La paz s¨®lo se puede ganar en el Mediterr¨¢neo
Es posible que la guerra contra el terrorismo, o su primera batalla, se gane en las monta?as de Afganist¨¢n, pero la paz s¨®lo se puede ganar en las riberas del Mediterr¨¢neo. No es porque lo haya dicho Bin Laden, en su burda manipulaci¨®n de la causa palestina, en un intento de instrumentalizar el sufrimiento ajeno para justificar lo injustificable. El conflicto del Pr¨®ximo Oriente y la situaci¨®n en el Mediterr¨¢neo no est¨¢n al orden del d¨ªa por la barbaridad que se cometi¨® el 11 de septiembre. Desde mucho antes de los atentados de Nueva York y Washington, sab¨ªamos que el conflicto entre ¨¢rabes e israel¨ªes es uno de los temas m¨¢s intrincados y de m¨¢s urgente soluci¨®n que la agenda internacional del siglo XXI ha heredado del siglo anterior. Lo sab¨ªamos, aunque no siempre se actuara de acuerdo con esta convicci¨®n. Hab¨ªa incluso quien parec¨ªa comportarse, en Estados Unidos y tambi¨¦n en Europa, con la intenci¨®n de darle tiempo al tiempo, pensando que palestinos e israel¨ªes son los ¨²nicos en pagar las consecuencias del colapso del proceso de paz. En ese terreno, el de las prioridades, ha habido ciertamente un cambio tras el 11 de septiembre. Sabemos ahora que desentendernos de la paz entre Israel y Palestina, o de la cooperaci¨®n y el di¨¢logo con los pa¨ªses arabo-musulmanes, es aplazar un problema que acabar¨¢ estall¨¢ndonos en las manos con una virulencia proporcional al tiempo que hayamos tardado en darle una soluci¨®n.
Hay s¨ªntomas de que esta convicci¨®n se abre paso, tanto en Estados Unidos como en los pa¨ªses que llevan el tim¨®n de la Uni¨®n Europea. La fren¨¦tica actividad del enviado especial de la UE en Oriente Pr¨®ximo, Miguel ?ngel Moratinos, no s¨®lo confirma su empe?o personal en la causa de la paz: tambi¨¦n revela una renovada conciencia por parte de Europa, que se ha traducido en diversas iniciativas diplom¨¢ticas, las que ha llevado a cabo Javier Solana, pero tambi¨¦n las que han protagonizado Tony Blair y otros l¨ªderes europeos. Puede que las expl¨ªcitas declaraciones de Bush en favor de un estado palestino lleguen tarde, pero m¨¢s vale tarde que nunca: han abierto una din¨¢mica nueva, que puede conducir a rebajar los actuales niveles de tensi¨®n, y abrir la puerta a un nuevo proceso. Puede que Oslo haya perdido su capacidad de orientar el proceso, pero la conferencia de Madrid de 1991 sigue en pie, al menos en su esencia, la idea de paz por territorios. La seguridad vital para Israel. La necesidad de un estado para los palestinos. Algunas ideas y propuestas se mueven en esta direcci¨®n aunque, por el momento, sean m¨¢s las acciones violentas que van en sentido contrario, impulsadas por extremistas de diversa procedencia.
Desde que Roosevelt pact¨® los t¨¦rminos del suministro del petr¨®leo ar¨¢bico, en 1945, Europa ha dejado de tener la llave del Pr¨®ximo Oriente. Puede y debe actuar de un modo m¨¢s decidido, pero sabe que debe hacerlo a rebufo de Estados Unidos. Buscando una acci¨®n concertada con la Administraci¨®n Bush, y aprovechando la nueva disposici¨®n a una mayor implicaci¨®n que parece existir al otro lado del Atl¨¢ntico. Suele interpretarse esta situaci¨®n de hecho como una invitaci¨®n a la pasividad que pervierte toda la pol¨ªtica mediterr¨¢nea. Pero no tener la llave no quiere decir que no se pueda contribuir a abrir la puerta, ejerciendo la necesaria presi¨®n sobre los actores locales del conflicto. Europa debe aportar confianza, perspectiva de futuro, el compromiso de hacer posible el d¨ªa despu¨¦s. Lo puede hacer implic¨¢ndose m¨¢s en el proceso, pero sobre todo trabajando en pro de una mejora del entorno, de las relaciones entre la Uni¨®n Europea y los 12 pa¨ªses que suscribieron la Declaraci¨®n de Barcelona de 1995.
El Proceso de Barcelona va a cumplir seis a?os y el balance que presenta es desigual, insuficiente desde algunos puntos devista, esperanzador en otros. Con todos sus l¨ªmites, constituye un foro abierto al di¨¢logo y la cooperaci¨®n, opera como un instrumento de cambio y modernizaci¨®n. Para los pa¨ªses del sur y el este del Mediterr¨¢neo supone la oportunidad de no quedar fuera de esto que llamamos globalizaci¨®n. Para los del norte, es una respuesta inteligente, que se inscribe en la mejor tradici¨®n europea, la predicci¨®n apocal¨ªptica seg¨²n la cual el mundo -y singularmente el Mediterr¨¢neo- caminar¨ªan hacia una creciente confrontaci¨®n entre culturas y civilizaciones. De ah¨ª que dar un nuevo impulso al Proceso de Barcelona sea la mejor manera de crear las condiciones para que se pueda abrir la puerta de la paz. En todo caso, es la mayor contribuci¨®n que Europa tiene al alcance de su mano para dar una respuesta de largo alcance a los retos planteados por el 11 de septiembre.
Andreu Claret es director del Instituto Catal¨¢n del Mediterr¨¢neo.
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