No cerrar puertas
Desde el momento en que se dio a conocer la exitosa clonaci¨®n de Dolly, en 1997, a partir de la c¨¦lula de una oveja adulta, a nadie se le ocult¨® que dicha t¨¦cnica podr¨ªa aplicarse a humanos, lo que produjo, principalmente, una enumeraci¨®n de los desastres que tal cosa acarrear¨ªa y algunos anuncios, m¨¢s bien chuscos, de 'cl¨ªnicas' de clonaci¨®n que nunca prosperaron. Pero la clonaci¨®n a partir de c¨¦lulas de animales adultos es todav¨ªa una t¨¦cnica muy imperfecta. Hay centenares de fracasos por cada intento que sale adelante y, aun en los casos de ¨¦xito reproductivo, hay una probabilidad muy grande de que el individuo as¨ª nacido presente deficiencias severas. Ser¨ªa, por lo tanto, una grave imprudencia y una irresponsabilidad considerar en estos momentos la clonaci¨®n como una t¨¦cnica reproductiva para los humanos, estando prohibida en todos los Estados que han legislado al respecto. Otra cuesti¨®n, m¨¢s peliaguda, ser¨ªa preguntarse qu¨¦ habr¨ªa que hacer si la t¨¦cnica fuera segura y las personas as¨ª nacidas fueran tan saludables como las concebidas normalmente. En alg¨²n momento esto ocurrir¨¢ y nos obligar¨¢ a volver sobre el problema y sopesar bien todos sus aspectos.
Pero el descubrimiento en 1998 de las virtudes de las c¨¦lulas madre vino a dar una nueva dimensi¨®n a la clonaci¨®n. Las c¨¦lulas madre son c¨¦lulas indiferenciadas que pueden reproducirse in vitro de forma pr¨¢cticamente ilimitada y que, tratadas adecuadamente, pueden convertirse en cualquier c¨¦lula humana: neuronas, piel, c¨¦lulas pancre¨¢ticas, gl¨®bulos rojos, etc¨¦tera. Se abri¨®, as¨ª, una nueva perspectiva terap¨¦utica que podr¨ªa servir para regenerar tejidos u ¨®rganos da?ados gravemente, aunque estamos todav¨ªa muy lejos de poder aplicar estos conocimientos a la salud de los humanos. Es mucho lo que desconocemos y s¨®lo podremos avanzar mediante un trabajo de investigaci¨®n previo a las aplicaciones m¨¦dicas. Hay c¨¦lulas madre en los organismos adultos, pero no parece que tengan las mismas cualidades de diferenciaci¨®n universal que tienen las que existen en la parte interna de los embriones de unos pocos d¨ªas, por lo que, para poder investigar con este tipo de c¨¦lulas madre, los cient¨ªficos han sugerido utilizar los embriones desechados en los tratamientos de fecundaci¨®n asistida, de los que s¨®lo en Espa?a se calcula que hay unos 40.000. En este punto empiezan a manifestarse las reservas ¨¦ticas de quienes consideran que esos embriones son personas y tienen derechos y dignidad que deben ser protegidos, y en ning¨²n caso ser utilizados para la investigaci¨®n. Su destino, sin embargo, es incierto. La Ley de Reproducci¨®n Asistida establece la obligaci¨®n de conservarlos durante cinco a?os, pero no indica qu¨¦ hay que hacer una vez transcurrido ese periodo, y es veros¨ªmil que, a la postre, se deterioren irreversiblemente o sean destruidos. Utilizarlos para investigar nuevos tratamientos que sirvan para curar personas enfermas ser¨ªa un destino mejor. Por lo dem¨¢s, la consideraci¨®n de un embri¨®n, cuando no es todav¨ªa m¨¢s que racimo de c¨¦lulas indiferenciadas, como individuo con los mismos derechos que una persona ya nacida es, para algunas personas entre las que me cuento, discutible. Puede dar lugar a un ni?o si es implantado en el ¨²tero de una mujer y llega al final de la gestaci¨®n, pero en el estadio al que nos estamos refiriendo carece de ¨®rganos, sensibilidad, actividad cerebral o individualidad que lo hagan comparable a una persona o, incluso, a un feto que empieza a adquirir los atributos de una persona. De hecho, un embri¨®n de pocos d¨ªas se malogra naturalmente en muchos casos y no da lugar a ning¨²n individuo, puede dar lugar a dos si se divide accidentalmente como en el caso de los gemelos id¨¦nticos, e incluso puede dar lugar a 'medio' si, como raramente ocurre de forma natural, se une con otro embri¨®n y ambos dan lugar a un solo individuo.
Pero el 'trasplante' de c¨¦lulas madre generar¨¢, en la mayor¨ªa de los casos, el rechazo del receptor a menos que ¨¦stas sean reconocidas como propias. ?sta es la raz¨®n de que se invoque la clonaci¨®n en este contexto. Pues si se genera un clon del paciente a partir de una de sus c¨¦lulas cuyo n¨²cleo se inserta en un ¨®vulo al que previamente se le ha extra¨ªdo el suyo, el embri¨®n as¨ª formado tiene una dotaci¨®n gen¨¦tica id¨¦ntica a la del paciente, las c¨¦lulas madre obtenidas a partir de ¨¦l no producir¨¢n rechazo y podr¨¢n regenerar cualquier tejido da?ado. Es lo que se conoce como clonaci¨®n terap¨¦utica, no destinada a formar un nuevo individuo, sino a obtener c¨¦lulas madre para curar.
La mayor¨ªa de los cient¨ªficos e investigadores defiende la legitimidad de esta aplicaci¨®n de las t¨¦cnicas de clonaci¨®n y pide que se avance en su estudio ya que nos encontramos todav¨ªa en un estadio muy preliminar del conocimiento de sus posibilidades y tambi¨¦n de sus contraindicaciones. Los sectores sociales m¨¢s influidos por las Iglesias se oponen y est¨¢n consiguiendo que las legislaciones de los distintos pa¨ªses sean extremadamente confusas al respecto o, directamente, proh¨ªban la clonaci¨®n terap¨¦utica. Y, sin embargo, no es f¨¢cil cerrar una puerta, hasta ahora s¨®lo entreabierta, tras la que podr¨ªamos hallar un nuevo arsenal de tratamientos para curar o aliviar graves enfermedades. Sobre todo porque no parece que las razones aducidas para cerrarla, por muy respetables que sean individualmente, puedan ser impuestas al conjunto de la sociedad.
Cayetano L¨®pez es catedr¨¢tico de F¨ªsica de la UAM.
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