Malditos inocentes
Una ma?ana, estacionas en un paso de cebra, viene un polic¨ªa municipal y te multa, y eso es la Ley. Otro d¨ªa, llega un juez y anula la sanci¨®n que le impuso la Universidad Complutense a uno de sus profesores por escribir y hacer leer a sus estudiantes un libro llamado La psicolog¨ªa de la personalidad y otros trastornos, en el que describe a las personas de piel negra como 'inferiores a los blancos', afirma que los asi¨¢ticos son 'lentos y torpes', define a las mujeres como personas 'coquetas, refinadas en el rencor y el odio, aficionadas a las compras, las tareas dom¨¦sticas y los concursos de belleza' y destaca la personalidad 's¨®lida, densa y rica' de los ciudadanos conservadores frente al car¨¢cter 'voluble, inestable, vers¨¢til e inconsecuente' de los progresistas. Llega un juez, anula la cobarde sanci¨®n con que hab¨ªan castigado al presunto ya-saben-qu¨¦ y eso, igual que lo de la multa del paso de cebra, tambi¨¦n es la Ley. No hay m¨¢s que hablar: es la Ley, con ele may¨²scula, esa ciencia hermana de la Verdad y la Justicia; es lo que encuentran en las sombras sus ojos vendados, es la cantidad de inocencia o culpa que pesa su balanza y la cicatriz que deja con su espada. De modo que ya lo saben los diversos acusadores del catedr¨¢tico: ni misoginia, ni racismo; ni mala intenci¨®n, ni mala fe, ni pura imbecilidad, sino s¨®lo inocencia, bendita e inmaculada inocencia.
Estos d¨ªas he pensado mucho en la Ley y en los jueces, me he vuelto a preguntar qu¨¦ ven ellos en las cosas que nosotros no veamos, por qu¨¦ son tan especiales que un d¨ªa reducen la pena que solicitaba un fiscal para un asesino porque no consideran ensa?amiento darle treinta pu?aladas a otra persona y otro d¨ªa aten¨²an la condena de un violador porque le ofreci¨® un vaso de agua a su v¨ªctima, despu¨¦s de su crimen. Pens¨¦ y pens¨¦, anduve de aqu¨ª para all¨¢ aferrado a mi car¨¢cter voluble, inestable, vers¨¢til e inconsecuente y, tras darle vueltas y m¨¢s vueltas, encontr¨¦ una met¨¢fora. Estaba leyendo el peri¨®dico y en el peri¨®dico se hablaba de los planes del Ayuntamiento para controlar el tr¨¢fico en Navidad. Al principio no encontr¨¦ nada que me llamase la atenci¨®n, es decir, que encontr¨¦ lo de siempre: se dec¨ªa que iban a instalar en la calle de Serrano esas luces naranjas que se llaman ojos de gato; se dec¨ªa, tambi¨¦n, que se iban a poner m¨¢s balizas abatibles y m¨¢s conos, que se iban a instalar c¨¢maras de circuito cerrado en las calles m¨¢s conflictivas para descubrir a los infractores y que se iba a crear un cuerpo de vigilantes motorizados que patrullar¨¢n la ciudad vestidos con petos fosforescentes de color naranja. O sea, poca cosa, porque cuando llegue el momento de la verdad los comerciantes del centro abatir¨¢n las balizas y retirar¨¢n los conos como hacen cada a?o, para que los clientes puedan llegar hasta las puertas de sus tiendas y llenar sus coches de regalos; los comerciantes, desde luego, tambi¨¦n son inocentes, lo ¨²nico que hacen es defender contra viento y marea su sagrado derecho a venderle un mont¨®n de lo que sea a esos seres coquetos, refinados en el rencor y el odio y aficionados a las compras que algunos conocemos con el sobrenombre de mujeres.
Pero entonces la encontr¨¦, al final de un p¨¢rrafo. Es una cosa que se llama carril a contramano, y consiste en que los autobuses y los taxis circulen por el carril-bus en direcci¨®n opuesta a la del resto de los veh¨ªculos. Imagin¨¦ lo raro que ser¨ªa para los conductores ver la ciudad en sentido contrario a como la hab¨ªan visto siempre y encontrarse con que todo lo que para los dem¨¢s es la izquierda, para ellos ser¨¢ la derecha y que lo que para los otros es subir, para ellos ser¨¢ bajar. Y entonces me acord¨¦ de lo que un juez hab¨ªa dicho de ese profesor de la Complutense que no es, como creyeron algunos, el profesor chiflado y que no es culpable de nada, que no puede ser acusado de misoginia, ni racismo, ni mala intenci¨®n, ni mala fe, ni pura imbecilidad; me acord¨¦, tambi¨¦n, de que hay otro profesor de la misma universidad que obliga a leer a sus alumnos una obra suya en la que califica a los homosexuales de 'maricas, bolleras y marimachos' y supuse que el juez que lo exculpe apelar¨¢, como ha hecho su colega, a la 'libertad de c¨¢tedra' del inocente. Qu¨¦ claro lo vi entonces. El carril a contramano, eso lo explica todo. Desde ¨¦l se ve todo al rev¨¦s, las cosas funcionan de otro modo, subir es bajar y bajar es subir. No s¨¦ si lo cogen. Para m¨ª est¨¢ clar¨ªsimo.
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