Europa: renovarse o naufragar
Tras la tragedia del 11 de septiembre, la Uni¨®n Europea tambi¨¦n est¨¢ en peligro. La Uni¨®n, forjada en medio de las crisis, podr¨ªa finalmente sumirse en la crisis. La Uni¨®n Europea s¨®lo podr¨¢ responder al desaf¨ªo del terrorismo internacional si habla con una ¨²nica voz y se muestra capaz de corresponder al vivo deseo de los pueblos de ver a Europa desempe?ar un papel m¨¢s importante. S¨®lo se podr¨¢ hacer frente al desaf¨ªo de la ampliaci¨®n, que devuelve a Europa una parte fundamental de su geograf¨ªa y de su historia, si se refuerzan las instituciones comunitarias, para evitar de este modo el riesgo de transformar la Uni¨®n en una simple zona de libre cambio, lo que nunca ha sido, pero en lo que se convertir¨ªa en ausencia de reformas decisivas. S¨®lo una Europa fuerte y unida puede tener un peso efectivo en las pol¨ªticas del planeta y, al mismo tiempo, garantizar nuestra seguridad.
Es necesario y urgente lograr que la Uni¨®n sea por fin capaz de decidir y expresarse con una ¨²nica voz en los ¨¢mbitos que son de su competencia, sobre la base del principio de subsidiaridad que garantiza el respeto de la realidad hist¨®rica y viva de nuestros Estados. Es necesario y urgente crear un verdadero gobierno europeo capaz de actuar con autoridad, eficacia, rapidez y legitimidad. Es necesario y urgente establecer el principio del voto por mayor¨ªa como guardi¨¢n de las instituciones y como condici¨®n para disponer de una capacidad efectiva de decisi¨®n y actuaci¨®n. Esto -pero nada menos que esto- es todo lo que se necesita para permitir a la Uni¨®n superar lo irreversible.
La convenci¨®n que deber¨¢ preparar la reforma institucional y constitucional de la Uni¨®n -debido a su amplia legitimidad pol¨ªtica nacional y europea- es el foro natural para alcanzar este objetivo. Para ello, su mandato deber¨¢ ser suficientemente ambicioso.
En 1950, 1957, 1976, 1986 y 1992, los gobiernos y los parlamentos nacionales de los pa¨ªses decididos a hacer avanzar a Europa supieron en cada ocasi¨®n encontrar respuestas a los desaf¨ªos que la historia impon¨ªa a nuestro continente. Nosotros, que ejercimos en varias ocasiones las responsabilidades del poder, ¨¦ramos plenamente conscientes de que la tarea no hab¨ªa quedado finalizada. Hoy, aquello que construimos est¨¢ en peligro. La propia uni¨®n econ¨®mica y monetaria considera que las medidas indispensables para alcanzar la uni¨®n pol¨ªtica -que es la raz¨®n profunda de la integraci¨®n europea- no deben ser, una vez m¨¢s, aplazadas.
Esta transici¨®n habr¨ªa podido prolongarse a lo largo de varias d¨¦cadas. El curso de la historia ha impuesto un ritmo diferente. A ustedes que hoy ocupan las m¨¢s altas responsabilidades, a ustedes jefes de Estado y de Gobierno que forman el Consejo Europeo, les incumbe la tarea apasionante de superar la etapa decisiva hacia la Uni¨®n.
Para Europa, ma?ana podr¨ªa ser ya demasiado tarde.
Giulio Andreotti, Raymond Barre, Carl Bildt, John Bruton, Anibal Cavaco Silva, Jean-Luc Dehaene, Felipe Gonz¨¢lez, Roy Jenkins, Alain Jupp¨¦, Helmut K?hl, Wielfred Martens, Michel Rocard, Jacques Santer, Helmud Schmidt y Franz Vranitzky.
Giulio Andreotti, Raymond Barre, Carl Bildt, John Bruton, Anibal Cavaco Silva, Jean-Luc Dehaene, Felipe Gonz¨¢lez, Roy Jenkins, Alain Jupp¨¦, Helmut K?hl, Wielfred Martens, Michel Rocard, Jacques Santer, Helmud Schmidt y Franz Vranitzky.
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