Menos cabezas, m¨¢s cabezones
India y Pakist¨¢n est¨¢n volvi¨¦ndose a enfrentar por Cachemira. O m¨¢s precisamente, porque el Gobierno indio ha considerado que el atentado suicida del 13 de diciembre que intent¨® acabar con el Parlamento y el Ejecutivo en Nueva Delhi estaba dirigido desde Pakist¨¢n, no necesariamente por el Gobierno de Musharraf, pero s¨ª por sus servicios secretos, los grandes promotores del r¨¦gimen talib¨¢n en Afganist¨¢n. La diferencia con la ¨²ltima guerra, en 1971, es que, esta vez, oficialmente desde 1998, ambos pa¨ªses poseen armas nucleares. ?Les har¨¢n m¨¢s cautos? No se sabe si habr¨¢ guerra -una escalada est¨¢ en curso-, ni si el conflicto habr¨ªa ido ya a m¨¢s sin esa disuasi¨®n rec¨ªproca. Una primera medida ha sido intercambiar, como todos los a?os desde 1991, informaci¨®n sobre sus instalaciones nucleares y renovar su pacto de no agresi¨®n contra ¨¦stas. Pero est¨¢ claro que partes de la ecuaci¨®n global han cambiado con estas armas nucleares y el 11 de septiembre.
La crisis le viene bien a EE UU como presi¨®n sobre el r¨¦gimen de Musharraf para que persiga a grupos terroristas islamistas, partidarios de la plena integraci¨®n de Cachemira en Pakist¨¢n, pero corre el grave riesgo de que se le escape de las manos. De ah¨ª los esfuerzos diplom¨¢ticos desplegados en la cumbre surasi¨¢tica en Nepal. Si entra en guerra con India, Pakist¨¢n dejar¨¢ de vigilar la frontera con Afganist¨¢n para evitar que por ella se cuelen a¨²n m¨¢s dirigentes talibanes o militantes de Al Qaeda. El pa¨ªs se convertir¨ªa en un enorme problema estrat¨¦gico para EE UU, que utiliza su espacio a¨¦reo y bases y, frente a Musharraf, cobrar¨ªan fuerza los islamistas m¨¢s radicales. Pakist¨¢n ha sido y sigue siendo el eslab¨®n d¨¦bil de la guerra de Afganist¨¢n, cuyo presidente provisional, Hamid Karzai, intenta encontrar un nuevo aliado en India por encima de Islamabad. EE UU camina por una estrecha senda. Pakist¨¢n siempre ha sido su aliado, pero ahora Washington se ha acercado mucho a India, y ¨¦sta lo aprovecha. Dos adversarios pegados a un mismo amigo. Se ha visto antes (Grecia y Turqu¨ªa).
Cachemira es un pa¨ªs dividido: una parte para Pakist¨¢n, otra cedida a China (tambi¨¦n nuclear y que se ha puesto al lado de Pakist¨¢n), y la mayor, en manos de India desde la independencia en 1947. India rechaza las tesis de que, por tener una mayor¨ªa musulmana, Cachemira deba integrarse en Pakist¨¢n, pues es el segundo pa¨ªs m¨¢s poblado de la Tierra -y que probablemente sobrepasar¨¢ a China-, y de sus 1.000 millones de habitantes, un 12% son musulmanes (frente a un 83% hind¨²es), lo que llevar¨ªa a una parcelaci¨®n sin fin. Deber¨ªa iniciarse un proceso de paz en Cachemira. Hay espacio para, al menos, intentarlo.
Las armas nucleares est¨¢n bajo control pol¨ªtico en una India, aunque imperfectamente, democr¨¢tica, y de los militares -poco de fiar- en Pakist¨¢n. Estamos ante el primer caso de un enfrentamiento entre dos potencias nucleares nuevas, que pone de manifiesto los peligros de la proliferaci¨®n nuclear. Si evitan la guerra se podr¨¢ llegar a la conclusi¨®n de que la nuclearizaci¨®n, para ser estable, debe ser equilibrada, lo que no es el caso del posible terrorismo nuclear. Si, por el contrario, se anulan la una a la otra, el conflicto limitado a Cachemira es harto posible. Y nada garantiza que las partes lleguen a utilizar las endiabladas armas. India, cuya potencia militar dobla la paquistan¨ª, tiene como doctrina oficial el compromiso de que nunca ser¨¢ la primera en usar el arma nuclear. Pakist¨¢n no. La nueva situaci¨®n, con menos armas nucleares -dada la reducci¨®n en curso en EE UU y Rusia-, pero m¨¢s Estados o grupos que dispongan de ellas, abre perspectivas peligrosas. Menos cabezas at¨®micas, esperemos que no m¨¢s cabezones para dispararlas.
aortega@elpais.es
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