Tanques en el bel¨¦n
Ca¨ªa la nieve sobre Madrid y yo le¨ªa Menos rosas, el ¨²ltimo libro del poeta Mahmud Darwish. 'En el camino hay otro camino. En el camino hay espacio para el ¨¦xodo. / Arrojaremos muchas rosas al r¨ªo para cruzarlo. / (...) ?Hacia d¨®nde me llevar¨¢n las preguntas? / Yo soy de aqu¨ª y soy de all¨ª, y no soy de all¨ª ni de aqu¨ª. / Arrojar¨¦ muchas rosas antes de alcanzar una rosa en Galilea'. Las palabras saltaban del libro de Darwish como peces rojos en un lago y, si mirabas los peri¨®dicos o encend¨ªas la televisi¨®n, en su pa¨ªs, Palestina, saltaban por los aires las personas, convertidas en parte de un bombardeo, v¨ªctimas de una represalia, dianas para un polic¨ªa o un soldado.
Le¨ª Menos rosas y luego algunos textos de otro libro de Mahmud Darwish, Desde Palestina; y despu¨¦s algunos de Tawfiq Zayyad en Amm¨¢n en septiembre y otros poemas, y de Sulafa en Una voz palestina. En la televisi¨®n continuaba la guerra, y en el libro, Tawfiq Zayyad dijo: 'Aqu¨ª permaneceremos / sobre vuestros pechos como un muro, / hambrientos, sedientos, desafi¨¢ndoos, / recitando poemas, / llenando las calles con nuestra c¨®lera, / llenando las calles con nuestro orgullo / y haciendo que nuestros hijos, una y otra vez, / engendren generaciones vengadoras. / Como si fu¨¦ramos veinte prodigios / en Lidda, en Ramala, en Galilea... / Aqu¨ª permaneceremos. / Id y bebed el mar'. Cerr¨¦ el libro y sal¨ª a la calle.
Era el d¨ªa de Navidad y Madrid, tan lejano de la Palestina en llamas de Zayyad y de los televisores, ten¨ªa sin embargo algo del Bel¨¦n de los nacimientos: la Ciudad Universitaria estaba blanca y los ¨¢rboles parec¨ªan una met¨¢fora de la paz: en el Parque de Oeste, los ni?os jugaban a tirarse nieve o a patinar sobre l¨¢minas de hielo, y en Arg¨¹elles todo era tambi¨¦n amable, hasta los contenedores de basura, llenos con las cajas de colores y los envoltorios brillantes de los juguetes que hab¨ªan recibido los ni?os en la noche de Pap¨¢ Noel o de Santa Claus.
Hac¨ªa fr¨ªo, un fr¨ªo terrible que parec¨ªa esperar la llegada de los lobos, cuando par¨¦ un taxi y fui a la plaza Mayor, para comprar algunas figuras que faltaban en nuestro joven nacimiento, en especial unos Reyes Magos, y fui buscando por las casetas las que m¨¢s podr¨ªan gustarle a mis hijos: los hab¨ªa a pie, montados en camellos y arrodillados, con sus urnas de oro, incienso y mirra en las manos. Mientras buscaba, vi unas figuras muy originales en uno de los puestos: se trataba de dos pastores que daban de comer a sus ovejas a la puerta de sus casas, en cuyos tejados ondeaban, respectivamente, una bandera verde de Palestina y una bandera blanca de Israel, con su estrella de David en el centro. Me pareci¨® una buena idea, un s¨ªmbolo de la concordia y de la paz, de modo que no s¨®lo compr¨¦ los Reyes Magos que buscaba, sino tambi¨¦n los dos pastores, con sus ovejas y sus banderas. Al volver a casa, las coloqu¨¦ en el nacimiento y abr¨ª, una vez m¨¢s, el peri¨®dico. El peri¨®dico contaba la historia de un ni?o palestino llamado Walid: sus padres, Nasser y F¨¢tima Abed Rabbo, intentaban llegar a Bel¨¦n hace unos d¨ªas, para que su hijo naciera en un hospital de la ciudad, cuando fueron detenidos por un control del Ej¨¦rcito israel¨ª en el pueblo de Al Walaja. Los soldados, inconmovibles, no les permitieron entrar en Bel¨¦n, F¨¢tima tuvo que dar a luz en un coche y Walid muri¨®. Cen¨¦ con mi familia, pero la cena ten¨ªa el mal sabor de esa historia. Cuando, antes de acostarme, fui a apagar el nacimiento, vi que hab¨ªa otros pastores junto al pastor jud¨ªo que ten¨ªa una bandera de Israel en su casa, y supuse que los hab¨ªa puesto mi hijo.
A la ma?ana siguiente, hab¨ªa m¨¢s figuras en la casa de la bandera blanca, y su territorio estaba cercado. En el otro extremo tambi¨¦n hab¨ªa un grupo que se apostaba tras una cerca, y en las casas ondeaban varias banderas de Palestina. Por la tarde, el bel¨¦n estaba completamente dividido en dos y se ve¨ªan diminutas trincheras y alambradas de espino. Mientras dorm¨ªa, escuch¨¦ algunas explosiones.
Esta ma?ana he descubierto varias figuras en forma de muertos y hay tanques que bajan por las colinas. No s¨¦ qu¨¦ pensar. La figura de Herodes se r¨ªe y tiene una espada en la mano.
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