Atrapados por la barbarie
La idea de la guerra estos d¨ªas se asocia principalmente a Afganist¨¢n, pero al mismo tiempo que nos inundan im¨¢genes de este conflicto, cerca de medio centenar permanecen en activo en otras partes del mundo. Guerras ¨¦tnicas, de religi¨®n, b¨¢rbaras o de resistencia, todas tienen en com¨²n el doloroso sufrimiento al que someten a la poblaci¨®n civil.
La utilizaci¨®n de la violencia acompa?a a la humanidad desde el inicio, pero la guerra cl¨¢sica, entre ej¨¦rcitos, por la ocupaci¨®n del territorio est¨¢ pasando a la historia. Aunque no ha desaparecido del todo, a trav¨¦s de nuestro trabajo en mas de 80 pa¨ªses comprobamos como cada vez m¨¢s los conflictos han dejado de tener una base ideol¨®gica o de construcci¨®n del Estado. En su lugar se lucha por el acceso a las materias primas, por el control de las comunicaciones o por el comercio de armas, drogas y mercanc¨ªas de valor como el petr¨®leo o los diamantes. Proliferan nuevos actores cuya finalidad en muchos casos ya ni siquiera es pol¨ªtica. Se enfrentan bandas, clanes, mafias, se?ores de la guerra y estados desestructurados que acaban desestructurando a¨²n m¨¢s el escaso entramado social. A diferencia del pasado estos nuevos conflictos se caracterizan por haber incrementado el car¨¢cter salvaje y violento de la guerra, borrando definitivamente la l¨ªnea que separaba anta?o la guerra profesional de la barbarie.
Cuando las guerras se libraban -literalmente- en el campo de batalla, la mayor¨ªa de las v¨ªctimas eran militares. Hoy ya no es as¨ª. Las nuevas guerras utilizan a la poblaci¨®n civil y para obtener sus fines entran hasta en las casas, puerta a puerta. Como consecuencia inmediata se ha invertido la proporci¨®n entre las v¨ªctimas de forma que ahora un 90% son civiles.
Las nuevas guerras adem¨¢s se prolongan en el tiempo: Sud¨¢n, Angola, Afganist¨¢n, Somalia o Colombia son s¨®lo algunos escenarios en donde la historia reciente no conoce periodos de paz duradera. Por su car¨¢cter end¨¦mico producen una enorme cantidad de hu¨¦rfanos y ni?os desplazados que acaban forzosamente en manos de alguna de las facciones combatientes. Suponen la cara m¨¢s amarga e injusta entre las v¨ªctimas militares: los ni?os soldado.
Sin embargo, las v¨ªctimas directas de la violencia s¨®lo muestran una peque?a parte del problema. En la mayor¨ªa de ocasiones, el hambre y la proliferaci¨®n de enfermedades como causa de los desplazamientos masivos de poblaci¨®n acaban siendo m¨¢s letales incluso que el propio conflicto. Y cuando ¨¦ste termina, las minas y la chatarra b¨¦lica, sobre todo armas ligeras, que ponen a precio de saldo fusiles al alcance de cualquiera, prolongan el sufrimiento de la poblaci¨®n civil.
La respuesta internacional mientras tanto sigue siendo restrictiva. Con motivo del 50 aniversario del Convenio de Naciones Unidas para los refugiados, en el a?o que ahora termina, la suerte de las v¨ªctimas de guerra ha animado el debate entre los gobiernos. Las palabras, no obstante, no han conseguido disfrazar los hechos: nunca como hasta ahora la protecci¨®n de las v¨ªctimas de guerra se ha revelado tan d¨¦bil e ignorada.
S¨®lo algunos ejemplos. En Chechenia la campa?a rusa justificada para acabar con el terrorismo ha obligado a m¨¢s de 250.000 personas a huir a la vecina Ingusetia y malvivir en condiciones inhumanas sin el m¨¢s m¨ªnimo derecho a recibir asistencia al no haber cruzado una frontera internacional. En Colombia, mas de dos millones de personas han huido de sus casas como consecuencia de la violencia ciega que practican todo tipo de grupos armados, mientras sus pa¨ªses vecinos y la comunidad internacional devuelven a los que intentan conseguir refugio al no considerar que es un pa¨ªs en guerra. El caso m¨¢s fresco es Afganist¨¢n. Su historia reciente de guerras ha obligado a la poblaci¨®n a moverse en todas direcciones. Pero mientras las bombas del ej¨¦rcito americano -supuestamente en defensa de unos valores de civilizaci¨®n y contra el terrorismo-, han ido sembrando el suelo afgano; mientras las dudas sobre la desproporci¨®n de la fuerza y sus posibles efectos en la poblaci¨®n se pon¨ªan en tela de juicio, con apoyo de esa misma coalici¨®n se ha negado a la poblaci¨®n el derecho de huir de la guerra y el de ofrecerles refugio y protecci¨®n mientras persiste riesgo para su seguridad. Con las fronteras herm¨¦ticamente cerradas m¨¢s de 20 millones de afganos han quedado atrapados dentro de su pa¨ªs como en una ratonera.
Como ellos hay mas de 50 millones de personas que han huido de sus casas por el temor y la inseguridad. No son ¨²nicamente v¨ªctimas de guerra sino tambi¨¦n del olvido pol¨ªtico. Permanecen atrapados por la falta de voluntad de una comunidad internacional mucho mas interesada en protegerse a s¨ª misma que en proteger la vida de los que huyen para salvarla.
Rafael Vila-Sanju¨¢n es secretario general de la organizaci¨®n internacional Medecins Sans Frontieres / M¨¦dicos Sin Fronteras.
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