El laberinto de la nandrolona
La lucha de intereses entre los fabricantes de suplementos nutritivos y los laboratorios impide la existencia de una tesis clara
Aunque parezca mentira, Guardiola no invent¨® la nandrolona. Tampoco es la del futbolista espa?ol la primera pol¨¦mica ligada a un control positivo de esa sustancia anabolizante. Ciclistas, atletas, otros futbolistas, deportistas de todo tipo ya han pasado por el mismo trago.
Muy a su pesar, Guardiola est¨¢ pisando por un terreno ya muy transitado; un territorio que, pese a todo, a¨²n no est¨¢ muy claramente delimitado: por el laberinto de la nandrolona, un espacio contradictorio y turbio en el que se mezclan enormes intereses econ¨®micos, la pureza de deportistas inocentes, la malicia de deportistas desaprensivos, la hipocres¨ªa de todas las situaciones relacionadas con el dopaje y la inconcreci¨®n de las autoridades deportivas.
La industria de alimentos deportivos gener¨® 150.000 millones en Estados Unidos en 1998
La nandrolona era una sustancia barata, un anabolizante inyectable que dorm¨ªa el sue?o de los justos. Cuando se afinaron los m¨¦todos, la nandrolona se convirti¨® en un hierro pasado de moda, un producto que s¨®lo consum¨ªan los desesperados o los muy pobres. La sustancia permanec¨ªa meses en el cuerpo. Un producto para deportistas suicidas.
O eso se cre¨ªa.
Llegaron los ¨²ltimos a?os de la pasada d¨¦cada. S¨²bita e inesperadamente, la nandrolona vivi¨® un revival espectacular, un boom de positivos que afectaba no a los desheredados habituales, sino a grandes nombres, a deportistas insospechados. Veteranos atletas, como Lindford Christie o Merlene Ottey; desconocidos futbolistas, conocidos futbolistas, como De Boer, Davids o Couto; atletas normales, como Plaza o Richardson. Una epidemia. Comenz¨® a formarse la nebulosa nandrolona.
Tres hechos fueron fundamentales para la explosi¨®n de positivos. El primero fue la aparici¨®n de una nandrolona oral, cuya permanencia en el cuerpo no dura m¨¢s de 48 horas.
El segundo, una ley de 1994 que permite en Estados Unidos comercializar esteroides anabolizantes como complementos diet¨¦ticos si no alegan curar o prevenir enfermedades, con lo cual se pueden vender en cualquier tienda, o por Internet, y sin control en su fabricaci¨®n y comercializaci¨®n por parte de las autoridades sanitarias. Esta ley fue la base, de hecho, del nacimiento de una potent¨ªsima industria en Estados Unidos, la de los suplementos nutritivos especiales para deportistas, un comercio y una fabricaci¨®n descontrolados de creatina, amino¨¢cidos de cadena ramificada, antioxidantes, arginina, ornitina, carnitina, antioxidantes, androstenedione, carbohidratos y decenas de productos m¨¢s, que en 1998 mov¨ªa 800 millones de d¨®lares (unos 150.000 millones de pesetas) anuales. Una moda que se hizo global. Lleg¨® a todos los deportes. Todos los pa¨ªses.
El tercer factor fue la puesta a punto de los espectr¨®metros de masas de alta resoluci¨®n, que, combinados con los cromat¨®grafos de gases, convirtieron a los laboratorios antidopaje en salas perfectas, capaces de encontrar una aguja en un pajar.
El descontrol de la industria de los suplementos en Estados Unidos y de su comercio en todo el mundo -en Espa?a se puede comprar de todo en tiendas normales- permiti¨® la contaminaci¨®n. Fabricantes que no dudaban en a?adir, a escondidas, sustancias prohibidas, como anabolizantes puros y duros, para que los efectos de los productos estuvieran a la altura de lo que proclamaban sus etiquetas. O productos, como el androstenedione, permitido hasta hace poco, capaces de generar en el cuerpo el mismo metabolito que la nandrolona, 19-norandrosterone, cuya aparici¨®n en orina supone el positivo.
El mayor refinamiento anal¨ªtico trajo consigo otro efecto secundario. Se descubri¨® que el cuerpo humano tambi¨¦n produce los metabolitos de la nandrolona, aunque en cantidades muy peque?as. Para evitar el problema de millares de falsos positivos, el COI determin¨® unos umbrales de seguridad y no se considera positivo una concentraci¨®n en orina inferior a 2 nanogramos por mililitro en el caso de los hombres y 5 en el de las mujeres.
Todo parece claro, pero es todo lo contrario. Hay dos facciones enfrentadas y los deportistas est¨¢n en medio. Las investigaciones del COI y de los laboratorios dicen que muchos suplementos est¨¢n contaminados. Los fabricantes despliegan sus encantos y hallan cient¨ªficos dispuestos a testificar que el cuerpo humano, en determinadas circunstancias, pueden generar m¨¢s nandrolona que la que marca el umbral de seguridad. Y no hay una tesis aceptada por todos.
Hasta hace poco, la duda era v¨¢lida y la mayor¨ªa de los tribunales dejaba en simb¨®licas, cuatro meses como mucho, las sanciones a los positivos por nandrolona. Pero, desde hace unos meses, se abre camino en algunos pa¨ªses, como Italia, la tesis de la tolerancia cero. Y Guardiola, un marciano en la nebulosa nandrolona, pude ser el primer escarmentado.
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