Americanismos
Que el Gobierno de Aznar haya tenido un no para el Gobierno norteamericano ha originado un cierto malestar en los sectores espa?oles m¨¢s sensibles al antiamericanismo, que, seg¨²n ellos, se nutre de posfalangismo, de poscomunismo y ahora del posible preislamismo que nos invade. Lo cierto es que nuestros gobernantes se han negado por ahora a entregar a los norteamericanos a los ocho supuestos activistas de Al Qaeda detenidos en Espa?a porque no se han recibido garant¨ªas del trato que recibir¨ªan una vez en Estados Unidos. Con las leyes de excepci¨®n que se aplican all¨ª despu¨¦s del 11 de septiembre, los presuntos terroristas podr¨ªan ser interrogados en lugares ocultos, sin l¨ªmites de tiempo, y luego juzgados por un tribunal militar y ejecutados, noticia inquietante habida cuenta de la filosof¨ªa del presidente George W. Bush sobre la pena de muerte: muerto el perro, se acab¨® la rabia.
Se desconocen posibles disposiciones subjetivas de nuestros gobernantes para negarse, aunque el Ministerio de Asuntos Exteriores se ha ce?ido a la consideraci¨®n objetiva de que las leyes de la UE impiden entregar prisioneros a pa¨ªses donde se aplica la pena de muerte. Alemania no pod¨ªa, pues, haber entregado a Mandouh Mahmud Salim, acusado de los atentados contra las embajadas norteamericanas en Kenia y Tanzania, pero el cada vez menos verde y m¨¢s fucsia ministro Fisher consigui¨® garant¨ªas de EE UU de que el prisionero no ser¨ªa ejecutado.
A la vista de los informes que demuestran c¨®mo los servicios secretos de EE UU han ense?ado a torturar cient¨ªficamente a varias polic¨ªas pol¨ªticas del tercer mundo adicto, al tiempo que financiaban campa?as contra el antinorteamericanismo como secuela militante de la guerra fr¨ªa, parece ser que, al millar de personas sometidas en lugares secretos de EE UU a la ley de excepci¨®n por sospechosas de implicaci¨®n en el atentado del 11 de septiembre, les queda la esperanza de que en el futuro Hollywood les dedique una de esas pel¨ªculas donde se demuestra lo generosamente autocr¨ªtica que es la democracia norteamericana, en la confianza de que, adem¨¢s, el Vaticano les pedir¨¢ perd¨®n antes de que este milenio, anunciado como el de las luces, nos separe.
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