Una m¨²sica que no enga?a
Charlie Watts no enga?a a nadie. No va por el mundo irradiando imagen de bater¨ªa m¨ªtico capaz de las mayores proezas y vendiendo exhibiciones instrumentales. M¨¢s bien al contrario: lo suyo es la discreci¨®n total, dentro y fuera del escenario, y eso, ya de entrada, es algo que se agradece. Sabe que vaya donde vaya seguir¨¢ siendo un Rolling Stone; no reniega, en absoluto, lo asume con pasmosa naturalidad y, r¨¢pidamente, intenta que la atenci¨®n se traslade a otras cosas, como por ejemplo el jazz.
Exactamente esto es lo que sucedi¨® en La Cova del Drac. En un primer momento todas las miradas se centraron en Charlie Watts, el rolling stone, pero pronto su presencia qued¨® relegada a segundo plano por un jazz tremendamente alegre y comunicativo que, ya desde los primeros compases, consigui¨® que todos los pies siguieran el ritmo. Watts llen¨® el local barcelon¨¦s de buenas vibraciones evitando cualquier conato de divismo. Una cercan¨ªa entra?able que se convierte en el arma m¨¢s efectiva de Watts; la otra es una selecci¨®n de temas, arreglos y m¨²sicos tan impecable como impactante.
Charlie Watts and The Tentet
Charlie Watts, bater¨ªa. Peter King, Julian Arg¨¹elles e Iain Dixon, saxos. Gerard Presencer y Henry Lowther, trompetas. Mark Nightingale, tromb¨®n. Anthony Kerr, vibr¨¢fono. Brian Lemon, piano. Dave Green, contrabajo. Luis Jardim, percusi¨®n. La Cova de Drac, Barcelona. 24 de noviembre.
Sonido compacto
El Tentet de Charlie Watts suena compacto y con pegada y m¨¢s en las distancias cortas de un club como La Cova. Magn¨ªficos arreglos de Peter King y Gerard Presencer -viejos colegas de Watts en aventuras jazz¨ªsticas anteriores- facilitan que los diez solistas puedan expresarse con total libertad. La noche estuvo repleta de arreglos a medio camino entre un clasicismo reconfortante y una modernidad bien entendida. El baritonista Julian Arg¨¹elles, el trombonista Mark Nightingale o los mencionados King y Presencer empalmaron, una vez tras otra, solos llenos de enjundia y un duelo de trompetas (sobre un Tin Tin Deo a ritmo de rumba) marc¨® el momento m¨¢s t¨®rrido de la velada.
Charlie Watts rehuy¨® toda espectacularidad, no hizo ni siquiera un solo en todo el concierto, buscando una seguridad r¨ªtmica que permit¨ªa a sus compa?eros tocar con total tranquilidad, se notaba en su sonrisa y en su mirada que disfrutaba escuch¨¢ndoles. Como bater¨ªa de jazz, el stone es, tanto con baquetas como con escobillas, de los que prefieren asegurar la jugada antes que arriesgarse. Como l¨ªder de grupo, parece no existir pero a su alrededor todo suena arrollador, sin fisuras y eso es, a fin de cuentas, m¨¢s importante que cualquier solo.
Watts tampoco enga?a a nadie con su m¨²sica: jazz sencillo y directo que se pasea por terrenos ya conocidos y que no busca ni innovar ni romper con nada. Incluso sus propias composiciones o las de King y Presencer siguen ese camino. En pocas palabras: Jazz de altura, repleto de ritmo contagioso y de buen humor e interpretado con chispa, ?se puede pedir m¨¢s?
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