Entre el dilema y el desconcierto
'Echando cuentas' en medio de la dualidad Olentzero-Reyes y la dicotom¨ªa euros-pesetasi repaso el c¨ªrculo de algunas de mis amistades descubro con horror que a su tradicional dualismo pol¨ªtico, a su cotidiana disyunci¨®n socio-cultural, han a?adido un nuevo dilema estil¨ªstico y est¨¦tico que les obliga a tomar pegajosas decisiones, a tomar partido entre el Olentzero y los Reyes Magos, como quien elige entre la Coca Cola y la Pepsi, entre Avecrem y Starlux, entre Sanyo y Sony, entre Telef¨®nica y Euskaltel. Y claro, estando como estamos, echando cuentas sin parar, atrapados en esta terrible dicotom¨ªa monetaria de la euro-peseta, cualquier elecci¨®n binaria de m¨¢s supone un esfuerzo mental que afecta nocivamente a nuestras carnes, a nuestros bolsillos y a nuestros atormentados cerebros.
Todo el mundo anda estos d¨ªas sumando, restando, multiplicando, calculando, descifrando, cambiando, redondeando, contando; en una palabra, echando cuentas. Da gusto ver c¨®mo nos debatimos entre la esquizofrenia del euro y la neurastenia de la peseta. Ya no es posible dar un paso consum¨ªstico sin meterse hasta el cuello en un dilema espeso, en un extremo agobiante, en una duda que hay que resolver en un instante vertiginoso y sin apenas vacilaciones. Para evitar este engorroso y enojoso asunto hay quien huye de su responsabilidad ciudadana y opta por usar las tarjetas de cr¨¦dito como v¨ªa de escape, el dinero de pl¨¢sico como un poderoso hipn¨®tico que produce amnesia temporal.
Este sistema, sin embargo, tiene sus inconvenientes, sobre todo cuando llega el temible extracto mensual de la Visa. Entonces ese papelito te devuelve la memoria y te recuerda no solo qui¨¦n eres sino tu pat¨¦tico itinerario, el paso a paso de tus andanzas y movimientos por tiendas que hab¨ªas olvidado, restaurantes chinos que cre¨ªas no haber pisado y gasolineras en las que jurar¨ªas que nunca hab¨ªas repostado. Definitivamente, es mejor enfrentarse cuanto antes a los hechos para evitar esta horrible pesadilla. Estos son, en efecto, d¨ªas contados y contables, jornadas de inventarios, balances y conciertos econ¨®micos, sesiones para echar cuentas hasta el amanecer, hasta el ¨²ltimo minuto del ¨²ltimo d¨ªa del a?o. Como Ibarretxe, que en el ¨²ltimo minuto le ha mandado a Montoro a tomar por el cupo de 907,53 millones de euros, ni un c¨¦ntimo de euro m¨¢s, porque no le cuadra ni el asiento, ni el asunto, ni la al¨ªcuota, ni ese cuponazo que al parecer le reclama el ministro. O sea, que, mientras no haya nadie capaz de responder a su pregunta del mill¨®n: '?y qu¨¦ hay de lo m¨ªo?', seguir¨¢ echando las cuentas de la vieja, por mucho que afirmara Carlos Marx aquello de que 'el hombre s¨®lo plantea problemas que puede resolver'. A Marx se le olvid¨® matizar que el hombre s¨®lo plantea problemas que puede resolver.. salvo en los concursos televisivos y en las desconcertantes negociaciones del Concierto, donde apenas dejan tiempo para responder. Adem¨¢s, anda el traj¨ªn como para adivinar el valor exacto de las cosas en euros. Vamos, que si yo fuera usted, en las actuales circunstancias y con la que est¨¢ cayendo, jam¨¢s osar¨ªa concursar en El Precio Justo. Cualquiera adivina, a bote pronto, el precio en euros de una bater¨ªa de cocina de acero inoxidable.
?Qu¨¦ hay de lo m¨ªo? Es el mismo interrogante que plantea cada cinco de enero Pascual Jones a la Comisi¨®n de Festejos del Ayuntamiento de Bilbao. Cuando se acerca el momento de la Cabalgata tambi¨¦n ¨¦l echa cuentas. Ayer cumpli¨® trece a?os encarnando a Baltasar, dando vida al rey negro en el espectacular desfile de la epifan¨ªa bilba¨ªna. 'Soy negro y de Bilbao- de-toda-la-vida', dice Pascual, que esgrime poderosas razones para defender su puesto y aduce m¨¢s curriculum y pedigr¨ª que el nuevo director de Inmigraci¨®n nombrado por Madrazo. No en vano es un destacado miembro de los Jones, una emblem¨¢tica familia bilbo-guineana instalada en la ciudad desde los a?os cuarenta. Pascual Jones canta a diario el Mambo n¨²mero 7 de P¨¦rez Prado en la Calle Correo y tambi¨¦n ameniza las cenas del Pil-Pil, ese Queen Mary bilba¨ªno que surca las pl¨¢cidas aguas del Nervi¨®n. Ayer consign¨® sus maracas para ser rey por un d¨ªa en la Cabalgata: 'Es bonito que el rey negro sea del mismo Bilbao', afirma.
Mientras tanto los dem¨¢s nos convert¨ªamos en s¨²bditos del Banco Central Europeo, en esclavos de la nueva moneda, trasiegando entre euro-convertidores y calculadoras, transitando por los lugares m¨¢s insospechados: comercios, kioskos de prensa, panader¨ªas, cafeter¨ªas y grandes almacenes, donde siempre hay alguien que suelta a bocajarro y sin miramientos: '?En euros o en pesetas?'. Viviremos todo este mes con la personalidad binaria escrita en el rostro, con la determinaci¨®n categ¨®rica de mism¨ªsimo Kant en el momento decisivo de saber si lo decisivo es el fen¨®meno o el n¨²mero, la libertad o la necesidad, lo condicionado o lo incondicionado. Porque, como dijo otro fil¨®sofo de menor calado y fuste, 'vivir no es otra cosa que elegir entre la casi infinita serie de posibilidades que el mundo nos ofrece'. Semejante met¨¢fora de la modernidad nos empuja en tan se?aladas fechas a lanzarnos sobre una estimulante variedad de ofertas distintas, donde cualquier situaci¨®n electiva puede ser buena, menos la de ir de compras en plena fiebre dicot¨®mica del euro y la peseta, o, lo que es peor, de rebajas, con sus nuevos precios en euros y sus c¨¢lculos de decimales y redondeos.
Afortunadamente, muy pronto este maldito embrollo dejar¨¢ de ser una molestia para convertirse en una rutina. Pero seguiremos oyendo hablar de n¨²meros y cuentas. Nada ni nadie podr¨¢ librarnos del pugilato contable entre Montoro y Zenarruzabeitia. Volver¨¢ a formularse la pregunta del mill¨®n -?qu¨¦ hay de lo m¨ªo?- y, si todo va bien, Pasacual Jones obtendr¨¢ la respuesta cumpliendo su decimocuarto mandato de rey Baltasar por las calles de Bilbao, ajeno a la ceremonia dual de algunos de mis amigos, que dolorosamente deber¨¢n enfrentarse, de nuevo dentro de un a?o, al engorroso asunto de elegir entre los Reyes Magos y el Olentzero.
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