Gehry vuelve a la mejor de sus casas
Por los espacios de la primera planta del Museo Guggenheim se nos muestra la vida entera de Frank Gehry como arquitecto. El grueso de la exposici¨®n lo conforman las maquetas de cada uno de los proyectos, tanto de los que se llevaron a cabo, los m¨¢s, como aquellos, los menos, que nunca llegaron a construirse. En una sala aparte se re¨²nen diferentes unidades de mobiliario dise?ados por el propio Gehry, tales como sillas, mesas, sillones, mecedoras, taburetes y l¨¢mparas en los m¨¢s diversos materiales.
En este largo puente hemos coincidido en la visita a la exposici¨®n con varios cientos de personas. Era como si Frank Gehry hubiera querido convocarnos a todos a una fiesta ¨ªntima, sin dejar de ser abiertamente p¨²blica. El visitante siente esa intimidad al ver las maquetas originales de los proyectos, con los numerosos tanteos -un entrecruzamiento de audacias y miedos, inicios y rechazos-, a los que se llega hasta dar con el dise?o definitivo.
A riesgo de que ser tachados de chauvinistas, se puede aventurar que el arquitecto canadiense lleg¨® a la cima de su carrera justamente con la realizaci¨®n del Guggenheim bilba¨ªno. Mas conviene recordar que es a partir del dise?o de la f¨¢brica de muebles Vitra Internacional y Vitra Design Museum (Alemania), 1987-1989, donde Gehry empieza a decantarse, cada vez con mayor intensidad, a favor del estilo deconstructivista. Inmediatamente despu¨¦s llegan otros proyectos en esa l¨ªnea, como el edificio Team Disneyland, la sede Vitra Internacional, el Wisman Art Museum de Minnesota, el centro de comunicaci¨®n y tecnolog¨ªa EMTR, la Casa Lewis (no construida), hasta la realizaci¨®n del Museo Guggenheim de la capital vizca¨ªna.
Luego de Bilbao, el quehacer del canadiense se alza hasta una de las mayores alturas a las que puede llegar arquitecto vivo alguno. Consigue firmar proyectos atrevidos, fulgurantes, de enorme y sugestiva espectacularidad, donde su estilo personal¨ªsimo, fraguado de latido en latido, se mece con toda probabilidad dentro de la imperecedora arquitectura del universo. Algunos de esos proyectos se llaman edificio Nationale-Nederlanden (en Praga), Auditorio Walt Disney (en Los ?ngeles), Der Neue Zollhof (en D¨¹sseldorf), Experience Music Proyect (en Seattle), entre otros.
Visto lo visto, nadie osar¨¢ poner en duda que Gehry verti¨® lo mejor de s¨ª en el Guggenheim bilba¨ªno. Por si valiera como refrendo, extraigo algunos pasajes de una carta suya que me escribi¨® en agosto de 1993. Fue a ra¨ªz de unas preguntas que le formul¨¦ por esrito en torno a su proyecto. En ella me explicaba que le era dif¨ªcil contestar a las preguntas que le hac¨ªa 'en ausencia de la persona que me est¨¢ preguntando'. En un pasaje aduc¨ªa: 'Debido a que en este momento mi mente est¨¢ centrada ¨²nicamente en el dise?o del proyecto, encuentro muy duro sentarme y poner mis ideas en palabras. Estoy muy preocupado por el desarrollo del muelle de Bilbao. Intento dise?ar el proyecto como una pieza integral del prototipo del muelle de esa ciudad y no como un insulto a su inteligencia...'
Para concluir, dejaba traslucir un rasgo de su car¨¢cter con esta hermosa expresi¨®n de generosa modestia: 'Por favor, conf¨ªe en m¨ª cuando digo que amo a Bilbao y que no har¨ªa nada que pueda herirle. Conf¨ªo en que mis dise?os y trabajos contestar¨¢n a muchas de sus preguntas. Por favor, sop¨®rteme en los pr¨®ximos meses. Dictar¨¦ algunas palabras de buen juicio, con un poco de suerte, e intentar¨¦ hacerle feliz...'
Pasados seis meses logr¨¦ tomarle en cinta magnetof¨®nica unas espl¨¦ndidas respuestas suyas. A?os despu¨¦s, el Museo Guggenheim se convirti¨® en la realidad que todos conocemos. Esa realidad que ahora acoge una exposici¨®n donde aparece su vida entera a trav¨¦s de numerosos y vigorosos dise?os.
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