Autonom¨ªas en la UE
La integraci¨®n europea ha trastocado el reparto de competencias entre las comunidades aut¨®nomas y el Gobierno central. Restablecer un nuevo equilibrio, en el que todas las partes tendr¨¢n algo que ceder, es una tarea a abordar de forma sensata y funcional. La f¨®rmula que proponen los socialistas resulta, en sus l¨ªneas generales, prudente, y como tal ha sido acogida por el Gobierno, que, sin embargo, se resiste a ser consecuente. En estos a?os, el Gobierno, aunque sea a trav¨¦s de Bruselas, ha recuperado competencias que corresponden a las comunidades aut¨®nomas. Una presencia y participaci¨®n activa de representantes de ¨¦stas en la delegaci¨®n espa?ola en el Consejo de Ministros de la UE no desvirt¨²a la l¨®gica del Estado de las autonom¨ªas y a la vez mantiene el precepto constitucional de que es el Gobierno quien dirige la pol¨ªtica exterior, aunque la pol¨ªtica europea constituya una nueva categor¨ªa.
El Tribunal Constitucional ha abordado esta dif¨ªcil cuesti¨®n en diversas ocasiones, considerando que si bien es el Gobierno el que participa directamente en la actividad de la UE, las autonom¨ªas tienen un evidente inter¨¦s en el desarrollo de la dimensi¨®n comunitaria. La cuesti¨®n es c¨®mo integrar a las CC AA en la conformaci¨®n de la voluntad de Espa?a en la UE, al menos en lo que al Consejo de Ministros se refiere, puesto que el Parlamento Europeo tiene crecientes poderes de co-decisi¨®n. No sirven necesariamente las f¨®rmulas ideadas en otros pa¨ªses. La integraci¨®n europea, y ah¨ª reside uno de sus problemas, se da entre sistemas pol¨ªticos muy diferentes: el espa?ol poco tiene que ver con la autonom¨ªa de Gales y Escocia (pero no Inglaterra) en el Reino Unido, con la descentralizaci¨®n de un sistema tan jacobinista como el franc¨¦s o con el federal alem¨¢n o belga. La Uni¨®n no est¨¢ conformada seg¨²n el modelo de sus partes, o viceversa, como dictar¨ªa la ortodoxia federal. Debemos encontrar nosotros mismos la soluci¨®n a los problemas que se plantean para Espa?a, a ser posible antes de la cita del 2004 para la reforma institucional de la UE.
El sistema de la Conferencia Sectorial de Asuntos Europeos, en la que deber¨ªan coordinarse CC AA y Gobierno central, no ha funcionado como se pensaba. Hay que ir m¨¢s all¨¢. Los socialistas proponen que en la delegaci¨®n espa?ola, siempre presidida por un representante del Gobierno central, participe un representante de las CC AA que hablar¨ªa en nombre de Espa?a en lo tocante a las competencias exclusivas de las autonom¨ªas, o podr¨ªa intervenir en caso de competencias compartidas. Resulta, sin embargo, excesivo el ritmo de turno anual para que las 17 autonom¨ªas se sucedan en esa funci¨®n. Se requieren f¨®rmulas m¨¢s flexibles, adaptadas a las circunstancias. En materia fiscal, por ejemplo, el Pa¨ªs Vasco o Navarra tienen competencias de las que carecen las otras comunidades, por lo que deber¨ªan tener la posibilidad de hacer o¨ªr su voz, como parte integrante de la delegaci¨®n espa?ola, en materias que afecten a esa competencia.
La pr¨®xima Ley de Cooperaci¨®n Auton¨®mica puede resultar un marco ¨²til para plantear estas cuestiones, pero no podr¨¢ sustituir a la reforma del Senado. Pese a los humillantes sarcasmos de Aznar -reiterados ayer con escasa gracia y notable desprecio para los que no comparten sus ideas-, la consolidaci¨®n del Estado auton¨®mico en una Europa integrada pasa por convertir el Senado en una C¨¢mara territorial que pudiera, entre otras funciones, decidir caso por caso qui¨¦n representar¨¢ a las CC AA en la delegaci¨®n espa?ola en la UE. Esa reforma requiere la lealtad de las CC AA entre s¨ª y de todas ellas hacia el Gobierno central, y tambi¨¦n la del Ejecutivo hacia las regiones y nacionalidades.
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