'Le ofrec¨ª calderilla y vol¨® por los aires'
El conductor del autob¨²s de Haifa revive el horror de uno de los atentados que ha conmocionado a la poblaci¨®n israel¨ª
'Empiezo a tener miedo', confiesan estos d¨ªas muchos israel¨ªes, que sienten que las bombas explotan cada vez m¨¢s cerca de sus casas. La Intifada se ha desplazado definitivamente al coraz¨®n de Israel y pr¨¢cticamente ninguna de sus ciudades ha quedado a salvo del terrorismo palestino, con excepci¨®n quiz¨¢ de la zona sur de Eilat.
El miedo se palpaba ayer en las calles del centro de Jerusal¨¦n, cuando apenas hab¨ªan pasado doce horas del triple atentado terrorista que cost¨® la vida a 10 muchachos y caus¨® heridas a m¨¢s de 170 personas. La zona peatonal de Ben Yehuda se hab¨ªa convertido desde primera hora de la ma?ana en un lugar de peregrinaje en el que la poblaci¨®n se dio cita para rendir homenaje a las v¨ªctimas.
'Vi gente sin brazos. Vi a una persona con el est¨®mago abierto colgando. Vi a un ni?o, de diez a?os, dando su ¨²ltimo aliento', recordaba, muy cerca del escenario del atentado, uno de los supervivientes, Yossi Mizrahi, quien poco despu¨¦s coloc¨® en el suelo, en el lugar donde horas antes hab¨ªa una mancha de sangre, una vela encendida.
El centro de la ciudad aparec¨ªa ayer sacudido por el dolor,con todos los comercios cerrados, mientras carpinteros y vidrieros iniciaban una carrera maratoniana para reparar puertas y ventanas.
El p¨¢nico de la poblaci¨®n del centro de Jerusal¨¦n se ha contagiado tambi¨¦n a las organizaciones e instituciones internacionales, entre ellas las agencias humanitarias de Naciones Unidas, que desde hace d¨ªas han calificado a Jerusal¨¦n Oeste de 'zona peligrosa'. Un enorme cartel¨®n en el cuartel general de la ONU en Talpiot recordaba ayer a su personal la prohibici¨®n de permanecer sin permiso en el Jerusal¨¦n jud¨ªo, de la misma manera que ya no est¨¢n permitidos los viajes en solitario a Gaza o Cisjordania.
'Se prepara una repatriaci¨®n general del personal internacional, especialmente de los cooperantes, como sucediera el 12 de octubre del a?o pasado cuando la tensi¨®n subi¨® de manera extraordinaria en la zona, a ra¨ªz del linchamiento de tres soldados israel¨ªes en una comisar¨ªa de Ramala', afirmaba ayer una de las ¨²ltimas cooperantes.
Nadie est¨¢ a salvo de esta oleada de miedo. Tampoco los vecinos de Haifa -246.000 habitantes-, en otro tiempo ejemplo de convivencia entre ¨¢rabes, cristiananos y jud¨ªos, cuya respiraci¨®n qued¨® ayer entrecortada despu¨¦s del atentado contra un autob¨²s.
'Me dijo que no ten¨ªa cambio. Le ofrec¨ª calderilla, al tiempo que empec¨¦ a pensar que podr¨ªa ser un terrorista. Antes de que llegara a ninguna conclusi¨®n se hab¨ªa hecho saltar por los aires', explicaba ayer uno de los conductores del autob¨²s. 'Los cuerpos de la gente fueron proyectados por la explosi¨®n fuera del veh¨ªculo. Fue terrible. El autob¨²s, destrozado, se desliz¨® por la pendiente, para acabar chocando contra un cami¨®n', a?adi¨® este superviviente.
La poblaci¨®n de Israel empieza a tener dificultades para conciliar el sue?o. La venta de ansiol¨ªticos y sedantes se ha disparado en los ¨²ltimos d¨ªas, especialmente las pastillas de valeriana, que no necesitan receta m¨¦dica. Pero ninguno de estos f¨¢rmacos les sirve para descifrar el futuro o despejar el horizonte pol¨ªtico. 'No s¨¦ ad¨®nde vamos', se lamenta A. Benamor, una sefard¨ª afincada en Jerusal¨¦n. No sabe d¨®nde refugiarse. ?ste es tambi¨¦n su pa¨ªs.
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