Quijotesco viaje de un vendedor de biblias
Ten¨ªa raz¨®n Manuel Aza?a cuando en 1921 dijo que no resultaba muy honroso el que este libro de George Borrow, publicado en 1842 en Londres y poco m¨¢s tarde en otros muchos pa¨ªses de Europa y Am¨¦rica, hubiera tardado 80 a?os en ofrecerse a los lectores espa?oles. Lo hac¨ªa el futuro presidente de la II Rep¨²blica ese mismo a?o y no pod¨ªa imaginar que aquel certero reproche iba a colmarse de barbaridad durante casi medio siglo m¨¢s, pues La Biblia en Espa?a, traducido y prologado por el propio Aza?a para la Colecci¨®n Granada, que lo ofreci¨® en tres vol¨²menes entre 1920 y 1921, desaparecer¨ªa de nuevo de nuestras librer¨ªas hasta 1970, reeditado por Alianza Editorial. El m¨¢s famoso de los libros de Borrow vuelve ahora de la mano de la Biblioteca Grandes Viajeros, de Ediciones B, traducido por Elena Garc¨ªa Ortiz y con pr¨®logo de Emilio Soler Pascual.
LA BIBLIA EN ESPA?A. LOS VIAJES, AVENTURAS Y PRISIONES DE UN INGL?S EN SU INTENTO DE DIFUNDIR LAS ESCRITURAS POR LA PEN?NSULA IB?RICA
George Borrow Traducci¨®n de Elena Garc¨ªa Ortiz Pr¨®logo de Emilio Soler Pascual Ediciones B. Barcelona, 2001 540 p¨¢ginas. 3.245 pesetas
Ateo, sentimental, prodigioso pol¨ªglota, Borrow viv¨ªa en Norwic una vida aburrida de traductor cuando en 1833 viaj¨® a pie a Londres, en 22 horas de andadura, recomendado para un trabajo en la Sociedad B¨ªblica Brit¨¢nica y Extranjera, donde pudiera sacar partido a sus conocimientos de lenguas. En unas semanas, el futuro misionero profesaba el protestantismo con la misma pasi¨®n que antes un empedernido ate¨ªsmo, y resolv¨ªa en Rusia el primer encargo de sus superiores. Dos a?os m¨¢s tarde entraba en Espa?a desde Portugal. La Biblia en Espa?a trata de lo que le pas¨® en los a?os siguientes, entre 1836 y 1840: largos viajes andando, en burro o a caballo, sus estancias en Madrid, y las muchas aventuras y persecuciones, incluso encarcelamientos, que sufri¨® por su vida arriesgada de misionero empecinado en tierra de jerarqu¨ªas cat¨®licas cerriles y fan¨¢ticas. En este sentido, no estamos, como se ha dicho tantas veces, ante un libro de viajes de otro ingl¨¦s sentimental. Ni mucho menos. A no ser que consideremos tambi¨¦n libros de viajes El Quijote, de Cervantes, e incluso el Gil Blas de Santillana, del franc¨¦s Lasage, que Borrow confiesa haber le¨ªdo con admiraci¨®n.
Dec¨ªa George Sand que a veces
no se trata tanto de viajar como de partir para olvidar dolores o sacudirse yugos. As¨ª debi¨® sentirse ella misma aquel concreto invierno que pas¨® en Mallorca. Pero Borrow no era de esos viajeros. ?l lleg¨® a Espa?a cargado de entusiasmos y conocimientos, como cuando Don Quijote se puso en camino desde su lugar de La Mancha. Se le nota siempre, tanto si los protagonistas de sus relatos son labriegos, taberneros, posaderos, los alcaldes de pueblo o los gitanos, como cuando ha de visitar palacios, es recibido por el primer ministro Mendiz¨¢bal, se tutea con pol¨ªticos o intelectuales de rango -y con otros muy borricos-, y cuando es protagonista de un monumental atropello, movido por los curas, que provoca una precipitada reuni¨®n del Consejo de Ministros e interpelaciones contra el Gobierno en las Cortes por haber tolerado que el ya famoso -en todo Madrid- Don Jorgito el Ingl¨¦s fuera encarcelado, perseguido y vejado por los intolerantes de siempre, dispuestos a matar antes que permitir la presencia en Espa?a de un vendedor ambulante de Biblias sin notas y a precios populares, casi regaladas. Estas trifulcas por c¨®mo debe llegar al pueblo la Biblia son el mismo triste cantar, dig¨¢moslo de paso, que los que casi costaron la vida a fray Luis de Le¨®n y llevaron a prisi¨®n a los protestantes espa?oles hasta muy entrada la segunda mitad del siglo pasado -el XX, que nadie se haga ilusiones- por atreverse a practicar una religi¨®n distinta a la oficial o por traducir sin anotaciones, vaya osad¨ªa, algunos de esos libros tenidos por sagrados.
Lo cierto es que La Biblia en Espa?a, un ¨¦xito de ventas en gran parte de Europa, no pudo publicarse en Espa?a hasta 1920, traducida por Aza?a, que adem¨¢s escribi¨® un amplio y delicioso pr¨®logo, recogido m¨¢s tarde, con alguna variaci¨®n, en Plumas y palabras, una selecci¨®n de sus ensayos publicada por la Compa?¨ªa Iberoamericana de Publicaciones en 1930 y que la editorial Cr¨ªtica recuper¨® en 1976, poco despu¨¦s de muerto el dictador Franco y jubilados sus sedientos censores. No es casual que Borrow y Aza?a hayan corrido la misma suerte a manos del fanatismo religioso. La casualidad hace tambi¨¦n que, a la par que La Biblia en Espa?a, de Ediciones B, la editorial Cr¨ªtica entregue ahora a las librer¨ªas una reedici¨®n de Plumas y palabras para celebrar el 25? aniversario de este sello del desaparecido grupo Grijalbo. Ser¨ªa espl¨¦ndido que los propietarios de los derechos de la versi¨®n de Borrow por Aza?a hicieran lo mismo. Lectores no faltar¨ªan para ambas traducciones, porque Borrow lo merece.
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