Desterrada por robar un libro
La Universidad de Valencia proh¨ªbe a una alumna acceder a la biblioteca
Teresa Ortiz Escriv¨¢, estudiante de Ciencias Econ¨®micas de la Universidad de Valencia, tiene prohibido entrar en cualquiera de las cuatro bibliotecas de la instituci¨®n hasta el pr¨®ximo 1 de octubre. Tal castigo lleva la r¨²brica del rector, Pedro Ruiz, y le fue impuesto a la estudiante por intentar sustraer un libro de la biblioteca.
El carn¨¦ universitario de Teresa condensa en su banda magn¨¦tica una vasta memoria de usuaria habitual del servicio de pr¨¦stamo de la biblioteca, sin incidentes previos al que dio origen a su expulsi¨®n temporal de los espacios de uso y consulta de los fondos acad¨¦micos. El 28 de marzo de 2000, Teresa intent¨® burlar los detectores quit¨¢ndole las tapas a un anuario de consulta. No era un valioso c¨®dice ni un volumen de precio desorbitado ni un ejemplar descatalogado. Pero lo com¨²n del ejemplar que pretend¨ªa apropiarse no fue raz¨®n para que Pedro Ruiz -ahora en periodo de elecciones- no hiciera caer sobre Teresa el sentido literal del art¨ªculo 5.a.5. del Reglamento Disciplinario Acad¨¦mico. A saber: norma que data de 1954, que a¨²n est¨¢ vigente y que versa sobre la falta de probidad (cuyos sin¨®nimos m¨¢s pr¨®ximos ser¨ªan algo as¨ª como falta de honestidad o comportamiento inadecuado).
El rector de la Universidad de Valencia aplica un castigo recogido en una norma de 1954
La sanci¨®n impuesta por el rector a la estudiante ha sido ahora confirmada por una sentencia de la Sala de lo Contencioso-administrativo del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana (TSJCV). El magistrado ponente, Jos¨¦ Bellmont Mora, ha considerado igualmente falto de probidad el comportamiento de Teresa -cuya abogada, Amparo G¨®mez Romero, no quiso hacer declaraciones al conocerse el fallo del TSJCV- y ha dado la raz¨®n a la Universidad.
O sea, que la alumna sigue castigada hasta el pr¨®ximo mes de octubre por un intento de sustracci¨®n en el sagrado espacio de la biblioteca de Ciencias Sociales, bautizada en el curso 98-99 con el nombre del jurista, historiador y bibliotecario real de planteamientos reformistas Gregorio Mayans (1699-1781), cuyos trabajos de cr¨ªtica hist¨®rica provocaron tal revuelo en la Valencia de 1742 que vio embargada su obra y secuestrados sus manuscritos.
Teresa, con parecido esp¨ªritu cr¨ªtico, sorprendi¨® a propios y extra?os cuando, tras conocer la reprimenda que se le aplicaba por su acci¨®n, decidi¨® acudir a los tribunales. Y, siquiera provisionalmente, el Juzgado de lo Contencioso-administrativo n¨²mero 4 de Valencia consider¨® el 24 de abril de 2001 que el ilustre rector de la Universidad de Valencia no hab¨ªa dictado una resoluci¨®n conforme a derecho. Pero ¨¦ste hizo valer su derecho de recurso y ahora ha visto c¨®mo la justicia cae de su lado en el ejemplar castigo acad¨¦mico.
'Estamos contentos por el fallo del tribunal', explica Francisco Morales, vicerrector de infraestructuras y planificaci¨®n, responsable de las bibliotecas desde que fuera vicerrector de estudios. Dice Morales que 'lo importante no es el valor material del libro, sino la actitud de hacer un mal uso de bienes p¨²blicos y, adem¨¢s, de impedir que otros alumnos puedan tener acceso a una informaci¨®n'. De hecho, Morales recuerda que antes de 1998 el castigo por tratar de apropiarse del libro ajeno era una multa o la suspensi¨®n del derecho al servicio de pr¨¦stamo: 'Pero los propios alumnos se quejaron porque entend¨ªan que se penalizaba de igual forma a quien entregaba un libro tarde o en malas condiciones que a quien trataba de hurtar un volumen'. Como consecuencia, se introdujo una reforma en el reglamento por la que correspond¨ªa abrir expediente disciplinario a quien intentara robar un libro. Lo que equival¨ªa a poner sobre la mesa del rector los detalles de un comportamiento y que ¨¦l, a tenor de la gravedad del mismo, decidiera el castigo ad hoc.
Morales, que vigila las cuatro bibliotecas de la Universidad de Valencia -con 55.000 alumnos-, minimiza la acci¨®n de Teresa porque 'cada a?o se producen entre ocho y diez sanciones de este tipo, pero lo sorprendente es que esta alumna decidiera acudir a los tribunales. Nadie lo hab¨ªa hecho, m¨¢xime cuando ella reconoci¨® su intenci¨®n de llevarse el libro y conoc¨ªa, como todos los alumnos, que, de ser sorprendida, se le abrir¨ªa expediente disciplinario'. La Universidad de Valencia, cinco veces centenaria y a la vanguardia del nuevo milenio, se satisface de penar seg¨²n un reglamento de la ¨¦poca franquista la falta de lealtad.
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