Un abrazo para Pep
Uno, que es del Bar?a desde los tiempos de Bakero, Chiqui y L¨®pez Recarte, no puede sino sufrir por la presente tribulaci¨®n de Pep Guardiola. Si se certifica su positivo en ingesta de substancias dopantes, el f¨²tbol habr¨¢ perdido dos a?os de vibraci¨®n porque en cada una de sus jornadas Pep no se pondr¨¢ ya el traje de faena ni servir¨¢ pases magistrales pisando el acelerador del equipo. Y ya no habr¨¢ tanta emoci¨®n en las gradas sin ¨¦l. Pep no obstante ha dado la cara y dice con humildad no entender lo que le pasa. Dice no haber tomado nada que no hubiera tomado hasta ahora y hay mucha credibilidad en su car¨¢cter, pero la nandrolona est¨¢ ah¨ª, en sus an¨¢lisis fisiol¨®gicos.
Tambi¨¦n yo he dado positivo en el primer control al que se me ha sometido. Hay metabolitos de nandrolona en mis orines, aseguran inveterados analistas en estas lides de preparar trampas sorpresivas al incauto deportista, casi un dominguero, que todav¨ªa no se hab¨ªa quitado ni el ch¨¢ndal para participar en la primera jornada de una liga de beneficencia a la que se va a dedicar en cuerpo y alma. Pero este positivo m¨ªo, a diferencia del de Pep, proviene del alma y no del cuerpo. Y ¨¦sa es precisamente mi ¨²nica esperanza, porque me ser¨¢ mucho m¨¢s f¨¢cil probar que existe alguna confusi¨®n en la anal¨ªtica de alg¨²n laboratorio que no haya asimilado bien ¨¦sa mi substancia del alma. Hablar¨¦ de ella en otra ocasi¨®n. Hoy s¨®lo exijo que no me cambien mi orina por otra.
Acaba de publicarse mi libro Estampas de El Ejido, que ha coincidido con mi nombramiento para presidir el Foro de la Inmigraci¨®n. Acept¨¦ con ilusi¨®n y tambi¨¦n temor el envite editorial de promocionar mi libro que propone una perspectiva bastante intempestiva para analizar alg¨²n conflicto nuestro con la inmigraci¨®n. Tambi¨¦n para hablar de propuestas para integrarla, elaboradas desde el hecho democr¨¢tico y desde mi experiencia directa de exclusi¨®n social, de la m¨ªa propia en el Pa¨ªs Vasco y de la de los trabajadores que se llegan a esta tierra de todas las partes del mundo a mejorar su suerte. Me lo presentaron en sociedad, entre otras, dos conspicuas personas de la oposici¨®n pol¨ªtica, escritores ambos de este mismo diario. Y uno se alegra de este azar tan favorable porque tambi¨¦n aqu¨ª, en esta tierra de Almer¨ªa donde sigo trabajando, es la televisi¨®n privada e independiente de El Ejido la que lo present¨® antes en un emocionante programa de una noche entera con participaci¨®n directa de algunos vecinos que aparecen estampados en mi libro.
Sin periodismo libre no existir¨ªa pluralismo pol¨ªtico ni plurales opciones para poder uno decidir con conocimiento de causa. Y uno lo agradece, aunque el periodista le apriete con objeciones, le urja maniqueamente y le exprima con preguntas de casi imposible respuesta, a menos de tener que escribir otro libro. Que, en definitiva, es el medio natural de un profesor de provincias como yo, m¨¢s all¨¢ de la labor lenta y de di¨¢logo con el alumno en las aulas. Pero el periodista que, incluso iba a entrevistarte sobre el libro, prefiere inquirir sobre cuestiones que tengan que ver con el Foro, con la Ley de Extranjer¨ªa o con afirmaciones de tal o cual dirigente pol¨ªtico. Y se las arregla para que, desde un titular inexacto y casi siempre falsario, la orina le d¨¦ a uno positivo.
Llevo aqu¨ª, entre agricultores e inmigrantes, ediles municipales, organizadores sociales y personas altruistas, once meses ya sin ver a¨²n motivos para corregir las opiniones de mi libro. He indicado a periodistas y universitarios de esta provincia andaluza que estoy dispuesto a participar activamente en cuantos debates quieran abrir sobre la integraci¨®n del inmigrante y, por supuesto, en discutir las ideas de mi libro. Son ideas que, en definitiva, atacan no solamente la visi¨®n unilateral del periodista que inform¨® sobre los sucesos de El Ejido de febrero del a?o pasado, sino la funci¨®n social del intelectual en la explicaci¨®n de aquellos hechos.
Sostengo que el reportero necesit¨® de racismo ejidense para explicar el desastre social de violencia y segregaci¨®n en que cuaj¨® un funesto azar de tres asesinatos consecutivos en la misma Alde¨ªlla. Aquel repentino desastre pod¨ªa haber tomado otras formas diferentes de expresi¨®n, seguramente mucho peores, de haber existido racismo entre los ejidenses, es decir un pensamiento consolidado u organizaci¨®n racistas.
El reportero no supo mirar en su premura desde otra lente que la del antirracismo para comprender lo que estaba sucediendo y hac¨¦rnoslo comprender a los lectores y televidentes. Lo que ¨¦l nos cont¨® es muy similar a contarnos c¨®mo es San Sebasti¨¢n desde el interior del t¨²nel de Ondarreta que, por cierto, tambi¨¦n es un lugar para mirar mi ciudad. Pero no es el lugar m¨¢s adecuado para explicar qu¨¦ es esa ciudad. Y el intelectual cogi¨® aquella perspectiva unilateral y construy¨® una teor¨ªa social desde la que abordar la cr¨ªtica y la terapia de la sociedad ejidense en particular, pero tambi¨¦n de la democr¨¢tica en general. Yo mismo qued¨¦ influenciado por aquel marco te¨®rico en que mis m¨¢s estimados y brillantes colegas hab¨ªan participado, pero he comprobado in situ que no es un marco te¨®rico socialmente ben¨¦fico, ni para los almerienses ni tampoco para los inmigrantes, pues perjudic¨® seriamente a ambos. Contribuy¨® a volverlos m¨¢s racistas todav¨ªa, a ambas partes, dado que la violencia de aquellos sucesos xen¨®fobos s¨ª cre¨®, como resultado, ciertas intuiciones de racismo en las mentes que m¨¢s se activaron por entender lo que hab¨ªa pasado. 'Si hasta los catedr¨¢ticos dicen que esto ha sido racismo, pues ser¨¦ racista, pero ellos tambi¨¦n lo ser¨ªan de vivir aqu¨ª nuestra vida como nosotros la vivimos; porque est¨¢ clar¨ªsimo que no tienen ni idea de qu¨¦ pasa aqu¨ª con nosotros' han pensado los que m¨¢s suelen pensar, es decir, la gente que suele ser m¨¢s escuchada.
Los de la otra parte han pensado que efectivamente 'los espa?oles de aqu¨ª son unos asquerosos racistas de mierda y en todo lo que hagan habr¨¢ racismo oculto' y, hagas lo que hagas, por ejemplo, decirle al cliente inmigrante que no le puedes cambiar el billete porque no tienes cambio, provocar¨¢ que te diga que eres un racista. Y uno va pensando que si de la doctrina pol¨ªtica de los intelectuales no result¨® beneficio social alguno para nadie, no era correcta.
Pues uno ha aprendido ya que no es correcto lo que piensan tus colegas de universidad sobre ETA o sobre Batasuna cuando te dicen que 'por qu¨¦ dices esas cosas' como que matar y extorsionar no es bueno pero s¨ª conversar, cuando lo que realmente dicen es 'para qu¨¦ dices esas cosas', pues solamente sirven para que te persigan. Por eso a tus colegas no les persigue ETA. Adem¨¢s en los guetos del Norte de Manhattan y del Bronx aprend¨ª bien pronto que lo 'pol¨ªticamente correcto' es puro oportunismo funcional para sobrevivir en privilegio, tambi¨¦n los afroamericanos. Y, por supuesto, esa 'correcci¨®n' de la expresi¨®n pol¨ªtica siempre se ayudaba de una discriminaci¨®n positiva, que es a lo que aboca la concepci¨®n de integraci¨®n de los inmigrantes que han manejado nuestros te¨®ricos antirracismo. Como se ve, aqu¨ª podr¨ªamos orinar muchos m¨¢s para analizar mejor nuestras respectivas almas.
Me haya equivocado o no, tambi¨¦n en mi libro queda claro un asunto tan nimio en el conjunto del problema cultural y social de la integraci¨®n del inmigrante como es la cuesti¨®n de la ablaci¨®n del cl¨ªtoris. Ni la violaci¨®n, ni la pederastia ni el asesinato ni el robo son cuestiones centrales ahora aqu¨ª en la integraci¨®n social del inmigrante, pero si se producen a escala ampliada en un solo lugar, como sucedi¨® en la comarca de El Ejido (y doy pruebas de ello) entonces s¨ª pueden constituir en ese momento y lugar un problema fundamental para la integraci¨®n social.
De ah¨ª la importancia de hacer cumplir la ley, como recurso esencial para proteger al ciudadano; pero tambi¨¦n como espacio de libertad para que se expanda ¨¦l mismo, al practicar su derecho a ser diferente, est¨¦tica, ¨¦tica y religiosamente. Al parlamentario de la oposici¨®n que considera tan importante indignarse con mi talante por minimizar o anecdotizar la cuesti¨®n de la clitoridectomia como la m¨¢s general del racismo, le sugiero tenga la amabilidad de leer mi libro, como m¨ªnimo las p¨¢ginas 352 y 357, las de la ablaci¨®n. Y no me cambie mis orines.
No sabe Pep cu¨¢nto me apena verlo, tambi¨¦n por sus orines, en esta congoja y le deseo pueda demostrar pronto su inocencia para que continuemos gozando de sus maravillosas jugadas en el equipo de la selecci¨®n. Aunque mis metabolitos positivos son para participar en una liguilla de beneficencia, donde no cobrar¨¦ ni ficha ni por partido jugado, le quiero decir a Pep que mi sentimiento por ¨¦l es sincero pues yo tambi¨¦n defender¨¦ los colores de la selecci¨®n, tratando de conformar un brillante equipo absolutamente mixto entre toda la gente de casa y toda la gente de fuera que buenamente quiera. Y te mando un gran abrazo para que no te aflijas ni te sientas solo, Pep.Uno, que es del Bar?a desde los tiempos de Bakero, Chiqui y L¨®pez Recarte, no puede sino sufrir por la presente tribulaci¨®n de Pep Guardiola. Si se certifica su positivo en ingesta de substancias dopantes, el f¨²tbol habr¨¢ perdido dos a?os de vibraci¨®n porque en cada una de sus jornadas Pep no se pondr¨¢ ya el traje de faena ni servir¨¢ pases magistrales pisando el acelerador del equipo. Y ya no habr¨¢ tanta emoci¨®n en las gradas sin ¨¦l. Pep no obstante ha dado la cara y dice con humildad no entender lo que le pasa. Dice no haber tomado nada que no hubiera tomado hasta ahora y hay mucha credibilidad en su car¨¢cter, pero la nandrolona est¨¢ ah¨ª, en sus an¨¢lisis fisiol¨®gicos.
Tambi¨¦n yo he dado positivo en el primer control al que se me ha sometido. Hay metabolitos de nandrolona en mis orines, aseguran inveterados analistas en estas lides de preparar trampas sorpresivas al incauto deportista, casi un dominguero, que todav¨ªa no se hab¨ªa quitado ni el ch¨¢ndal para participar en la primera jornada de una liga de beneficencia a la que se va a dedicar en cuerpo y alma. Pero este positivo m¨ªo, a diferencia del de Pep, proviene del alma y no del cuerpo. Y ¨¦sa es precisamente mi ¨²nica esperanza, porque me ser¨¢ mucho m¨¢s f¨¢cil probar que existe alguna confusi¨®n en la anal¨ªtica de alg¨²n laboratorio que no haya asimilado bien ¨¦sa mi substancia del alma. Hablar¨¦ de ella en otra ocasi¨®n. Hoy s¨®lo exijo que no me cambien mi orina por otra.
Acaba de publicarse mi libro Estampas de El Ejido, que ha coincidido con mi nombramiento para presidir el Foro de la Inmigraci¨®n. Acept¨¦ con ilusi¨®n y tambi¨¦n temor el envite editorial de promocionar mi libro que propone una perspectiva bastante intempestiva para analizar alg¨²n conflicto nuestro con la inmigraci¨®n. Tambi¨¦n para hablar de propuestas para integrarla, elaboradas desde el hecho democr¨¢tico y desde mi experiencia directa de exclusi¨®n social, de la m¨ªa propia en el Pa¨ªs Vasco y de la de los trabajadores que se llegan a esta tierra de todas las partes del mundo a mejorar su suerte. Me lo presentaron en sociedad, entre otras, dos conspicuas personas de la oposici¨®n pol¨ªtica, escritores ambos de este mismo diario. Y uno se alegra de este azar tan favorable porque tambi¨¦n aqu¨ª, en esta tierra de Almer¨ªa donde sigo trabajando, es la televisi¨®n privada e independiente de El Ejido la que lo present¨® antes en un emocionante programa de una noche entera con participaci¨®n directa de algunos vecinos que aparecen estampados en mi libro.
Sin periodismo libre no existir¨ªa pluralismo pol¨ªtico ni plurales opciones para poder uno decidir con conocimiento de causa. Y uno lo agradece, aunque el periodista le apriete con objeciones, le urja maniqueamente y le exprima con preguntas de casi imposible respuesta, a menos de tener que escribir otro libro. Que, en definitiva, es el medio natural de un profesor de provincias como yo, m¨¢s all¨¢ de la labor lenta y de di¨¢logo con el alumno en las aulas. Pero el periodista que, incluso iba a entrevistarte sobre el libro, prefiere inquirir sobre cuestiones que tengan que ver con el Foro, con la Ley de Extranjer¨ªa o con afirmaciones de tal o cual dirigente pol¨ªtico. Y se las arregla para que, desde un titular inexacto y casi siempre falsario, la orina le d¨¦ a uno positivo.
Llevo aqu¨ª, entre agricultores e inmigrantes, ediles municipales, organizadores sociales y personas altruistas, once meses ya sin ver a¨²n motivos para corregir las opiniones de mi libro. He indicado a periodistas y universitarios de esta provincia andaluza que estoy dispuesto a participar activamente en cuantos debates quieran abrir sobre la integraci¨®n del inmigrante y, por supuesto, en discutir las ideas de mi libro. Son ideas que, en definitiva, atacan no solamente la visi¨®n unilateral del periodista que inform¨® sobre los sucesos de El Ejido de febrero del a?o pasado, sino la funci¨®n social del intelectual en la explicaci¨®n de aquellos hechos.
Sostengo que el reportero necesit¨® de racismo ejidense para explicar el desastre social de violencia y segregaci¨®n en que cuaj¨® un funesto azar de tres asesinatos consecutivos en la misma Alde¨ªlla. Aquel repentino desastre pod¨ªa haber tomado otras formas diferentes de expresi¨®n, seguramente mucho peores, de haber existido racismo entre los ejidenses, es decir un pensamiento consolidado u organizaci¨®n racistas.
El reportero no supo mirar en su premura desde otra lente que la del antirracismo para comprender lo que estaba sucediendo y hac¨¦rnoslo comprender a los lectores y televidentes. Lo que ¨¦l nos cont¨® es muy similar a contarnos c¨®mo es San Sebasti¨¢n desde el interior del t¨²nel de Ondarreta que, por cierto, tambi¨¦n es un lugar para mirar mi ciudad. Pero no es el lugar m¨¢s adecuado para explicar qu¨¦ es esa ciudad. Y el intelectual cogi¨® aquella perspectiva unilateral y construy¨® una teor¨ªa social desde la que abordar la cr¨ªtica y la terapia de la sociedad ejidense en particular, pero tambi¨¦n de la democr¨¢tica en general. Yo mismo qued¨¦ influenciado por aquel marco te¨®rico en que mis m¨¢s estimados y brillantes colegas hab¨ªan participado, pero he comprobado in situ que no es un marco te¨®rico socialmente ben¨¦fico, ni para los almerienses ni tampoco para los inmigrantes, pues perjudic¨® seriamente a ambos. Contribuy¨® a volverlos m¨¢s racistas todav¨ªa, a ambas partes, dado que la violencia de aquellos sucesos xen¨®fobos s¨ª cre¨®, como resultado, ciertas intuiciones de racismo en las mentes que m¨¢s se activaron por entender lo que hab¨ªa pasado. 'Si hasta los catedr¨¢ticos dicen que esto ha sido racismo, pues ser¨¦ racista, pero ellos tambi¨¦n lo ser¨ªan de vivir aqu¨ª nuestra vida como nosotros la vivimos; porque est¨¢ clar¨ªsimo que no tienen ni idea de qu¨¦ pasa aqu¨ª con nosotros' han pensado los que m¨¢s suelen pensar, es decir, la gente que suele ser m¨¢s escuchada.
Los de la otra parte han pensado que efectivamente 'los espa?oles de aqu¨ª son unos asquerosos racistas de mierda y en todo lo que hagan habr¨¢ racismo oculto' y, hagas lo que hagas, por ejemplo, decirle al cliente inmigrante que no le puedes cambiar el billete porque no tienes cambio, provocar¨¢ que te diga que eres un racista. Y uno va pensando que si de la doctrina pol¨ªtica de los intelectuales no result¨® beneficio social alguno para nadie, no era correcta.
Pues uno ha aprendido ya que no es correcto lo que piensan tus colegas de universidad sobre ETA o sobre Batasuna cuando te dicen que 'por qu¨¦ dices esas cosas' como que matar y extorsionar no es bueno pero s¨ª conversar, cuando lo que realmente dicen es 'para qu¨¦ dices esas cosas', pues solamente sirven para que te persigan. Por eso a tus colegas no les persigue ETA. Adem¨¢s en los guetos del Norte de Manhattan y del Bronx aprend¨ª bien pronto que lo 'pol¨ªticamente correcto' es puro oportunismo funcional para sobrevivir en privilegio, tambi¨¦n los afroamericanos. Y, por supuesto, esa 'correcci¨®n' de la expresi¨®n pol¨ªtica siempre se ayudaba de una discriminaci¨®n positiva, que es a lo que aboca la concepci¨®n de integraci¨®n de los inmigrantes que han manejado nuestros te¨®ricos antirracismo. Como se ve, aqu¨ª podr¨ªamos orinar muchos m¨¢s para analizar mejor nuestras respectivas almas.
Me haya equivocado o no, tambi¨¦n en mi libro queda claro un asunto tan nimio en el conjunto del problema cultural y social de la integraci¨®n del inmigrante como es la cuesti¨®n de la ablaci¨®n del cl¨ªtoris. Ni la violaci¨®n, ni la pederastia ni el asesinato ni el robo son cuestiones centrales ahora aqu¨ª en la integraci¨®n social del inmigrante, pero si se producen a escala ampliada en un solo lugar, como sucedi¨® en la comarca de El Ejido (y doy pruebas de ello) entonces s¨ª pueden constituir en ese momento y lugar un problema fundamental para la integraci¨®n social.
De ah¨ª la importancia de hacer cumplir la ley, como recurso esencial para proteger al ciudadano; pero tambi¨¦n como espacio de libertad para que se expanda ¨¦l mismo, al practicar su derecho a ser diferente, est¨¦tica, ¨¦tica y religiosamente. Al parlamentario de la oposici¨®n que considera tan importante indignarse con mi talante por minimizar o anecdotizar la cuesti¨®n de la clitoridectomia como la m¨¢s general del racismo, le sugiero tenga la amabilidad de leer mi libro, como m¨ªnimo las p¨¢ginas 352 y 357, las de la ablaci¨®n. Y no me cambie mis orines.
No sabe Pep cu¨¢nto me apena verlo, tambi¨¦n por sus orines, en esta congoja y le deseo pueda demostrar pronto su inocencia para que continuemos gozando de sus maravillosas jugadas en el equipo de la selecci¨®n. Aunque mis metabolitos positivos son para participar en una liguilla de beneficencia, donde no cobrar¨¦ ni ficha ni por partido jugado, le quiero decir a Pep que mi sentimiento por ¨¦l es sincero pues yo tambi¨¦n defender¨¦ los colores de la selecci¨®n, tratando de conformar un brillante equipo absolutamente mixto entre toda la gente de casa y toda la gente de fuera que buenamente quiera. Y te mando un gran abrazo para que no te aflijas ni te sientas solo, Pep.
Mikel Azurmendi es profesor, escritor y presidente del Foro de la Inmigraci¨®n.
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