bien al bal¨®n. El partido dir¨ªa m¨¢s tarde que al Rayo le conven¨ªa m¨¢s un regateador capaz de inquietar a los defensas del Madrid. Un habilidoso como Glaucio, que hizo alguna aver¨ªa en el segundo tiempo. Pero Glaucio lleg¨® tarde: el Madrid hab¨ªa marcado dos goles.

Varias de las numerosas oportunidades del Madrid fueron producto de la categor¨ªa de sus jugadores. En cada una de las apariciones de Zidane, Figo, Ra¨²l o Roberto Carlos se notaba la rotundidad de los grandes futbolistas. Con un pase, un regate o una carrera provocaban el caos en el Rayo. Algo as¨ª ocurri¨® en la primera jugada: Figo se escap¨® por la derecha, como en sus mejores d¨ªas, y puso el bal¨®n en el segundo palo, por donde surgi¨® Morientes, que se impuso a los centrales y cabece¨® el centro. Por si acaso, Ra¨²l hizo lo de siempre. Lleg¨® sigiloso por el lado contrario y dej¨® la pelota en la red.

Bolic tuvo alguna oportunidad en el primer tiempo, pero el Madrid manejaba aquello con demasiada facilidad. A pesar de las estrecheces del campo, Zidane encontraba espacio para tirar pases y conectar con la gente. Sin hacer un partido extraordinario, dio cuenta de su clase y de grado de su implicaci¨®n con el equipo. Y del equipo con ¨¦l. Se terminaron los recelos entre las dos partes. Ahora mismo, Zidane es capit¨¢n general en el Madrid. ?se es otro de los evidentes progresos del equipo. M¨¢s o menos, cada cual sabe su funci¨®n y la cumple con eficacia. Parecen olvidados los tiempos en que el equipo era ingobernable porque todo el mundo tomaba decisiones por su cuenta. Ahora el Madrid sabe a lo que juega y lo hace con armon¨ªa. Y los rivales lo sufren.

El Rayo pas¨® muy malos ratos en el primer tiempo. Si tuvo alg¨²n m¨¦rito, fue su voluntad para no derrumbarse tras el segundo gol del Madrid. Lo marc¨® Morientes, pero le ayudaron los rayistas M¨ªchel y Helder, que se enredaron y le dieron un pase de gol.

Como le suele ocurrir, al Madrid le dio un ataque de suficiencia y seste¨® durante un buen rato. Permiti¨® un par de remates envenenados de Bolic y se apur¨® frente al habilidoso Glaucio. Un gol del Rayo hubiera provocado grandes complicaciones al Madrid, pero la realidad es que Casillas apenas tuvo que estirarse en todo el partido. Por si acaso, Morientes cerr¨® el debate con el tercer gol. Recibi¨® la inestimable ayuda de Corino, que entreg¨® la pelota a Ra¨²l ante el estupor de la hinchada local. Ra¨²l la entreg¨® a Morientes, que amag¨® ante Lopetegui y despu¨¦s ante Corino. A los dos se les fue la cadera y no pudieron evitar el tanto. Es curioso el efecto letal de los amagues en el ¨¢rea y lo poco que lo practican los delanteros. El resto del encuentro qued¨® a beneficio de inventario. Se sab¨ªa el veredicto y tambi¨¦n se supo que el Madrid ha encontrado alineaci¨®n, juego y resultados.