La guerra de pu?os y pistolas
Un historiador analiza las claves de la represi¨®n franquista en Montilla (C¨®rdoba)
Es una imagen desoladora. Un grupo de mujeres asustadas, con el pelo cortado al rape y la sonrisa helada, posa r¨ªgidamente en el patio del Ayuntamiento y saluda a la c¨¢mara con el brazo en alto. 'Les dejaban pelonas para se?alarlas; les daban aceite de ricino para purgarlas, para que echasen el comunismo del cuerpo. A algunas ya les hab¨ªan fusilado al marido', explica el historiador Arc¨¢ngel Bedmar, que ha elegido esta fotograf¨ªa para ilustrar la portada de su ¨²ltimo libro. En ¨¦l estudia las formas que tom¨® la represi¨®n franquista en Montilla, al sur de C¨®rdoba, del fusilamiento al exilio, de las torturas a la exclusi¨®n social, del robo a los abusos sexuales.
Los pu?os y las pistolas. La represi¨®n en Montilla (1936-1944) toma su nombre de una frase lapidaria de Jos¨¦ Antonio Primo de Rivera, que dec¨ªa que 'no hay mejor dial¨¦ctica que la de los pu?os y las pistolas cuando se ofende a la patria y a la justicia'. La obra cuenta c¨®mo el pueblo se convirti¨® en un enorme recinto carcelario. 'La represi¨®n arranca con el golpe de Estado del 18 de julio y no acaba hasta la muerte de Franco', resume Bedmar. 'Desde que los militares empezaron a preparar la toma del poder partieron de una idea de violencia extrema. El propio Franco dec¨ªa que no le importaba fusilar a media Espa?a con tal de salvar a la otra media'.
El caso de Montilla fue especialmente sangrante. 'En algunos pueblos, hubo quien intent¨® poner freno a la violencia, pero aqu¨ª no', resalta el historiador. 'La Iglesia jale¨® el golpe y no dio ninguna muestra de piedad ni de caridad. Tanto los p¨¢rrocos como el arcipreste Fern¨¢ndez Casado se obsesionaron por administrar los sacramentos cat¨®licos. Casaron y bautizaron a la fuerza a personas que iban a ser fusiladas el d¨ªa siguiente, sin hacer nada por evitar la barbarie'.
Los militares, indica Bedmar, estaban al mando desde el 19 de julio. Controlaban las detenciones y daban los permisos para las continuas sacas de presos hacia los lugares de suplicio. 'Entre 1936 y 1939 hay constatados 114 fusilamientos, en un municipio que ten¨ªa cerca de 20.000 habitantes. Y otros 16 cayeron en los a?os posteriores. Pero esta es la cifra m¨ªnima', advierte el historiador. La mayor¨ªa de las muertes no se inscrib¨ªa en el Registro Civil y m¨¢s del 30% de estas ejecuciones se recogi¨® a trav¨¦s de testimonios orales. 'Debieron ser muchos m¨¢s', concluye Bedmar.
La ¨²nica posibilidad que qued¨® a buena parte de la poblaci¨®n fue la huida. Varios miles de personas escaparon de Montilla al d¨ªa siguiente del triunfo del golpe. 'La mayor¨ªa se fue a Espejo, un municipio vecino', concreta el historiador, 'que cay¨® en septiembre, y de ah¨ª a Bujalance, m¨¢s al Norte, desde donde se les evacu¨® a la provincia de Ja¨¦n. Para muchos fue el exilio de por vida; para otros, la muerte en campos de exterminio nazis'.
Bedmar ha documentado hasta ocho montillanos que murieron en Mauthausen. 'Salieron de Espa?a en 1939 y pasaron a los campos de concentraci¨®n del sur de Francia, a Argel¨¨s sur Mer y a Barcar¨¨s. Cuando los alemanes invadieron Francia, algunos de los presos fueron capturados y enviados a otros campos, como Mauthausen. Otros consiguieron volver a Espa?a: 'Para que me mate Hitler', dec¨ªan, 'que me mate Franco'. Y quedaron encarcelados, pero vivos'.
Eran muchos los encerrados. 'En 1939 hab¨ªa cerca de 400 montillanos en distintos penales', calcula el historiador. 'Luego, a partir de 1941, se indult¨® a mucha gente por razones de falta de espacio. En las prisiones no hab¨ªa sitio para tantos reclusos, ni medios para mantenerlos en los a?os del hambre'. La salida resultaba traum¨¢tica. Los republicanos volv¨ªan a sus casas y se las encontraban saqueadas. 'S¨®lo les quedaban las paredes', describe Bedmar. Muchos tuvieron que enfrentarse a los tribunales de responsabilidades pol¨ªticas, que les castigaban con cuantiosas multas. 'Quedaban estigmatizados, sometidos a un control constante', relata Bedmar.
Fotos de familia
La primera edici¨®n de Los pu?os y las pistolas. La represi¨®n en Montilla (1936-1944), a cargo de la librer¨ªa Juan de Mairena de Lucena, ya ha volado. La segunda, formada por 600 ejemplares, acaba de llegar a las tiendas. Incluye 32 p¨¢ginas de fotograf¨ªas de la ¨¦poca, 'casi todas in¨¦ditas', especifica Arc¨¢ngel Bedmar con orgullo de historiador. Las im¨¢genes salieron de los ¨¢lbumes y los archivos de las familias. Y precisamente las familias han desempe?ado un papel important¨ªsimo en la presentaci¨®n de este libro. Algunos de los hijos de las v¨ªctimas de la represi¨®n viajaron hasta aqu¨ª desde Francia, Barcelona, Valencia o Madrid, para o¨ªr de primera mano la historia de lo que sucedi¨® a los suyos y para participar emocionadamente en la denuncia de tantas desgracias e iniquidades, tantos a?os despu¨¦s. ?sta no es la primera vez que Bedmar investiga el espinoso territorio de la guerra civil. Ya public¨® Rep¨²blica, guerra y represi¨®n (Lucena, 1931-1939) hace poco m¨¢s de un a?o. El historiador esgrime razones cinet¨ªficas y ¨¦ticas. 'La visi¨®n que a¨²n conserva una parte significativa de la poblaci¨®n sobre la represi¨®n durante la guerra y la posguerra es la que ofreci¨® la dictadura de Franco; una versi¨®n tergiversada, de buenos y malos, que silencia las barbaridades de un bando y airea las del otro', asegura, y a?ade que se siente en la obligaci¨®n de aportar luz sobre lo que pas¨® tanto tiempo oscurecido.
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