El concierto de A?o Nuevo mezcla el euro con los valses y marchas
Los gestos de Seiji Ozawa no contagiaron a la Filarm¨®nica de Viena
El concierto de A?o Nuevo de la Filarm¨®nica de Viena repite a?o tras a?o su ritual de valses, marchas y polcas de la familia Strauss, con m¨ªnimas variaciones dosificadas con tal habilidad que es dif¨ªcil sustraerse a la conocida sensaci¨®n de que todo cambia para que siga igual. La variaci¨®n m¨¢s llamativa de esta edici¨®n era la presidencia del euro, a trav¨¦s de su logotipo, en los tubos del ¨®rgano de la sala dorada de la Musikverein.
Ser¨¢ todo lo oportuno que se quiera pol¨ªticamente, o por razones de actualidad, pero est¨¦ticamente hablando, ese golpe azul chirriaba demasiado. El euro es una an¨¦cdota y el concierto de A?o Nuevo es algo m¨¢s, e incluso fue oportuno el reportaje visual para televisi¨®n sobre la moneda ¨²nica que, a modo de ballet sin figuras, acompa?¨® la interpretaci¨®n de Perpetuum mobile, de Johann Strauss. Del sentido de la oportunidad al oportunismo hay, en cualquier caso, una distancia considerable. Y quiz¨¢s por ello se recuerdan aquellos versos de Emily Dickinson ('Hay otro firmamento siempre sereno y hermoso, y hay otra luz del sol'), en Cr¨®nica de plata.
Porque de cr¨®nica de plata se puede hablar, aunque en sentido diferente al empleado por Dickinson, a prop¨®sito de este Concierto de A?o Nuevo. Dirigi¨® Seiji Ozawa y la sala se llen¨® de quimonos. La novedad aqu¨ª es ¨²nicamente cuantitativa. Los japoneses hace tiempo que tienen el Concierto de A?o Nuevo entre sus deseos m¨¢s anhelados. S¨ª hubo novedad en el turno de felicidades para el a?o entrante en el primer amago de El Danubio azul. Normalmente, el director saluda en alem¨¢n en nombre de la orquesta, y en el suyo propio. Ayer se hizo as¨ª tambi¨¦n, pero antes varios miembros de la orquesta se dirigieron al p¨²blico asistente, y a la audiencia televisiva, en ingl¨¦s, franc¨¦s, italiano, espa?ol y otros idiomas, incluido el japon¨¦s con la voz del concertino.
Universalidad
A Ozawa le han preparado, evidentemente, una recepci¨®n c¨¢lida en Viena para su incorporaci¨®n como director musical general de la ?pera del Estado en los pr¨®ximos meses, despu¨¦s de 29 a?os de titular de la Sinf¨®nica de Boston. Viena dio ayer, en su concierto m¨¢s emblem¨¢tico, una imagen de universalidad, pero no desaprovech¨® la ocasi¨®n para mostrar en los intermedios televisivos la cara m¨¢s sonriente de sus s¨®lidos valores tur¨ªsticos, desde la Escuela de Equitaci¨®n Espa?ola, en la que se desarrollaron las partes visuales de las polcas Querida Ana o Elisa, hasta las ilustraciones con cuadros del Museo de Bellas Artes o de su exuberante naturaleza.
Ozawa no desaprovech¨® la posibilidad de lucimiento y despleg¨®, en todo momento, sus cualidades m¨¢s personales: un poder gestual muy singular; una atenci¨®n preferente a la belleza intr¨ªnseca del sonido que, en ocasiones como en el popular vals Sangre vienesa, le llev¨® a rozar el manierismo; una precisi¨®n r¨ªtmica que desemboc¨® en magn¨ªficas prestaciones de las polcas r¨¢pidas o de la Danza diab¨®lica, de Hellmesberger. Su sobreactuaci¨®n m¨ªmica no llev¨® a excesos musicales. La Filarm¨®nica de Viena lleva esta m¨²sica en vena y responde de forma excelsa. Ello garantiza que los Conciertos de A?o Nuevo tengan todos un nivel admirable. De cuando en cuando surge ese plus de lo superlativo -Kleiber, Karajan, en los ¨²ltimos 25 a?os-, pero lo cotidiano es tan magn¨ªfico que hace esta cita de las ma?anas del primer d¨ªa del a?o absolutamente imprescindible. Aunque sea por televisi¨®n.
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