Sangre y caoba
El coordinador de Greenpeace en el Amazonas, amenazado de muerte
El brasile?o Paulo Adario, de 52 a?os, coordinador de Greenpeace para la campa?a Amazonas, sabe que el color de la caoba es primo hermano del de la sangre. El pasado 2 de octubre en la sede de Greenpeace en Manaos se recibi¨® el telefonazo seco de una voz femenina: 'Adario merece morir, y va a morir'. Adario no lo echa a humo de pajas, pero no desde?a el humor: 'Intentamos que el Gobierno vea que algo as¨ª no es bueno para el pa¨ªs; para m¨ª, desde luego, es p¨¦simo'.
Muchos de los cr¨ªmenes que ensangrientan la Amazonia nacen del comercio ilegal de maderas como la caoba. En agosto asesinaron, ante su mujer e hijos, a Ademir Alfeu Federicci, Dema, coordinador del Movimiento por el Desarrollo de la Transamazonia y la regi¨®n Xing¨². 'Antes hubo varios asesinatos as¨ª', dice Adario, 'disfrazados de robos pandilleros. Hay un retorno a la violencia en la Amazonia'.
Paulo Adario: 'El 80% de la madera que sale de Brasil es ilegal, y empresas y Gobiernos lo saben'
Adario visita Espa?a para hablar con empresas que importan madera brasile?a. 'Todas las empresas y los Gobiernos saben que el 80% de la madera exportada de Brasil es ilegal y que conlleva sangre y explotaci¨®n, pero se escudan en permisos aparentemente legales', se?ala Adario. 'El truco est¨¢ en que las taladoras dan a menudo cifras hinchadas de la madera que tienen en sus zonas legales, pero luego venden tambi¨¦n de las ilegales, que incluso cuentan con carreteras clandestinas'.
Espa?a exporta madera que previamente ha importado, por ejemplo de Brasil. El m¨¢ximo importador de caoba brasile?a es EE UU, seguido por la UE. 'Pedimos a las empresas espa?olas que asuman sus responsabilidades y exijan certificados a sus exportadores de que la madera procede de un proceso limpio', dice Adario, que se ha entrevistado con la Asociaci¨®n Espa?ola de Importadores de Madera, con Madereras del Noroeste y con representantes del Ministerio de Medio Ambiente. Tras las reuniones, fuentes de Greenpeace constataron a este peri¨®dico la actitud 'receptiva' de las empresas, y 'la poca sinton¨ªa' con la Administraci¨®n para ligar la defensa de la biodiversidad espa?ola con la de un 'comercio limpio'.
Una propuesta de Greenpeace est¨¢ a la espera de ser firmada en Brasil como acuerdo entre la industria y la Fiscal¨ªa General, organismo independiente. 'Sabemos que un metro c¨²bico de madera legal cuesta a las empresas m¨¢s de 10.000 pesetas, y la ilegal s¨®lo 800', expone Adario. 'Por eso queremos un impuesto que permita constituir un fondo para ayudar a las empresas a pasar felizmente del comercio ilegal al legal. Reclamamos que la autorizaci¨®n de transporte no se d¨¦, como ahora, en el puerto de salida, sino en el lugar de producci¨®n, y que se comunique al Fiscal General, de modo que haya control'.
El papel del Gobierno brasile?o es crucial, pero para Adario 'le falta estrategia y le sobra dispersi¨®n ministerial. Medio Ambiente, por desgracia, es d¨¦bil. El Gobierno sufre una paranoia sobre la Amazonia, cree en una conspiraci¨®n universal para arrebatarle territorio, y el Ej¨¦rcito tambi¨¦n lo cree. Con los militares se da una paradoja: piensan que Greenpeace est¨¢ en esa conspiraci¨®n, pero por otra parte van viendo que nuestros intereses de conservaci¨®n de la Amazonia coinciden con los suyos'.
Mientras, el peligro se cierne sobre gente como Adario. Pero, aunque no haya pruebas de qui¨¦n atiza la amenaza mortal, en Greenpeace creen que hay conexiones por investigar: la revista brasile?a ?poca public¨® recientemente que un pistolero denunci¨® como fact¨®tum en la Amazonia a Jader Barbalho, que tuvo que dimitir como presidente del Senado tras un esc¨¢ndalo de malversaci¨®n del Banco de Par¨¢. Y en ese Estado amaz¨®nico, las pesquisas de Greenpeace sobre talas ilegales topan siempre con la menci¨®n de dos grandes propietarios, Osmar Ferreira y Mois¨¦s Pereira, este ¨²ltimo considerado hombre de Barbalho. 'Todo el mundo sabe que son los due?os, pero tienen testaferros', remacha Adario.
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