Extranjeros
El pasado 24 de noviembre le¨ª en estas p¨¢ginas la siguiente noticia breve: 'El jefe superior de Polic¨ªa, Segundo Mart¨ªnez, apunt¨® ayer que el n¨²mero de extranjeros detenidos en la Comunidad aument¨® un 54% durante los primeros nueve meses del a?o, con respecto al mismo per¨ªodo de 2000'. Eso era todo.
Supongo que Mart¨ªnez, si es persona responsable (lo cual no pongo en duda), elabor¨® un poco m¨¢s, pero como yo no asisto a las ruedas de prensa de la polic¨ªa, tuve que contentarme con esta informaci¨®n a todas luces incompleta que, no obstante, me sirve ahora para divagar sobre el lenguaje y sus trampas.
El Diccionario de la RAE define as¨ª el t¨¦rmino 'extranjero': 1. Que es o viene de pa¨ªs de otra soberan¨ªa, y 2. Natural de una naci¨®n con respecto a los naturales de cualquier otra.
De acuerdo con la primera definici¨®n, yo no soy extranjero aqu¨ª a pesar de haber nacido en Andaluc¨ªa. De acuerdo con la segunda tampoco, pues el nacionalismo valenciano, por fortuna, carece del temple racista del de una porci¨®n nada desde?able del vasco. En cambio los europeos que viven en la Comunidad Valenciana s¨ª son extranjeros con respecto a nosotros, pues provienen de otros Estados o pertenecen a otras culturas. Sin embargo, no es en ellos en quienes pensamos al enterarnos de noticias policiales como la que he transcrito al principio, sino m¨¢s bien en los cada vez m¨¢s numerosos extranjeros de ?frica, Asia y Am¨¦rica Latina. Hablo por m¨ª y soy el primero en recriminarme la torpeza: confieso que, al leer el suelto, asimil¨¦ de inmediato el 54% de aumento de la criminalidad con los ciudadanos que provienen de esos sitios, los antiguos salvajes de nuestras aventuras coloniales, y es que cinco siglos de imperialismo europeo fueron tiempo sobrado como para dejar el lastre de asociaciones mentales inconscientes que nos retratan sin tapujos. Por eso es saludable ponerse en la piel del que tuvo menos suerte: ense?a humildad, protege de la gilipollez civilizadora y vacuna contra el etnocentrismo.
Alteremos la noticia por un instante: si lo que hubiera aumentado un 54% fuesen las inversiones extranjeras o el turismo, ni por asomo se me hubiese ocurrido pensar que el Mart¨ªnez de turno se refer¨ªa a la gente del Magreb, de Camer¨²n o de Cali, ya que nuestro sistema de valores relaciona lo legal, lo positivo, con el Primer Mundo y lo ilegal, lo negativo, con el Tercero. Dicho esto, basta con recordar que el germen de muchos delitos -la mayor parte de ese 54%, supongo- es la pobreza, la violencia ambiental, las condiciones sociales adversas, no la raza ni la nacionalidad. Los espa?oles y los extranjeros del norte que viven en tales entornos tambi¨¦n delinquen.
Cuidado, por lo tanto, con el lenguaje, que es menos inocente de lo que solemos imaginar: de la misma manera que en EE UU 'condenado a muerte' califica siempre a un negro o a un pe¨®n mexicano -jam¨¢s a un Kennedy-, entre nosotros la palabra extranjero posee dos rangos de significado: el bueno y el malo, lo cual equivale a decir que la democracia aut¨¦ntica est¨¢ a¨²n por llegar a los c¨®digos sem¨¢nticos del castellano ib¨¦rico, pues aunque la Declaraci¨®n de Derechos de la Persona afirma que todos somos iguales, lo cierto es que algunos seguimos siendo m¨¢s iguales que otros.
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