Pasos al frente al borde del abismo
La pol¨ªtica vasca circula casi siempre al filo del precipicio. El Gobierno de Vitoria ha esperado hasta el 31 de diciembre para plantear una propuesta tendente a evitar el escollo principal para la renovaci¨®n del Concierto Econ¨®mico, que regula desde 1981 la financiaci¨®n del autogobierno. Ese obst¨¢culo era la exigencia de representaci¨®n directa en los ¨®rganos de la Uni¨®n Europea (UE) que entienden de cuestiones fiscales. El Gobierno central, que en 1997 -cuando Aznar necesitaba el apoyo de los nacionalistas- acept¨® el compromiso de 'arbitrar los mecanismos' necesarios para garantizar esa representaci¨®n, no ha hecho nada por plasmarla en la pr¨¢ctica. El a?o termin¨® con otra decisi¨®n in extremis: el regreso a la C¨¢mara vasca de la oposici¨®n democr¨¢tica (PP y PSE) tras la vuelta de la no democr¨¢tica (Batasuna), con la que hab¨ªa coincidido en el bloqueo del Parlamento en respuesta a una cacicada de su presidente. La impresi¨®n de conjunto es que se est¨¢ jugando con fuego.
El lehendakari declar¨® ayer que su Gobierno rechaza la pr¨®rroga del Concierto Econ¨®mico y que no se sentir¨¢ representado por el Ejecutivo espa?ol en los consejos de ministros de la UE en lo relativo a esta materia. Tambi¨¦n anunci¨® que no liquidar¨¢ al Estado el cupo incluido en los presupuestos, sino una cantidad inferior en m¨¢s de un 20%. Es su respuesta unilateral a lo que considera injustificada decisi¨®n unilateral de prorrogar el Concierto. Sin embargo, ?qu¨¦ otra posibilidad hab¨ªa? El Gobierno vasco llev¨® la negociaci¨®n a un callej¨®n sin salida al condicionar el acuerdo a que se aceptara su posici¨®n respecto a la presencia en la UE.
Es l¨®gico que las comunidades aut¨®nomas aspiren a defender sus intereses en las instituciones europeas cuando se discuten cuestiones que afectan a competencias exclusivas suyas o de particular incidencia en su territorio. Sin embargo, no es un problema que afecte s¨®lo a Euskadi, como ayer vino a reconocer Arzalluz al citar la exigencia hecha por Fraga en este mismo sentido en su discurso de fin de a?o. El argumento del Gobierno es que por afectar (potencialmente) a todas las comunidades, el problema debe abordarse en un marco multilateral, y no entre Vitoria y Madrid.
Aunque esto ¨²ltimo pueda resultar discutible, no parece que la negociaci¨®n del Concierto sea el marco m¨¢s adecuado para resolver esta cuesti¨®n. As¨ª lo han dicho casi todos los expertos. Tambi¨¦n las patronales vascas, lo que seguramente explica la propuesta de ¨²ltimo minuto de cerrar el acuerdo sobre los contenidos econ¨®micos del Concierto y aplazar la cuesti¨®n europea. Sin embargo, la f¨®rmula planteada por Vitoria no resuelve esta divergencia, pues emplaza al Estado a pactar en seis meses un 'acuerdo bilateral' espec¨ªfico en el ¨¢mbito de la comisi¨®n mixta. Con todo, no es cierto que suponga un retroceso respecto a las (confusas) posiciones anteriores mantenidas por la delegaci¨®n vasca: la referencia a los antecedentes de 'otras regiones y l?nder' parece excluir la pretensi¨®n (imposible) de representaci¨®n directa, al margen de la delegaci¨®n espa?ola. Imposible, porque la UE agrupa a Estados, no a entidades subestatales. Otra cosa es que en los Estados federales o compuestos, como el espa?ol, sea preciso articular la forma de participaci¨®n de esas unidades en la conformaci¨®n de la voluntad nacional. Y que incluso una de ellas pueda asumir en determinados temas la representaci¨®n del conjunto.
Pero ello remite a la cuesti¨®n de la lealtad institucional. El sistema de Concierto de que disfrutan con gran ventaja comparativa las comunidades vasca y navarra es la principal manifestaci¨®n de la foralidad, amparada por la Constituci¨®n. Esa v¨ªa abre posibilidades con las que no cuentan otras comunidades, pero cierra otras. No es posible, a la vez, invocar la foralidad para exigir un trato diferenciado y cuestionar el marco de la misma mediante propuestas autodeterministas y similares. El nacionalismo gobernante en Euskadi tendr¨¢ que decidir la v¨ªa a seguir, incluyendo la pol¨ªtica de alianzas que se deriva de cada opci¨®n. Si decide la de la lealtad constitucional, muchos de los obst¨¢culos que hoy parecen insalvables, agrandados por la desconfianza, ser¨¢n superables. Y tal vez ello permita a la pol¨ªtica vasca alejarse por una temporada del abismo.
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