Vieja compa?era
Desde su promulgaci¨®n como moneda ¨²nica en 1868 hasta hoy, la peseta ha sido la imagen sufrida y fiel de la econom¨ªa espa?ola. Ha cubierto una ¨¦poca tan rica en desastres como en esfuerzos de modernizaci¨®n. Desde las esperanzas puestas en la revoluci¨®n de 1868 a la integraci¨®n en la uni¨®n monetaria, desde la creaci¨®n de los grandes monopolios p¨²blicos a principios del siglo XX a los Juegos Ol¨ªmpicos de 1992 en Barcelona, desde el plan de estabilidad a la econom¨ªa democr¨¢tica instaurada a partir de la Constituci¨®n de 1976, la peseta se ha identificado con la voluntad de los espa?oles por mejorar su situaci¨®n econ¨®mica y convertirse en una sociedad moderna.
La peseta naci¨® precisamente para racionalizar el caos monetario de la Espa?a del siglo XIX, agobiada por la confusi¨®n de escudos y reales. Los espa?oles la adoptaron con rapidez, como demuestran los apelativos de rubia o pela con que se le ha motejado en estos 133 a?os. Ha sufrido depreciaciones incontables -una peseta de 1869 equivaldr¨ªa a m¨¢s de 4.000 pesetas de 2001- y ha sobrevivido a desastres fratricidas como la guerra civil. Hoy, otro esfuerzo de racionalizaci¨®n, el de dotar a la econom¨ªa europea de una moneda com¨²n que, entre otras ventajas, elimine los costes internos de transacci¨®n, hace necesario que la peseta desaparezca de la circulaci¨®n.
La divisa espa?ola no es tan antigua como la dracma griega ni tan poderosa como el marco alem¨¢n. Pero ha grabado a fuego la vida espa?ola de m¨¢s de un siglo y se ha ganado un amplio espacio sentimental en la sociedad espa?ola. M¨¢s all¨¢ de las dificultades de conversi¨®n que acarrear¨¢ inicialmente el euro, la peseta ser¨¢ dif¨ªcil de olvidar. Con su desaparici¨®n como moneda de curso legal en marzo de este a?o se ir¨¢ el s¨ªmbolo de los espa?oles por recorrer el duro camino entre el atraso secular del siglo XIX hasta la econom¨ªa abierta y moderna del siglo XXI. En este sentido, la historia de la peseta es la historia de un ¨¦xito colectivo. Por eso el adi¨®s es triste pero esperanzador.
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