Divorcio
El matrimonio es el acuerdo de dos personas libres; cuando deciden anularlo, es a ellas a quienes corresponde y a nadie m¨¢s. Cualquier intromisi¨®n es estatalismo. Si una de las dos personas no lo desea o hay dificultades en la interpretaci¨®n de la disoluci¨®n del contrato, o terceras personas implicadas, se cree que los jueces tienen que solventarlo, como cualquier otro acuerdo. Esto, que parece tan sencillo, no ocurre. La Iglesia, que cuando casa s¨®lo es testigo de esa voluntad de los c¨®nyuges, parece creer que su testimonio hace ley y lo cree el Estado, compa?ero permanente de la Iglesia. Cuando otra burgues¨ªa olig¨¢rquica dict¨® normas matrimoniales ten¨ªa intereses de clase, de herencia, de compromisos del matrimonio con toda la sociedad. Se trataba de la perpetuaci¨®n de clases, de problemas raciales, de conveniencias; y de herencias, asunci¨®n de derechos sociales y algunas cosas m¨¢s. Por ejemplo, el que parece deseo del futuro rey Felipe de casarse con una modelo noruega sigue siendo asunto del Estado: por racismo -cuesti¨®n de sangre-, por consolidaci¨®n de una familia con privilegios. Parece que el desdichado -como se dec¨ªa en las novelas de pr¨ªncipes y se?oritas- no puede consagrar su elecci¨®n, porque forma parte de sus deberes, y hasta de la extra?a Constituci¨®n. Quiz¨¢ ¨¦l quiera obedecer al Estado del que es emblema: pero los dem¨¢s ciudadanos que no tienen sus prejuicios s¨ª desean que su voluntad prime, y que si quieren divorciarse lo hagan.
La oposici¨®n del Partido Popular a una ampliaci¨®n de las causas de divorcio, que tampoco es la libertad absoluta, viene de su procedencia burguesa antigua y de su entroncamiento con la Iglesia. Estos conservadores tienen ese grave problema: que conservan lo que no hace falta o es un obst¨¢culo para la voluntad de las personas. La respuesta social es la de las 'parejas de hecho', y no me refiero a las de homosexuales, que est¨¢n a¨²n m¨¢s vetados, sino a las de hombre-mujer, con voluntad o no de procrear. Como todas las leyes de la vieja y la nueva burgues¨ªa en materia de pensiones, viudedad, herencia, seguridad social y todo lo dem¨¢s, no admiten las parejas libres: y ¨¦stas terminan muchas veces por casarse. A veces suceden cosas raras, como las de los que se casan para separarse, para divorciarse, y resolver as¨ª sus problemas mutuos. Nada de lo que sucede entre el Estado y el sexo es congruente.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.