Un empate de manual

El Atl¨¦tico y el Oviedo son dos equipos serios. Dos conjuntos equilibrados, atentos al dibujo, adiestrados en el arte de la geometr¨ªa, fiados al buen orden defensivo de las cosas. Dos formaciones s¨®lidas con un gui¨®n bien aprendido y dos apuntadores estrictos, Luis Aragon¨¦s y Enrique Marigil, en cada banquillo para que nadie se salte ni una coma. Veintid¨®s jugadores y un manual que predica la presi¨®n y el continuo bascular de lado a lado persiguiendo la pelota con diez en campo propio. El resultado, el l¨®gico. Un empate aburrido con detalles t¨¢cticos; jugado con intensidad, pero sin un detalle luminoso.

Entre otras razones, porque en el campo hab¨ªa pocas luminarias. Quiz¨¢ Fernando Torres, por parte rojiblanca, introdujo alg¨²n momento de intriga al argumento de las obligadas tablas. Quiz¨¢ Jaime, por el Oviedo, busc¨® con m¨¢s talento la sorpresa por su banda, la izquierda. Muchos buenos futbolistas de equipo y pocos dinamiteros anarquistas para volar en pedazos un empate anunciado desde el pitido inicial.

El primer periodo dej¨® una buena ocasi¨®n de Oli, el veterano oportunista del Oviedo, que a los cinco minutos se qued¨® solo frente a Burgos. Fall¨® y la pelota volvi¨® al centro del campo para transitar -eso s¨ª, con mucho orden- rutinariamente hasta casi el minuto 45. Casi, porque a cuatro de la conclusi¨®n de la primera parte, Stankovic lanz¨® una falta con intenci¨®n a ese ¨¢ngulo criminal para los porteros. Pero Esteban consigui¨® atajar el bal¨®n.

El segundo tiempo trajo el carrusel de cambios en el Atl¨¦tico por el que los dos hombres m¨¢s adelantados, Torres y Diego Alonso, dejaban sus puestos a Dani y Roberto. El portugu¨¦s se enred¨® en acciones individuales y Roberto no toc¨® apenas la bola. Sin embargo, la reanudaci¨®n parec¨ªa que iba a traer algo m¨¢s de velocidad al est¨¢tico ataque rojiblanco. Luque, que entr¨® por Stankovic, tuvo una magn¨ªfica ocasi¨®n, pero fall¨® a pocos metros de la porter¨ªa lanzando el bal¨®n fuera. El sevillano aport¨® su bullicio, en esta ocasi¨®n aliado con Dani, pero su alboroto s¨®lo se tradujo en un par de saques de esquina.

El Oviedo, a esas alturas de partido, ya hab¨ªa decidido que sacar un punto del estadio Calder¨®n no era cosa despreciable y que se consiga todos los d¨ªas y se afan¨® a¨²n m¨¢s en cerrar espacios y correr detr¨¢s de la pelota. En el manual del Atl¨¦tico tampoco hab¨ªa ning¨²n punto que hablase de improvisaci¨®n. As¨ª que los dos dieron por buenas las tablas.