Orto
La recuperaci¨®n de la memoria del periodo anterior a 1939 ha sido notable en las tres ¨²ltimas d¨¦cadas. La reconstrucci¨®n ha restituido acontecimientos, semblanzas y circunstancias y contin¨²a ofreciendo un fruct¨ªfero terreno a la investigaci¨®n hist¨®rica. La actitud de los observadores ha oscilado entre el an¨¢lisis cr¨ªtico de los conflictos sociales y pol¨ªticos, matriz de posteriores desastres, y la recomposici¨®n ideal de una edad intelectual que se presume de oro y de los actores que la habitaron.
A fuerza de repetirse se ha fijado cierta idea de que la cultura de los a?os veinte y treinta era en Espa?a una cosa madrile?a, con su inevitable Ortega, su eminente Mara?¨®n, su portentoso Aza?a, con una joven e impetuosa generaci¨®n que cab¨ªa entera en una residencia de estudiantes de dimensiones modestas o se completaba con los amigos de paso llegados a la capital para ganarse un nombre en el mundo de las artes y las letras: finos marineros en tierra, unos, otros con rostro de pueblo y el talento todav¨ªa mezclado con el penetrante olor a reba?o. Aquel pudo ser un momento ¨²nico, esplendoroso si se quiere, pero qu¨¦ imagen tan peque?a de la cultura se nos trasmite con la versi¨®n mitificada de unas decenas de intelectuales, llegados casi todos de provincias al Madrid de Primo de Rivera y de la Rep¨²blica que con tanta perspicacia registr¨® Josep Pla en el libro que la evoca.
Esos a?os vieron crecer en otras partes toda suerte de promesas y razonables realidades, a menudo las mismas que atra¨ªa la Corte que pronto dejar¨ªa de serlo. Pues en un pa¨ªs de estructuras radiales las carreras acad¨¦micas y administrativas que se preciaran, al igual que las v¨ªas ferroviarias, conclu¨ªan en la capital y hasta principiaban de veras una vez se llegaba a ella. Sin embargo las ciudades de provincia, en la a?eja denominaci¨®n, parec¨ªan fuentes inagotables de creadores, nuevos profesionales y publicistas. El momento valenciano de los a?os treinta resulta ¨²nico y para igualarlo no ha bastado el generoso arropamiento de los presupuestos p¨²blicos de nuestros d¨ªas.
Las revistas culturales y pol¨ªticas fueron un buen exponente de la ¨¦poca. Porque las revistas bien hechas son siempre una expresi¨®n org¨¢nica del momento cultural o de la especialidad que reclama su atenci¨®n. Cinco revistas significativas se publicaron en Valencia en los a?os 1920-1930: Taula de Lletres Valencianes, La Republica de les Lletres, Nueva Cultura, Estudios y Orto. Algunas fueron rescatadas en los primeros tiempos de la transici¨®n a la democracia en magn¨ªficas ediciones facs¨ªmiles, otras han dispuesto de estudios. Orto no hab¨ªa tenido tanta fortuna hasta ahora, en que ha sido reeditada por el Centro Francisco Tom¨¢s y Valiente de la UNED y la Fundaci¨®n Instituto de Historia Social, con un oportuno y documentado ensayo de Javier Paniagua sobre la revista, su promotor y el contexto ideol¨®gico y pol¨ªtico en que surgi¨®.
Orto no fue el empe?o de escritores con mayor o menor voluntad de alcanzar un estatus profesional en el mundo de la cultura ni el ¨®rgano de un partido u organizaci¨®n. Fue ante todo la empresa de Mar¨ªn Civera, un valenciano cuyo trabajo inicial discurr¨ªa en oficinas de consignaci¨®n del puerto, contumaz lector de libros de econom¨ªa, pensamiento, pol¨ªtica, historia y movimientos sociales. Dentro del universo libertario de la ¨¦poca se inclinaba por el sindicalismo y en 1933 ser¨ªa con ?ngel Pesta?a uno de los fundadores del Partido Sindicalista, alcanzando en 1937 su presidencia. Civera fue un entusiasta de las ideas al servicio de un proyecto de emancipaci¨®n humana. En 1930 fund¨® en Valencia la editorial Cuadernos de Cultura, que llegar¨ªa a publicar m¨¢s de sesenta t¨ªtulos de divulgaci¨®n pol¨ªtica, sociol¨®gica, cient¨ªfica y literaria destinadas al hombre sin medios ni preparaci¨®n que aspirase a ampliar su horizonte intelectual mediante el esfuerzo personal. Despu¨¦s crear¨ªa otros modestos sellos y una vez en el exilio mexicano ejercer¨ªa la gerencia de una importante casa editorial.
Por encima de la actividad promotora y de una amplia obra propia, la tarea m¨¢s peculiar de Civera fue la direcci¨®n entre 1932 y 1934 de Orto, 'revista de documentaci¨®n social'. En un tiempo de doctrinas cerradas e impermeables las unas a las otras, Civera crey¨® posible conciliar el sindicalismo de ra¨ªz libertaria y el marxismo de socialistas y comunistas en una s¨ªntesis in¨¦dita -como nos recuerda Paniagua- que probablemente responde a una lectura particular de ambas tendencias. En Orto se publicaron textos de Cornelissen, Besnard, Leval, Labriola, Nin, Pesta?a y Nettlau. Pero tambi¨¦n escribieron John Dos Passos, Henry Barbusse, Romain Rolland, Upton Sinclair y Ram¨®n J. Sender. La direcci¨®n gr¨¢fica estaba a cargo de Josep Renau, quien dar¨ªa a conocer dibujos de artistas internacionales a la vez que creaba vi?etas inspiradas en la est¨¦tica sovi¨¦tica, inclu¨ªa sus primeros fotomontajes, reun¨ªa reportajes fotogr¨¢ficos con intencionados comentarios y cuidaba la tipograf¨ªa de la portada y los encabezamientos.
Orto era una revista de reflexi¨®n pol¨ªtica y cultural en el sentido m¨¢s amplio que eludi¨® la actualidad aunque en sus p¨¢ginas puede seguirse el ascenso nazi en Alemania en la medida en que ofrec¨ªa una imagen descarnada de la deriva totalitaria del capitalismo. Porque la organizaci¨®n econ¨®mica de la sociedad es el tema central de los veinte n¨²meros de esta interesante publicaci¨®n: la organizaci¨®n existente y las posibles alternativas, sus efectos sobre el trabajo y las ideas, la producci¨®n y el consumo, la cultura y las relaciones humanas, la educaci¨®n y la religi¨®n; se ocupa de cuestiones como la sexualidad y la moral personal, la delincuencia y la eugenesia, la experiencia sovi¨¦tica, el nuevo cine, la literatura proletaria...
Discrepante con los dogmas, Orto supuso un esfuerzo por alimentar una cultura pol¨ªtica para mayor¨ªas que aunara humanismo, libertad y planificaci¨®n econ¨®mica en una ¨¦poca en la que, como Sender escribi¨® en sus p¨¢ginas, la cultura hab¨ªa permanecido alejada del pueblo y el intelectualismo elitista, universitario, burgu¨¦s, hab¨ªa dejado de ser atractivo para los j¨®venes: 'Nadie quiere ser un Mara?¨®n, un Jim¨¦nez de As¨²a, un Am¨¦rico Castro y mucho menos un Ortega y Gasset'. Qui¨¦n lo dir¨ªa setenta a?os despu¨¦s, cuando tantos profesionales de la idea y la pluma disputan la condici¨®n de maestro. Pero entonces la tarea de alumbrar una nueva cultura y una sociedad distintas requer¨ªa su orto. Y ¨¦ste se situ¨® en Valencia. Cerca de 1.400 p¨¢ginas de gran formato en una cuidada reedici¨®n vuelven a dar testimonio de ello.
Jos¨¦ A. Piqueras es catedr¨¢tico de Historia Contempor¨¢nea de la Universidad Jaume I.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.